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La Universidad pública de Zaragoza acoge la presentación de un libro negacionista

El acto se celebró en la Facultad de Ciencias y fue presentado por su decano. El libro, titulado ‘Premoniciones: cuando la alerta climática lo justifica todo’, expone argumentos negacionistas y retardistas sobre el cambio climático ampliamente desmontados. Uno de sus autores impartió recientemente una charla en una asociación de ultraderecha.
Foto: cartel que anunciaba la charla en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza.

Los últimos ocho años han sido los ocho más calurosos desde que hay registros. Los niveles de gases de efecto invernadero en atmósfera están en máximos históricos. España afronta la última semana de abril con temperaturas propias de julio. Aun así, el negacionismo y retardismo climático no cesan en su empeño por manipular la realidad.

Uno de los últimos ejemplos ha tenido lugar este martes en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, adherida a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre los cuales se encuentra la acción por el clima. Este centro público acogió la presentación del libro Premoniciones: cuando la alerta climática lo justifica todo (Editorial Rosameron, de reciente creación), firmado por Alfonso Tarancón, catedrático de Física Teórica, y Javier del Valle, doctor en Geografía. El acto fue presentado por el decano de la facultad, Luis Morellón.

Los autores sostienen en su libro que «la humanidad vive el mejor momento desde su aparición como especie» y catalogan el actual cambio climático como una «teoría» mantenida por grupos que «propugnan medidas extremas». Asimismo, rechazan que paliar el calentamiento global y sus efectos sea una emergencia y ponen en duda la implicación de los seres humanos: «La civilización, el modus vivendi de la especie humana, es por supuesto una agresión al planeta y a las especies que lo pueblan, pues estamos en lucha constante contra él, una lucha a vida o muerte. Si hoy estamos aquí, convertidos en especie dominante del planeta, no es porque hayamos sido malvados e insolidarios con el resto de los seres vivos. Simplemente hemos sido mejores». Además, equiparan a Dios con la Tierra, «a la que los políticos deben rendir culto en las cumbres del clima y en sus discursos diarios». Y se justifican: «Quienes no defendemos la actual teoría del cambio climático no somos enemigos de la naturaleza».

Del Premio de Medio Ambiente de Aragón a charlas con fascistas

Se presupone muchas veces que quienes niegan o restan importancia al cambio climático son personas sin conocimientos o estudios en la materia. No obstante, tener un doctorado en Física, una carrera dedicada al estudio del clima o poseer un Premio Nobel no impide abrazar postulados contrarios a la evidencia climática, la cual es amplia y consensuada.

Alfonso Tarancón es catedrático de Física Teórica en la Universidad de Zaragoza, donde imparte docencia en el Grado de Física. Entre sus hitos académicos está el haber trabajado junto a Giorgio Parisi, galardonado en 2021 con el Nobel de Física. El reconocido físico italiano ha pedido en muchas ocasiones más acciones para hacer frente a la crisis climática. 

Por su parte, Javier Del Valle se prodiga más en medios y eventos. Doctor en Geografía (Climatología), Máster en Educación Ambiental y Altos Estudios Internacionales, ejerce de profesor-tutor en el Centro Asociado a la UNED de Calatayud y es profesor de Ingeniería del Medio Ambiente/Relaciones Internacionales en el Centro Universitario de la Defensa de Zaragoza, una institución académica pública adscrita a la Universidad de Zaragoza en la que se imparte el título de Grado en Ingeniería de Organización Industrial a futuros oficiales del Ejército de Tierra y de la Guardia Civil. En 2015, fue reconocido por el Gobierno de Aragón con el Premio Medio Ambiente.

El pasado 14 de abril, del Valle participó en otra charla celebrada en el Centro de Historias de Zaragoza (propiedad del Ayuntamiento) y organizada por TAS Raíces, una «asociación patriótica» zaragozana que dice fomentar «la natalidad, la vida y la familia frente a los lobbies LGTBI, al feminismo actual y a la ideología de género» y que protege su libertad «frente a imposiciones de la Agenda 2030 y de sus objetivos globalistas y antinacional», según figura en su página web. TAS Raíces, a su vez, forma parte de Red Sociocultural DESPERTA, un conjunto de asociaciones de ultraderecha. En declaraciones a Climática, Javier del Valle argumenta que no sabe cuál es la orientación de «dicha asociación» y que «tampoco» le «interesa».

La actividad divulgadora Javier del Valle no es nueva. En 2019 dio una charla en la Universidad Católica de Valencia en la que difundió mensajes típicos negacionistas como que «el ser humano se ha adaptado a muchos cambios climáticos a lo largo de la historia».

En la web de la asociación ultraderechista se puede leer una reseña e imágenes de la charla que impartió Javier del Valle.

Mentiras, medias verdades y manipulación

Desde la editorial venden el libro como un trabajo en el que «dos científicos españoles cuestionan el discurso generalizado sobre el cambio climático». En el dossier de comunicación, se asegura que los autores «arrojan una buena dosis de cordura sobre un tema que, a pesar del empeño por parte de ciertos sectores en afirmar lo contrario, no está ni mucho menos claro». Argumentan que el cambio climático es «un fenómeno que la ciencia no respalda con la rotundidad que muchos dan por sentada», hecho completamente falso, como se podrá ver más adelante.

Aunque estas frases pueden parecer un intento de la editorial por atraer lectores, van en la línea con lo que se cuenta en el libro. Sus más de 270 páginas están llenas de datos falsos, anécdotas inventadas y argumentos retorcidos al máximo para que sus pensamientos pasen por verdaderos.

A lo largo de todo el libro, Javier del Valle y Alfonso Tarancón repiten constantemente que el cambio climático es una «teoría». Aunque en sentido estricto lo es, recurren a esta fórmula («teoría del cambio climático») en un intento de hacer creer que es un tema sobre el cual aún existe debate cuando ya está más que aceptado. En 2021, un estudio científico revisado por pares (es decir, que ha sido verificado por personas externas a la investigación) concluyó que en la práctica totalidad de la literatura científica revisada por pares (más del 99%) publicada desde 2012 hay consenso con el hecho de que el cambio climático existe y está causado por los humanos. Lo habitual es que los estudios en los que se apoyan negacionistas y retardistas sean investigaciones que no han sido publicadas en revistas conocidas y que no han pasado ningún tipo de control externo. 

También le restan importancia al cambio climático usando como ejemplo sucesos recientes: «Tal vez la lección tras la última pandemia sea dura, pero debería hacernos reflexionar sobre las prioridades de nuestra civilización. Hemos estado dirigiendo nuestra mirada a amenazas que hasta la fecha no han demostrado tener efecto alguno, dejando de lado amenazas reales».

Desde Climática nos hemos puesto en contacto con la Universidad de Zaragoza, con su Facultad de Ciencias y con el decano de esta última. Hasta el momento no hemos recibido respuesta alguna. Quienes sí han querido pronunciarse son sus autores. A la pregunta de cuál es el objetivo del libro, Alfonso Tarancón respondió: «Que gente como tú tire la sotana y piense en la realidad».

Tras la publicación de este artículo, también ha querido manifestar su punto de vista Javier del Valle. El científico asegura que han escrito el libro «desde una humilde posición de científicos divulgadores que expresan su opinión sobre un tema de actualidad». Dice no parecerle adecuada la definición de negacionistas «pues se trata de términos con una carga peyorativa» que se «utilizan para descalificar e inhabilitar en el debate y en el diálogo a ciertas personas».

Como «doctor en Climatología» que es, dice que no niega «en ningún momento» el cambio climático, pues «el cambio es inherente al concepto de clima». Las reflexiones del libro –añade– son «sobre el papel que el ser humano pueda tener en la evolución del clima, y ese debate existe y es muy abierto en el entorno científico». 

Un debate que, como se ha explicado anteriormente, no existe. Aun así, Del Valle aporta como prueba varios artículos de prensa donde aparecen, entre otros, los conocidos negacionistas estadounidenses Patrick Moore (ex presidente de Greenpeace Canadá) y Steven E. Koonin, y el investigador catalán Francesc Burjachs, quien considera que «no estamos ante un cambio climático».

Moore se ha dedicado en los últimos años a realizar declaraciones públicas minimizando los riesgos del cambio climático bajo el pretexto de ser el exfundador de Greenpeace. Sin embargo, la organización ecologista ha desmentido en varias ocasiones que haya sido uno de sus fundadores y lo han definido como «un representante a sueldo de las corporaciones contaminantes. En VOX también han recurrido a la falsa historia de Moore para intentar desacreditar el cambio climático usando algunas de sus declaraciones.

En cuanto a Steven E. Koonin, se trata de un excientífico de la petrolera BP que ejerció durante dos años como subsecretario de Ciencia en la Administración del presidente estadounidense Barack Obama. Desde entonces, se dedica a negar el cambio climático. Llegó incluso a publicar un libro (El clima: no toda la culpa es nuestra) que ha sido ampliamente contraargumentado en prensa y revistas científicas, y hasta por un exalumno suyo. Todos concuerdan en que es un libro que recurre a los datos que más le interesan y a cifras desactualizadas, y que él es una persona sin conocimientos en la ciencia del clima.

Fuente: otros autores negacionistas

Buena parte del libro –más teórico que divulgativo– se basa en repasar el clima pasado para demostrar que el actual cambio climático es normal, que no está (solo) causado por las actividades humanas, y que todas las acciones que se llevan a cabo en materia de mitigación y adaptación responden a intereses de gobiernos y grandes empresas por seguir lucrándose e imponer su ideología

Una de las principales fuentes bibliográficas usadas por del Valle y Tarancón es el geógrafo especializado en climatología Antón Uriarte, ya fallecido. Si bien para muchos fue un referente en climatología, también era un declarado negacionista y retardista del cambio climático: defendía que más CO2 es bueno para la vida, rechazaba la influencia humana en el calentamiento global, criticaba el «alarmismo climático» y defendía el carbón frente a las renovables y la nuclear. Asimismo, el libro al que recurren los autores es de 2003, por lo que muchas de las referencias, teorías y datos empleados hace años que quedaron desfasados, como el del aumento de temperatura o que el Periodo Medieval Cálido fue más cálido que el actual calentamiento global.

Otra de las fuentes usadas por los autores es Polar Bear Science. Basta una búsqueda en Google para comprobar que no es más que el blog de la zoóloga canadiense Susan J. Crockford, popular por sus investigaciones no revisadas por pares y en contra de la evidencia científica sobre los osos polares y el calentamiento global. El consenso aquí, una vez más, es claro: a medida que el hielo marino del Ártico se derrite, a los osos polares les resulta más difícil cazar, aparearse y reproducirse. Ello implica, a la larga, que sus poblaciones disminuyan. Recientemente, Carbon Brief publicó un extenso reportaje sobre este tema con estudios y especialistas.

En Premoniciones, ambos investigadores incluyen argumentos que infunden miedo ante la transición energética y los cambios sistémicos necesarios para hacer frente al cambio climático: «Afirmar que la civilización es agresiva contra el planeta y que se deberían replantear algunos de sus avances básicos nos podría llevar de inmediato a ser incapaces de mantener el número de individuos que somos en la actualidad o de garantizar una calidad de vida suficiente, lo que propiciaría la paulatina desaparición de una parte del género humano», se puede leer en el libro. 

Asimismo, aseguran que «las agresivas políticas verdes relativas a energía, alimentación, normativas medioambientales, etcétera, nos han hecho enormemente débiles y dependientes, como la crisis desatada por la guerra de Ucrania ha demostrado». Y confiesan: «Queremos levantar la voz —o la palabra— para reivindicar una vida feliz, sin preocupaciones absurdas, sin losas para nuestra felicidad y centrándonos en los problemas reales».

Tampoco se libran de aparecer entre sus páginas el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU y quienes siguen sus informes: «El poder ha asumido la versión oficial del Cambio climático que difunde el IPCC sin espíritu crítico y se encuentra muy cómodo en esa posición porque le sirve de excusa para establecer ciertas políticas que en el fondo son ideológicas con la excusa de favorecer el medio ambiente». 

En un intento de desprestigiar el trabajo del organismo climático, denominan «predicciones» a lo que realmente son proyecciones científicas. Asimismo, yerran al decir que «la actual teoría del cambio climático tiene su origen en el nacimiento del IPCC», fechada en 1988. Y es que los estudios más sólidos sobre el cambio climático actual y la influencia humana se remontan a la década de los 70 del siglo pasado. En aquellos años, incluso las petroleras ya sabían con precisión cómo afectaría el calentamiento global al planeta.

Negación de la realidad

En el capítulo introductorio del libro, aparece una primera tabla que sirve como adelanto de la falta de rigor, datos falsos y manipulaciones que vendrán en los siguientes capítulos. Se trata de un listado con «los temas más candentes en los medios de comunicación». En su opinión, estos «se relacionan con el cambio climático, correcta o incorrectamente». 

Aquí, tanto Tarancón como del Valle incluyen temas que no se han vinculado con la crisis climática, como el agotamiento de recursos naturales o la contaminación lumínica. Sobre este último, más adelante mencionan una anécdota que, real o no, nunca ha supuesto un debate en los medios y la comunidad científica: «Algunas personas mayores pronuncian frases del tipo “Cuando yo era joven, el cielo de noche era precioso, podías ver miles de estrellas, pero ahora no se ven apenas. Y no digamos las luciérnagas… Con el cambio climático ya no queda ni una”».

En ese mismo listado, se mencionan otras problemáticas que la ciencia sí relaciona con el efecto del calentamiento pero que ellos tratan de desmentir o restar importancia. Para ello, atribuyen porcentajes que presuntamente definen la certeza y su relación con el cambio climático. Por ejemplo, aceptan que el ascenso del nivel del mar está relacionado al 100% con el cambio climático, pero le otorgan solo un 50% de certeza a esta evidencia. Sin embargo, basta con leer los últimos informes del IPCC para constatar que existe alta confianza al respecto, y que la influencia humana es el principal impulsor de estos aumentos desde al menos 1971.

También defienden –en contra de la evidencia científica– que el retroceso de los glaciares se debe en su mayoría a un ciclo natural del clima y no al cambio climático (falso), que no hay datos que vinculen las sequías con el cambio climático (falso), que las inundaciones se deben exclusivamente a «la invasión a la urbanización salvaje de cauces y zonas inundables» (falso), y que la desertificación a causa del calentamiento global no existe (falso). También incluyen desinformación sobre los incendios. A pesar de que el origen de estos suele ser humano (o natural, por un rayo, por ejemplo), el cambio climático influye de muchas formas en su propagación, haciendo que sean cada vez más virulentos y difíciles de apagar (aquí se explica).

Y, aunque reconocen la influencia de las emisiones de dióxido de carbono y metano en el cambio climático, consideran que «ciertas emisiones antrópicas se suman a las naturales» y que «saber su efecto directo es no obstante altamente complejo». Una vez más, esto es falso. El último informe del IPCC concluye que del aumento de temperatura global de 1,09 ºC (1850-2020), los humanos son responsables de 1,07 ºC a través de las emisiones derivadas de actividades humanas, principalmente la quema de combustibles fósiles y la deforestación.

Existen más imprecisiones, datos falsos y hechos manipulados en el libro. Entre estos, la afirmación de que los datos de temperaturas no son fiables por la ubicación de los termómetros y las islas de calor (hecho desmontado por muchos estudios y especialistas, entre ellos Kevin Cowtan), o restarle (erróneamente) importancia al papel del cambio climático en la propagación de enfermedades tropicales.

«Las actividades humanas, principalmente a través de las emisiones de gases de efecto invernadero, han causado inequívocamente el calentamiento global, con una temperatura global en superficie que ha alcanzado 1,1 °C por encima de 1850-1900 en 2011-2020. […] La evidencia científica acumulada es inequívoca: el cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud planetaria (confianza muy alta). Cualquier retraso adicional en la acción mundial concertada y anticipatoria sobre adaptación y mitigación hará que se pierda una oportunidad breve y que se cierra rápidamente para asegurar un futuro habitable y sostenible para todos (confianza muy alta)». Extracto del último informe del IPCC que resume siete años de trabajo y miles de estudios analizados por cientos de especialistas, entre ellos, un negacionista y empleados de petroleras.

* El artículo ha sido actualizado a las 13:40 para incluir declaraciones de Javier del Valle.

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COMENTARIOS

  1. Lo que el libro pretende es que se deje de aplicar el Manual del Inquisidor a quienes tienen posiciones críticas con las opiniones mayoritarias y que el debate con argumentos se abra paso ante el intento de imposición del pensamiento único. No defiende un negacionismo del cambio climático sino una necesaria reflexión sobre el peso que el ser humano tiene en él en relación con otros factores naturales que influyen en el clima tan potentes como la actividad solar, los cambios en la órbita terrestre o la actividad de los volcanes frente a los cuales la actividad del ser humano de queda pequeña aún siendo, por supuesto, existente.
    Por cierto, vaya asociación de “Extrema Derecha” tan rara que en sus actos utiliza la bandera constitucional (aunque en la foto no se vea doy fe de que es así).

  2. Parece un libro muy interesannte, lo compraré en cuanto pueda.

    Mi enhorabuena a los autores y la editorial por publicarlo y demostrar que el Dogma climático dominante, más una religión que ciencia, puede ser objeto de crítica fundada.

    Por mucho que les pese a los talibanes “negacionistas” que pretenden ocultar las causas NATURALES que motivan los cambios climáticos.

  3. Ese libro lo va a comprar su abuela y cuatro más. A lo mejor no tienen sentido comercial al futuro. ¿O igual piensan que los va a contratar una multinacional para que se hagan cargo del departamento comercial? Sólo es más barro

  4. Vivimos alarmados e intoxicado por los medios de comunicación, movidos por intereses económico y políticos .
    La gente en su inmensa mayoría desconoce que en la Edad Media hacía muchísimo calor y se denomina el Optimo Climático. Pero hubo sequías tremendas como relatan la fuentes árabes en el año 941 en Córdoba que secó los aljibes y esterilizó los campos. Después vino la llamada Pequeña Edad de Hielo en 1650, 1770 y 1850. Periodo en el que bajaron las temperaturas 7 grados y produjo verdaderas catástrofes en mucho países. En 1567, 1604, 1615 se produjeron sequías terribles, malas cosechas, hambre, muertes y emigración. Esa catástrofe explica la gran emigración de españoles a América en busca de la supervivencia durante esa época.
    En 1930 y en los años de postguerra también hubo sequías importantísimas, con sus consecuencias dramáticas.
    Los investigadores de la Universidad de Northumbria, afirman que del 2030 al 2040, se producirá un enfriamiento global intenso.
    ¿Ensuciamos los humanos el planeta y su atmósfera?. En parte si, pero él tiene sus propias irregularidades independientes,

  5. Es escandaloso este artículo. Se dedica a sabotear y menospreciar a los autores del libro. ¿Qué pasa, que si estoy en contra de la ideología de género y a favor de la familia tradicional soy de extrema derecha?
    El problema de fondo es que siempre hay alguien que nos quiere controlar y meter miedo. Antes era el infierno de Dante y ahora el climático.
    No se permite ni siquiera dudar -hombres de poca fe-, pues te señalan y te llaman negacionista, nada menos. Le recuerdo que el término “negacionista” se aplica a los que niegan el hecho histórico del Holocausto de los judíos por los nazis. No se abren al debate, a la confrontación de ideas, sino al insulto y el aislamiento. Esto último asusta y mucho a gran cantidad de científicos que prefieren callarse para no arruinar sus carreras.

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