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Reacciones al informe del IPCC: “Demorarse es la muerte”

Políticos, expertos, científicos y representantes de diversas organizaciones reclaman una respuesta radical e inmediata al calentamiento global tras conocer el último informe del panel de la ONU.
El secretario general de la ONU, António Guterres, fue una de las personalidades que analizó con más contundencia la inacción climática señalada por el IPCC: “Esta abdicación del liderazgo es criminal”. Foto: XAVIER LEJEUNE / UNIÓN EUROPEA

El nuevo informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado hoy, abunda en los efectos catastróficos que ya está teniendo el cambio climático sobre la humanidad. Redactado como una especie de hoja de ruta para gobernantes, el texto señala, con el aval científico que le otorgan los 270 especialistas implicados en él, que la humanidad va un paso por detrás del calentamiento global y que la reacción debe ser inmediata. En resumen: el planeta no se dirige hacia la catástrofe, ya está en medio de ella.

En las últimas horas, las reacciones al informe se han sucedido entre clase política, especialistas y representantes de diversas organizaciones internacionales. “Este informe es un recordatorio brutal de que el cambio climático ya está matando gente, destruyendo la naturaleza y empobreciendo el mundo”, ha afirmado Laurence Tubiana, directora general de la Fundación Europea del Clima. “Hace tres meses, en Glasgow, en la COP26, todas las grandes economías acordaron reforzar su ambición, y ahora que entramos en la zona de peligro climático es vital que presenten nuevos planes ambiciosos en 2022. No puede haber más excusas ni más greenwashing”, añadió, coincidiendo con la impresión de Hoesung Lee. El presidente del IPCC fue muy claro en la presentación de este último informe: “Las medias tintas ya no son una opción”. En la misma línea, grave y contundente, se expresó el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres: “Demorarse es la muerte”. Especialmente duro estuvo con los responsables políticos de la inacción climática. “Los hechos son innegables. Esta abdicación del liderazgo es criminal”, aseveró.

Como cruel ejemplo de la urgencia requerida para limitar los daños del cambio climático, las regiones australianas de Queensland y Nueva Gales del Sur sufrieron en las últimas horas el impacto de inundaciones terribles. Por el momento, el recuento de víctimas mortales asciende a ocho personas. Las lluvias torrenciales -más habituales y severas en un contexto de cambio climático- han desbordado los ríos hasta el punto de anegar el centro de Brisbane. Los servicios de urgencia han rescatado a centenares de personas. Se estima que más de 15.000 hogares han quedado destrozados.

“He leído este informe con mucho miedo y tristeza, pero no con sorpresa”, declaraba Madeleine Diouf Sarr, ministra senegalesa de Medioambiente. “Confirma lo que ya estamos viendo y experimentando: el cambio climático está causando pérdidas y daños devastadores, y afectando de forma desproporcionada a nuestras personas vulnerables. Es urgente potenciar los esfuerzos de mitigación y adaptación temprana”.

Los más vulnerables

Actualmente, vastas extensiones en el Cuerno de África, desde el sur de Etiopía hasta el norte de Kenia y Somalia, sufren una sequía extrema que está generando una grave crisis alimentaria en la región, dejando a 13 millones de personas en situación de gran vulnerabilidad. “Los hallazgos del informe del IPCC suenan como una pesadilla, pero son una realidad diaria para las familias en Kenia y el Sur Global”, apunta Susan Otieno, directora ejecutiva de la ONG Alianza por la Solidaridad-ActionAid en Kenia. Allí, los pastores han perdido 1,4 millones de cabezas de ganado por la escasez de agua. “Y tememos que pronto serán niños muriendo de sed y hambre”, añade Otieno. Teresa Anderson, responsable de Justicia Climática en la misma organización, considera que el informe es “un catálogo desgarrador del inmenso sufrimiento que el cambio climático significa para miles de millones de personas, ahora y en las próximas décadas. No puedes leerlo sin sentirte mal del estómago”.

“Este último informe es un recordatorio aleccionador de que nuestra incapacidad global para reducir las emisiones está provocando efectos sanitarios, económicos y sociales devastadores en todo el mundo. Pero también es un recordatorio de que tenemos el poder de cambiar esto», afirmaba, por su parte, Christiana Figueres, ex secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. “Aún estamos a tiempo”, agrega Enric Sala, biólogo marino y explorador residente en National Geographic. “Si reducimos radicalmente nuestras emisiones de carbono y firmamos este año un acuerdo global para proteger al menos el 30% de nuestro planeta para 2030, tenemos muchas posibilidades de evitar lo peor. Necesitamos que los líderes mundiales lideren y apliquen las políticas que evitarán una catástrofe global”.

La urgencia transmitida por el IPCC ha sido recogida tambien por el ministerio español para la Transición Ecológica. Su titular, Teresa Ribera, ha advertido de que para reducir la vulnerabilidad frente al cambio climático la adaptación al mismo debe convertirse en una “prioridad mucho mayor en todos los países”. O se actúa ya, o puede sobrevenir una crisis alimentaria mundial. Así lo asegura Olivier De Schutter, relator especial de la ONU sobre Extrema Pobreza y Derechos Humanos y presidente del Grupo Internacional de Expertos en Sistemas Alimentarios Sostenibles: “La ciencia es clara: sin un cambio importante en las emisiones de carbono y en la forma de cultivar, es probable que veamos pérdidas masivas de cosechas y el colapso del sistema alimentario, y que las personas pobres sean las primeras y más afectadas por una crisis que no han causado».

«La desigualdad social, por causa de edad, raza, etnia o género, ahondará las consecuencias por efecto de la exposición y la vulnerabilidad. Ante un riesgo, no todos van a sufrir iguales consecuencias. Las mujeres, las niñas en particular, son más vulnerables porque las cargas no se distribuyen por igual», apunta José Manuel Moreno, catedrático de Ecología de la Universidad de Castilla-La Mancha y miembro del equipo de autores del VI Informe del Grupo II del IPCC. «La sociedad humana con sus desigualdades puede hacer que los efectos del clima terminen siendo perversos. Mejorar la sociedad, hacerla más justa, es una medida de adaptación al cambio climático, por alejado que esto pueda estar del clima», añade.

El imprescindible “esprint”

Como expresó Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, el “primer paso” fue conocer los datos, las evidencias científicas que nos alertaban de una subida de las temperaturas devastadora para el clima. Hace décadas que se conocen, pero sólo recientemente se les ha dado la debida consideración. “Ahora hay que transformar ese primer paso en un esprint”, añadió. Para algunas islas del Pacífico, de hecho, no hay otra opción.

Anote Tong, ex presidente de Kiribati, manifestó su tristeza y su impotencia tras conocer el informe del IPCC: “Mi pueblo está pagando el precio de la adicción del mundo a los combustibles fósiles. Desgraciadamente, nuestra capacidad de adaptación se ve gravemente limitada por nuestra falta de recursos. He visto a los kiribatianos construir muros marinos de coral porque no tienen otra cosa disponible. He visto cómo las casas son arrasadas por el mar sin que haya nada que las reemplace”. Hans-Otto Pörtner, copresidente del Grupo de Trabajo II del IPCC, insistía también en ese punto: “Es esencial contar con la financiación necesaria y el apoyo político adecuado”. Y esto es, en definitiva, lo que ha faltado hasta el momento. “Un apoyo adecuado a la adaptación por parte de los países ricos es tanto una cuestión de justicia como de supervivencia”, señalaba, por su parte, Hon Enele Sopoaga, ex primer ministro de Tuvalu.

El paralelismo con las viejas prácticas coloniales (extracción de recursos, pobreza inducida y abandono) no ha pasado por alto a los autores del informe. De hecho, han incluido el colonialismo por primera vez a la hora de enumerar los factores que han impulsado la vulnerabilidad de los territorios más afectados. “Es imperativo que los países industrializados aumenten significativamente la asistencia financiera para ayudarnos a adaptarnos a los impactos del cambio climático”, añadía Anote Tong. En otras palabras, los países industrializados lo han provocado y ahora no pueden lavarse las manos. Ni tampoco refugiarse en políticas de adaptación o en la contabilidad trucada de los mercados de carbono. “La adaptación –explica Tong– sólo nos ayudará hasta cierto punto. Si el mundo no actúa con urgencia para reducir las emisiones, llegará un momento, no muy lejano, en que la adaptación ya no será posible. Y entonces, ¿qué?”.

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COMENTARIOS

  1. Los compromisos climáticos de Glasgow, en peligro por un tratado obsoleto
    Un nuevo análisis del Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD) alerta de que los compromisos climáticos adoptados en Glasgow corren peligro para los países firmantes del TCE debido a su impacto en las inversiones fósiles.
    El Tratado de la Carta de la Energía podría costarle a los gobiernos miles de millones de euros por implementar medidas para eliminar el carbón, detener nuevas perforaciones y reducir las emisiones de metano.
    Coincidiendo con la 11º ronda de negociaciones para modernizar el Tratado de la Carta de la Energía, la campaña estatal No a los Tratados de Comercio e Inversión insiste en que la salida es la única vía.
    La 26ª Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26) celebrada en noviembre de 2021 recogió la presentación de nuevos compromisos de los países para la reducción de emisiones procedentes de la quema de combustibles fósiles. Unos compromisos que, aún siendo insuficientes, deberían suponer el inicio inmediato de la descarbonización a nivel global. Un nuevo análisis del Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD) alerta de que estos avances podrían verse obstaculizados por el Tratado de la Carta de la Energía (TCE), un acuerdo obsoleto de la década de los 90.
    Algunos de los compromisos adoptados por los gobiernos en Glasgow incluyen: la eliminación del carbón de forma gradual, la creación de la Alianza Más Allá del Petróleo y el Gas (Beyond Oil and Gas Alliance, BOGA, por sus siglas en inglés) con el fin de no emitir nuevas licencias para la extracción de gas y petróleo, y la reducción drástica de las emisiones de metano.
    El estudio analiza cómo el TCE puede obstaculizar la implementación de cada uno de estos objetivos a través de acciones a nivel nacional, ya que tendrán un impacto en las inversiones extranjeras en el sector energético, aumentando la probabilidad de demandas millonarias contra los Estados.
    Los inversores en combustibles fósiles perjudicados —tales como los operadores de centrales eléctricas de carbón— seguirán recurriendo al mecanismo de solución de controversias entre inversores y Estados (ISDS) que contiene el Tratado, con el objetivo de impugnar este tipo de decisiones. En este sentido, investigaciones recientes señalan que los inversores en energías fósiles utilizan cada vez más el TCE para mitigar las pérdidas que les ocasionan las políticas climáticas…
    https://www.ecologistasenaccion.org/191979/los-compromisos-climaticos-de-glasgow-en-peligro-por-un-tratado-obsoleto/

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