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La inacción climática agrava cada vez más la salud física y mental

El sexto informe de 'The Lancet Countdown', centrado en salud y cambio climático, define el panorama actual como "desesperanzador". Subrayan la urgencia de integrar la mitigación y adaptación al cambio climático en los planes de recuperación de la COVID-19.
Foto: El informe hace un seguimiento de 44 indicadores sobre los vínculos entre la salud y el cambio climático.

Hacer frente a la crisis climática es una cuestión de salud, física y mental. Hay que desprenderse de la idea de que el cambio climático es un problema que afecta únicamente a los osos polares, al deshielo del Ártico y a otros sitios lejanos. Ocurre en todos los rincones del planeta, y los impactos llegan a todas las personas, sin excepción.

Sobre la idea de no separar la salud y los estragos sobre el clima siguen insistiendo una y otra vez innumerables especialistas. La última voz de alarma se encuentra en el recién publicado sexto informe anual de The Lancet Countdown, un documento emblemático de la revista The Lancet que representa el consenso de los principales investigadores de 43 instituciones académicas y organismos de la ONU. En él, se hace un seguimiento de 44 indicadores sobre los vínculos entre la salud y el cambio climático. Muchos de ellos están en rojo, síntoma de la preocupante situación actual de inacción. El panorama, con estos datos, es “desesperanzador”.

Y, como pasa siempre, las personas y regiones más vulnerables se están viendo afectadas de forma desproporcionada. Por ello, insisten en que se necesitan urgentemente políticas que protejan la salud de todos y no dejen a nadie atrás

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Los datos de este año muestran que el rápido aumento de la exposición a las olas de calor y a los incendios forestales, la sequía, los cambios en enfermedades infecciosas y la subida del nivel del mar –todos estos eventos agravados por el cambio climático– están perjudicando la salud de las personas en todas las regiones. “El cambio climático está aquí y ya lo estamos viendo afectar la salud humana en todo el mundo”, afirma el profesor Anthony Costello, director ejecutivo de The Lancet Countdown.

En 2020, las personas mayores de 65 años se vieron afectadas por 3.100 millones de días más de exposición a la ola de calor, en comparación con un promedio de 2.900 millones de días al año durante la década anterior. Datos que demuestran que los efectos del cambio climático se aceleran. Los habitantes de China, India, Estados Unidos, Japón e Indonesia son los más afectados, según el estudio.

Unas altas temperaturas que no solo afectan a la salud física. También a la mental, como evidencia The Lancet. Para el informe, midieron el efecto de las olas de calor en la salud mental de las personas mediante el análisis de más de seis mil millones de tweets de usuarios de Twitter de todo el mundo durante cinco años. El resultado: un aumento del 155% en las expresiones negativas durante las olas de calor en 2020 en relación con la media de 2015-2019.

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A estos fenómenos extremos hay que sumarle la mala planificación y adaptación. En este sentido, los autores señalan que los sistemas de salud están mal preparados para enfrentar las crisis de salud actuales y futuras provocadas por el clima. En una encuesta de la Organización Mundial de la Salud de 2021 sobre salud y cambio climático, solo 45 de los 91 países encuestados (49%) indican tener un plan o una estrategia nacional vinculada a la salud y al cambio climático. Y de esos 45, solo 8 informaron que sus evaluaciones de las consecuencias que tiene el cambio climático en la salud de su ciudadanía influyeron a la hora de asignar recursos humanos y financieros.

Principales hallazgos y conclusiones del informe:

  • El año pasado, hasta el 19% de la superficie terrestre mundial se vio afectada por una sequía extrema en un mes determinado, un valor que no había superado el 13% entre 1950 y 1999.
  • El cambio climático está produciendo un aumento en la frecuencia, intensidad y duración de las sequías, lo que amenaza la seguridad hídrica, el saneamiento y la productividad alimentaria, y aumenta el riesgo de incendios forestales y la exposición a contaminantes. Los cinco años con las áreas más afectadas por sequías extremas tuvieron lugar en último lustro. El Cuerno de África, una región azotada por sequías extremas recurrentes e inseguridad alimentaria, fue una de las zonas más afectadas en 2020.
  • Como se ha visto este año en Madagascar, el cambio climático amenaza con acelerar la inseguridad alimentaria, que afectó a 2.000 millones de personas en 2019. Según detallan los autores, el aumento de las temperaturas acorta el tiempo en el que las plantas alcanzan la madurez, lo que implica menores rendimientos y una mayor tensión en nuestros sistemas alimentarios. El maíz sufrió una disminución del 6% en el potencial de rendimiento de los cultivos; el trigo, una disminución del 3%; y el arroz, una disminución del 1,8%, en comparación con los niveles registrados entre 1981 y 2010.
  • La temperatura media de la superficie del mar incrementó en las aguas territoriales de casi el 70% (95 de 136) de los países costeros analizados, en comparación con los años entre el 2003 y el 2005. Esto se traduce en una creciente amenaza para su seguridad alimentaria marina. En todo el mundo, 3.300 millones de personas dependen de los alimentos marinos.
  • La posibilidad de que surjan brotes de dengue, chikunguña y zika es cada vez mayor en países con un índice de desarrollo humano muy alto, incluidos los países europeos. La posibilidad de que surjan infecciones por malaria está aumentando en las zonas montañosas más frías de los países que cuentan con un índice de desarrollo humano bajo. Las costas del norte de Europa y de los EE. UU. se están tornando más propicias para generar las bacterias que producen gastroenteritis, infecciones graves de heridas y sepsis. En los países con recursos limitados, la misma dinámica pone en riesgo décadas de progreso hacia el control o la eliminación de estas enfermedades.
  • Hay 569,6 millones de personas que viven a menos de cinco metros sobre el nivel actual del mar. Estas podrían enfrentarse a riesgos crecientes de inundaciones más grandes, tormentas más intensas y salinificación del suelo y el agua. Muchas de estas personas podrían verse obligadas a abandonar permanentemente estas áreas y migrar.
  • A nivel mundial, la financiación para la adaptación al cambio climático dirigida a los sistemas de salud representa solo el 0,3% de dicha financiación.

La pandemia como reflejo

El informe no pierde la oportunidad para establecer semejanzas entre la COVID-19 y la crisis climática. “Así como el mundo no logra entregar un suministro equitativo de vacunas contra la COVID-19, los datos de este informe ponen de relieve las desigualdades similares en relación con la respuesta mundial al cambio climático”, denuncian el grupo de especialistas.

Como mucha gente ha pedido, el documento apunta a la oportunidad única que supone aprovechar la recuperación poscoronavirus para cambiar el rumbo actual, poniendo en el centro de la acción una reducción de emisiones de carbono rápida que ayude a mejorar la salud y “proporcionar un futuro más equitativo y sostenible”. Insisten en que dar prioridad, una vez más, a los combustibles fósiles es un error por muchos beneficios económicos que pueda dar a corto plazo.

Maria Romanello, autora principal del informe, es clara con el panorama actual: “Este es nuestro sexto informe que monitorea el progreso en la salud y el cambio climático y, lamentablemente, todavía no estamos viendo el cambio acelerado que necesitamos. Cada día que demoramos en darle una respuesta al cambio climático, la situación se vuelve más grave“.

“Nuestra salud está pagando el precio de la falta de acción sobre el cambio climático. El informe de The Lancet Countdown nos muestra lo mucho que podemos ganar si adoptamos medidas climáticas ambiciosas: aire más limpio, reducción de los costes sanitarios y una sociedad más sana y justa”, señala María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y del Ambiente en la Organización Mundial de la Salud. “El argumento de la salud para la acción climática nunca ha sido más claro; ¿a qué estamos esperando?”, insta.

Este informe llega a las puertas de la próxima cumbre climática, la COP 26, que tendrá lugar en Glasgow. En un editorial, The Lancet lanza un recordatorio a la clase política: “El mundo está observando la COP26, percibida como la última y mejor oportunidad para restablecer el camino para alcanzar cero emisiones netas de carbono mundiales de aquí a 2050, y el interés público en el cambio climático es más alto que nunca, en parte debido a la participación y el activismo de los jóvenes a nivel mundial”.

Para reducir las emisiones y, a la vez, mejorar la salud, el informe ve necesario realizar cambios en la dieta. Un ejemplo que dan es “reducir en gran medida” el consumo de carne roja y aumentar el de alimentos de origen vegetal, sobre todo en los países más desarrollados. Esta recomendación va en línea con las hechas durante años por la comunidad científica y, más recientemente, por el ministro de Consumo, Alberto Garzón.

Esta no es la primera vez que la comunidad sanitaria ha alzado la voz para establecer vínculos entre la crisis climática y la salud. En septiembre, las principales revistas médicas del mundo publicaron un editorial con un mensaje común y claro: «Nuestra salud depende de que el mundo cambie de rumbo».

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COMENTARIOS

  1. La publicidad del tabaco fue prohibida legalmente en la UE por ser una amenaza para nuestra salud. Es hora de hacer lo mismo con las compañías de combustibles fósiles.
    La contaminación del aire causada por la quema de petróleo, gas y carbón mata a más personas que el tabaco cada año. Para ocultarlo y seguir haciendo negocios como de costumbre, las compañías de combustibles fósiles utilizan la propaganda como una cortina de humo.
    Como lo hicieron las compañías tabacaleras, las compañías de combustibles fósiles están inyectando dinero en publicidad y patrocinios en un último intento de mantenerse a flote, ignorando deliberadamente toda la evidencia científica que muestra que son una amenaza para nuestra salud y la salud del planeta.
    Es hora de cerrar la propaganda de los asesinos climáticos. Únete al movimiento para poner fin a la publicidad y los patrocinios de combustibles fósiles.
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