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Peter Howson: “La tecnología a veces es útil, pero nunca puede ser lo primero”

"Compensar' emisiones al volar a Benidorm no significa que otra persona salga a plantar árboles en tu nombre". Todo esto tiene truco, como explica este profesor de la Universidad de Northumbria experto en el impacto medioambiental del bitcoin.
Peter Howson, el profesor que ha estudiado el impacto de las criptomonedas en el medioambiente. Foto: P.H.

Peter Howson es profesor de la Universidad de Northumbria en Newcastle. Lleva varios años alertando de que el criptocarbono genera desafíos sociales y políticos que hasta ahora han escapado al escrutinio público crítico. El hype en torno a estas tecnologías, alerta Howson desde las revistas más prestigiosas en la materia, ha hecho creer que realmente pueden aplicarse a una amplia gama de industrias, prestar servicios sociales y terminar con nuestras preocupaciones sobre la gestión ambiental.

Una mirada más atenta revela que los discursos en torno a lo cripto, en definitiva, permiten que los mercados adquieran un rol fundamental en la resolución de la crisis climática. Por ejemplo, a través de la facilitación de mecanismos de mercado de activos naturales, como la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD+), cuyo objetivo es incentivar la conservación, haciendo que los bosques tropicales sean más valiosos vivos que talados. No obstante, como muestra Howson, el 95% de los créditos de deforestación, que representan millones de hectáreas de bosque conservado, se quedaron sin comprador.

Esta entrevista ha sido realizada en el marco de Crypto Syllabus, un proyecto del The Center for the Advancement of Infrastructural Imagination (CAII) que trata de ofrecer un archivo digital para comprender de manera crítica los discursos sobre estas tecnologías descentralizadas que han emergido en la esfera pública, narrativas e imaginarios hasta ahora monopolizados por unos cuantos fondos de capital riesgo, quienes han visto una oportunidad de negocio sin igual.

A continuación, Howson desentraña los mitos en torno al blockchain y las criptomonedas aplicadas al clima, critica el “colonialismo verde” o la “filantropía de vigilancia” que acarrean, y sugiere que prohibir el minado de bitcoin, cuyo consumo es mayor que el de conectar a la humanidad a Internet, sería una victoria fácil para los movimientos por el clima.

En un artículo sobre criptocarbono, publicado en 2019, usted discute cómo la retórica sobre la protección forestal que profesa el blockchain depende en última instancia de los mecanismos del mercado. Además, afirma que refuerza el imaginario de que el “capitalismo verde” es más efectivo y que legitima la política neoliberal detrás de tales esfuerzos. ¿Podría explicar cómo operan exactamente estos mecanismos de mercado en los proyectos de blockchain? ¿Puede hablarnos sobre su papel en la implementación de mecanismos de mercado de activos naturales, como el que propone REDD+?

REDD + es una idea que nació poco después del Protocolo de Kyoto. Existía este apetito por soluciones flexibles y hubo mucho entusiasmo entre los economistas a finales de los 90 y principios de los 2000, pues vieron oportunidades para que los mercados solucionaran el cambio climático inducido por el ser humano. Por lo tanto, indicaron, no era necesario producir leyes o evitar que las industrias obtuvieran grandes ganancias al estropear los sistemas que sostienen la Tierra. Según ellos, solo necesitábamos mejores estructuras de precios, es decir, que las consecuencias ambientales y sociales de hacer las cosas mal tuvieran un precio. En efecto, una gran parte de esa idea involucraba compensaciones. Aparentemente, los bosques podrían ser más valiosos utilizando una contabilidad inteligente que talándolos.

¿Qué ocurre si las aerolíneas y las centrales eléctricas de carbón no pueden reducir sus emisiones sin afectar a sus resultados finales? No importa, pueden pagar una serie de compensaciones superbaratas y, además, hacer que sus clientes las paguen. Así es cómo estas empresas se benefician doblemente: por un lado, mejoran su marca ecológica, y al mismo tiempo se aprovechan de los mercados de carbono.

Estos proyectos fueron una mala noticia para las personas que vivían en los bosques deforestados y en sus alrededores. También para los pueblos indígenas, quienes fueron expulsados ​​de sus tierras debido a lo que se ha dado en llamar “acaparamiento verde” o “colonialismo verde”. A continuación, estas personas a menudo se vieron obligadas a obtener medios de vida insostenibles que incluían la caza furtiva, la tala ilegal o simplemente trabajar en plantaciones de aceite de palma.

En este contexto, parece sencillo pensar que las criptomonedas o las cadenas de bloques no pueden hacer que el sueño de la economía verde sea más equitativo. Lo mejor que podemos hacer es devolver estos bosques a las comunidades indígenas que han vivido en ellos y los han gestionado de forma sostenible durante miles de años. Pero como se puede ganar muchísimo dinero vendiendo la economía verde, no creo que eso vaya a suceder.  

Dado su historial, ¿por qué considera que inicialmente hubo tanto entusiasmo por las promesas del blockchain asociadas a este campo? ¿Cuáles fueron las expectativas más utópicas asociadas con él? ¿Por qué se depositaron tantas esperanzas en la idea de “criptogobernanza”?

REDD + se basa en argumentos completamente estrafalarios, en lo que llamamos “narrativas de línea de base”. Vale la pena recordar que cuando alguien compensa sus emisiones al volar a Benidorm o donde sea, lo cierto es que eso no significa que otra persona salga a plantar árboles en su nombre para justificar el viaje. De hecho, solo está donando dinero a un proyecto de conservación que afirma haber evitado la tala de árboles. Y es bastante difícil, quizás imposible, saber realmente si esos árboles estaban protegidos o estuvieron en peligro real de ser talados. O si los árboles todavía existen, o si ahora son solo la plataforma de madera de alguien cuando dona su dinero. O si su donación va destinada a un vaquero en Indonesia que dice ser dueño de un bosque, pero en realidad es solo un campo de golf y vive en Benidorm. Así que esta es un área plagada de corrupción. Se cometieron fraudes en el pago del IVA por valor de miles de millones de euros mediante compensaciones.

Además, si hay tantos de estos bosques estilo REDD +, eso es porque a la gente se le prometió una economía de carbono en auge. Pero lo cierto es que el mercado para estos créditos nunca se materializó. Eso es debido a muchas razones, pero principalmente porque la gente, con razón, no confiaba en ellos. Entonces, esta tecnología mágica conocida como blockchain aparece casi al mismo tiempo que REDD +, y promete ser una tecnología en la que se puede confiar. No puedes confiar en los vaqueros del carbono ni en los gobiernos corruptos de repúblicas bananeras, pero te dicen que debes confiar en esas personas agradables de Silicon Valley porque cargan entradas en una base de datos electrónica compartida, segura e inmutable. También tenemos que escuchar que esta tecnología permite a la gente local que vive en los bosques y planta esos árboles cobrar por hacerlo, en lugar de que todo el dinero vaya a parar a horribles y corruptos intermediarios. O que los vendedores pueden conectar estas compensaciones de carbono a las criptomonedas, por lo que puede esquivar al recaudador de impuestos, realizar microcompras y evitar las tarifas de cambio. Y todo esto se puede automatizar con lo que ellos llaman “contratos inteligentes”. Entonces, teóricamente, si un satélite detecta que el bosque por el que se está pagando para su protección es en realidad un campo de golf, los fondos pueden retenerse. No hay gente pobre indigna de confianza tratando de pasar gato por liebre. Todo suena genial, ¿verdad?

En el artículo de 2019, usted y sus coautores identificaron cuatro errores típicos en los arreglos cripto-solucionistas inspirados en el blockchain. ¿Podría guiarnos rápidamente a través de ellos y proporcionar algunos ejemplos de cada uno?

Existían problemas fundamentales con los proyectos REDD + que la gente del blockchain afirma estar solucionando, pero en realidad solo están creando nuevos problemas o incluso empeorando los problemas originales. Estos son: escape, adicionalidad, permanencia y medición. El escape se refiere al hecho de que si bien la deforestación puede evitarse en un lugar, las causas fundamentales de la deforestación no se abordan, por lo que el problema simplemente se traslada a otra área de bosque o a un país diferente. La adicionalidad se refiere a la imposibilidad de predecir lo que podría haber sucedido en ausencia del proyecto REDD +. La permanencia indica que el carbono almacenado en los árboles solo se almacena temporalmente. Todos los árboles eventualmente mueren y devuelven el carbono a la atmósfera. Y por último está la medición, que en teoría calcula la cantidad de carbono almacenado en los bosques y los suelos forestales pero que es extremadamente compleja y propensa a errores importantes.

Estos problemas siempre han estado detrás de los proyectos de compensación climática, pero las iniciativas de criptocarbono no solo no han logrado superarlos, sino que en realidad los empeoran. Debido al dilema de “basura que entra/basura que sale”, los datos que se entienden como infalibles en una cadena de bloques son tan confiables o sospechosos como los datos almacenados en cualquier otra base de datos, y por lo general son todos muy defectuosos, pues están diseñados con el único fin de maximizar las ganancias del vendedor. Las comunidades son recompensadas con una criptomoneda, que efectivamente no tiene valor alguno para ellas porque normalmente no pueden gastarlo en tiendas o convertirlo en algo más útil. Y cuando pueden gastarlos, estos tokens están programados para que solo puedan gastarse en cosas en las que el donante quiere que se gasten, lo que yo llamo “filantropía de la vigilancia”. Además, muchos de estos proyectos de criptocarbono se basan en cadenas de bloques de prueba de trabajo (PoW), como Ethereum. Estas cadenas de bloques tienen una huella de carbono combinada equivalente a la de los países medianos, que emiten alrededor de 150Mt de CO2 al año. ¿Cómo puede ser eso una solución climática?    

Usted también ha escrito recientemente, y de manera bastante persuasiva, sobre el “cripto-colonialismo”, por el cual la tecnología blockchain estaría permitiendo nuevas formas de apropiación de recursos en el Sur Global. Es inquietante, aunque no sorprendente, que gran parte de ello se justifique bajo la bandera del “desarrollo sostenible”. ¿Podría darnos algunas nociones sobre qué se entiende exactamente por “cripto-colonialismo” y también sobre la historia del concepto, que es anterior a las criptomonedas? ¿Cómo se relaciona con la noción tan popular del “capitalismo del desastre”?

Originalmente, Michael Herzfeld usó el término “cripto-colonialismo” para dar sentido a la naturaleza clandestina de determinadas imposiciones geopolíticas que usaban la deuda y las relaciones comerciales asimétricas para mantener los lazos coloniales. En mi trabajo lo empleo de una manera diferente para mostrar cómo los experimentos de blockchain y criptomonedas se están imponiendo en lugares que sufren las cicatrices de las invasiones coloniales pasadas. Y sí, el desarrollo sostenible se utiliza a menudo para legitimar estos proyectos. Pero los desarrolladores de criptomonedas no necesariamente se sienten atraídos por las partes pobres marginadas del Sur Global y por que quieran arreglar las cosas en esos entornos. La pobreza, la opresión y la corrupción son las condiciones ideales para que los cripto-empresarios extraigan recursos, encuentren nuevos clientes y realicen pruebas en entornos reales. Al igual que el argumento de Naomi Klein sobre el capitalismo del desastre, los tech bros buscan poblaciones que hayan sufrido desastres climáticos, deudas y guerras, y cuanto más marcadas por el abuso colonial pasado mejor, para experimentar e incubar nuevas ideas sobre la criptografía. 

Cita algunos ejemplos muy interesantes de Indonesia y Zimbabue para mostrar cómo la tecnología blockchain permite nuevas formas de “apropiación ecológica”. ¿Podría explicarnos a qué se refiere y cómo se utiliza la cadena de bloques en este proceso?

No estoy seguro de cuántos de los proyectos que mencionaba en el estudio todavía están en marcha. Ahora bien, estoy seguro de que muchos de ellos hicieron dinero durante las primeras ventas de tokens y después se marcharon, jodiendo a los lugareños. Sabemos que en Zimbabue los nativos no han recibido nada por ceder sus tierras para estos proyectos. Y lo mismo ha pasado en Indonesia. La última vez que fui allí, las oficinas locales de estas áreas de conservación no tenían idea de cómo o por qué había personas en EE.UU. que usaban las criptomonedas para vender partes de los bosques en los que vivían. Ciertamente, no estaban recibiendo ni un sólo dólar. Muchos de ellos ni siquiera habían oído hablar de las criptomonedas o el blockchain. Pero desde que escribí ese documento, han surgido más y más proyectos de este tipo. Cardano, que actualmente es una de las mayores criptomonedas, acaba de crear una plataforma llamada Veritree. Seré claro: esa gente apesta. He escrito mucho sobre Cardano y lo que están imponiendo a la gente en Etiopía, devastada por la guerra, y en otros lugares. Predigo que estos proyectos de carbono no terminarán bien si Cardano está involucrado.   

Usted muestra que en varios de los proyectos de compensación de carbono basados ​​en blockchain en realidad no hay ningún impacto en las comunidades locales, y que la venta de créditos beneficia principalmente a los inversores en el extranjero. ¿Podría explicar cómo funciona y por qué no se acumulan beneficios para las comunidades a las que se supone que deben ayudar estas iniciativas criptográficas, supuestamente bien intencionadas? ¿Cómo es que los financieros del Norte Global son los que cobran ese dinero, una ironía máxima dado que se suponía que las criptomonedas ayudarían a contener y limitar su poder?

Principalmente porque es muy difícil en Europa o EE.UU. enviar dinero a países pobres sin pasar por los aros de KYC/AML, a los que ayudan intermediarios como PayPal y Western Union. En el Reino Unido puedo vincular mi billetera criptográfica a mi PayPal o a mi tarjeta de crédito. Yo puedo convertir mis Tree Coins en Fish Coins y volver a libras esterlinas sin problema, pero no se puede hacer tan fácilmente en Perú o Zimbabue. Todo esto es inútil porque las comunidades que reciben el dinero no pueden comprar nada con Tree Coins. Y todos estos créditos de carbono se produjeron hace años. Cuando alguien compra estos tokens/créditos, el proyecto de compensación simplemente toma su dinero y se lo devuelve a sus inversores y directores. Empleando un ejemplo: coge el dinero real de Peter para pagarle a Paul, mientras le da tokens criptográficos inútiles a Bill, que no puede gastarlos en nada. Y luego, Peter recibe un certificado electrónico que sugiere que algunos árboles existieron una vez en el pasado. Eso es prácticamente todo. Ese es el modelo de negocio. 

Usted ha explorado la capacidad de la tecnología blockchain para impulsar la agenda del decrecimiento y ha descubierto que, aunque es potencialmente útil, presenta una serie de dilemas a los defensores del decrecimiento. ¿Qué debe cambiar para que las tecnologías blockchain sean útiles para esta agenda?

El único propósito de una cadena de bloques es reemplazar la necesidad de confiar en alguien. Y, sin excepción, cada intento de usar una cadena de bloques para algo ha dado como resultado la creación de una plataforma que funcionaría mejor sin una cadena de bloques. Usando una base de datos compartida convencional, por ejemplo. Sin embargo, estamos viendo experimentos con blockchain para cosas como micro-redes de energía local y monedas comunitarias. También están siendo utilizados por grupos indígenas para hacer valer los reclamos de tierras consuetudinarios. Potencialmente, la tecnología abre puertas a nuevas posibilidades. Y es posible que hayas escuchado esta cita, atribuida a Slavoj Žižek o Mark Fisher [la cita original es de Fredric Jameson]: “Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”. Bueno, pues algunos de estos proyectos basados en blockchain están ayudando a las comunidades a superar la crisis neoliberal de la imaginación. Pero los decrecentistas, o cualquier otra persona interesada en construir un futuro poscapitalista sostenible, deben ser conscientes de que los proyectos de blockchain existen porque sus usuarios no confían en sus instituciones ni en ellos mismos. También deben saber que esas ideas nacen de la teoría de juegos. Proof of Work, que es el protocolo de consenso que asegura muchas de estas cadenas de bloques, depende de la idea de John Nash: “Fuck You Buddy” [‘Vete a la mierda, amigo’]. Esta es la idea de que todos los que utilizan una red actúan únicamente en pos de sus propios intereses. Y ese privilegio del individuo soberano produce lo que Hayek y otros denominan “orden espontáneo”: la paz a través de la sospecha sobre el otro y la competencia en el mercado. Ivan Illich, un destacado decrecentista en la década de 1970, definió la convivencia como “la libertad individual realizada en la interdependencia personal”. Eso es todo lo contrario al Fuck You Buddy. Por tanto, los proyectos de decrecimiento nunca deberían ser usar el blockchain para sus fines.

Las tecnologías blockchain también se han utilizado ampliamente en el contexto del desarrollo y en la filantropía. Tras haber estudiado su implementación en múltiples proyectos, usted ha advertido sobre el aumento de la “filantropía de vigilancia”, gran parte de ella habilitada por la cadena de bloques. ¿Podría explicar qué es esto y cómo está transformando las relaciones de poder entre donantes y receptores de ayuda? ¿Cuáles son algunas de las principales compensaciones y desventajas de confiar en las infraestructuras de cifrado en este campo?

En este momento las organizaciones benéficas se encuentran en un gran aprieto. Por ejemplo, debido a la COVID, en Reino Unido y EE.UU. estas organizaciones benéficas han quebrado porque no pueden generar dinero. Las personas y las corporaciones no están donando como antes porque temen que se avecine una recesión económica. Y todo esto está sucediendo cuando las criptomonedas están en auge. Muchos de los primeros en adoptar bitcoins consiguieron acumular cientos o incluso miles de bitcoins con muy poco esfuerzo en 2010. Ahora, 10 años después, son multimillonarios. Entonces, las organizaciones benéficas están buscando a este nuevo grupo de criptorricos como fuentes de efectivo. Y estas personas son jóvenes, quienes tradicionalmente nunca han dado dinero para fines benéficos con regularidad, como sí hacen las personas mayores. Además, las organizaciones benéficas también están en un aprieto porque la gente no confía en ellas. Escándalos de abusos de altos cargos en Haití y la República Democrática del Congo, salarios masivos y bonificaciones anuales para los jefes de ONG, organizaciones como WWF acusadas de ser cómplices de tortura, violación y asesinato en sus áreas de conservación, etc, etc. Entonces, muchas instituciones benéficas están recurriendo al blockchain como una forma de mejorar su imagen, haciéndose más transparentes y confiables.

Al usar esta tecnología, las organizaciones no gubernamentales abren un cambio de poder masivo en el sector. Con la financiación de proyectos tradicional, los donantes generalmente solo tenían que confiar en organizaciones benéficas para enviar los fondos a donde se les prometía. Pero con cadenas de bloques compuestas de “contratos inteligentes”, los donantes pueden codificar las condiciones en la plataforma de donaciones. Funciona así. El cripto-entusiasta cotidiano rara vez es un experto en las complejas realidades de los proyectos de ayuda humanitaria y de socorro en casos de desastre. Pero con las donaciones criptográficas, los donantes pueden eliminar la flexibilidad de los expertos mientras ejercen el máximo control sobre las acciones de las organizaciones benéficas. 

AidChain, quizás el ejemplo más claro de “filantropía de vigilancia”, ha desarrollado un token llamado AidCoin con la intención de que se convierta en el método mundial preferido para las donaciones caritativas. Con un contrato inteligente, los donantes pueden rastrear y administrar cómo se gastan los fondos. AidChain incentiva a las organizaciones benéficas a pagar a sus proveedores de servicios en aidcoin y mejorar la transparencia en el proceso de seguimiento. Para un proyecto similar, llamado Promise Giving, los fondos se devuelven al donante automáticamente si la organización benéfica receptora no hace exactamente lo que dijo que haría. Hay proyectos de blockchain que solo emiten fondos para personas pobres con niveles de cortisol en saliva altos, lo que demuestra que están lo suficientemente estresados. Hay otros proyectos que exigen que los refugiados tengan una billetera criptográfica vinculada a sus datos biométricos y deben tener escáneres de iris si quieren comprar cosas en el mercado. Entonces, todo esto está brindando la máxima vigilancia y control sobre los donantes por parte de todos los criptobros en el sótano de sus padres sin idea alguna sobre la caridad. Mientras tanto, las organizaciones benéficas que se enfrentan a la bancarrota tienen que adaptarse a esta nueva configuración o ir a la quiebra.

Escribe que el monitoreo hipereficiente del gasto que facilita la cadena de bloques podría limitar la capacidad de algunas organizaciones sin fines de lucro para actuar sobre las causas estructurales de los problemas que están abordando, ya que ese trabajo a menudo es difícil de encasillar en la financiación de proyectos específicos. Este parece ser la crítica principal que hace a los proyectos basados ​​en blockchain, y también en otros campos. Es decir, sean cuales sean los beneficios locales, algunos elementos de la totalidad del problema en cuestión no están siendo captados o abordados. ¿Hay alguna forma de reconciliar las posibilidades tecnológicas de la cadena de bloques con una epistemología política que esté más abierta a consideraciones de totalidad y estructura? 

No lo creo posible. La pobreza, las crisis climáticas, los bosques y la conservación de la biodiversidad, todos estos son desafíos políticos. Por lo general, necesitan soluciones políticas. En mi opinión, las personas criptográficas son realmente reacias a esta lectura. Se ha trabajado mucho sobre por qué las compensaciones de carbono no funcionan, o por qué las intervenciones de desarrollo internacional de arriba hacia abajo no funcionan. Y luego aparece un geek del MIT, o algún tipo con su pijama de bitcoin, y propone un experimento grandioso con una cadena de bloques en una conferencia climática y a todos les encanta. Décadas de investigación que muestran exactamente por qué no funciona y nunca puede hacerlo van a la papelera. “¡Tiene una cadena de bloques!”, gritan. Es “innovación”. “Vamos a hacerlo”. Bueno, pues tengo que decirles algo: fracasa. La tecnología a veces es útil, pero la tecnología nunca puede ser lo primero. Es un martillo enorme que busca cualquier cosa que parezca un clavo. Necesitamos personas en el campo que sean expertos y que decidan cuándo las soluciones tecnológicas son apropiadas, no geeks del MIT. 

En su artículo más reciente, coescrito con Alex de Vries, señala las muchas formas en que la minería de criptomonedas afecta de manera desproporcionada a las comunidades pobres y vulnerables. ¿Podría darnos algunos ejemplos, especialmente ahora que algunos países, como China, se mueven agresivamente hacia prohibir la criptominería? ¿De qué manera la naturaleza altamente lucrativa (y especulativa) de esta minería, ayudada por el blockachain, retrasa los objetivos para la transición gradual hacia las energías renovables? 

Ese documento analiza específicamente las criptomonedas PoW, a saber, Bitcoin y Ethereum, que utilizan mucha energía. Consumen más energía que conectar a todo el mundo a Internet, más que Tailandia, Polonia y otros países grandes. Hablamos de un consumo de 200 TwH de electricidad al año. China ha sido la superpotencia mundial de referencia en la minería de bitcoins, pero su participación en el poder de hashing de bitcoins [un parámetro de seguridad fundamental, pues cuanto mayor es el poder computacional en la red, mayor será su seguridad] ha pasado del 75% al 8% en solo unos pocos meses. Todos esos mineros están ahora viajando, tratando de absorber cualquier energía barata y otros recursos que necesitan para mantenerse en la competencia de minado de bitcoins. En Texas, donde 700 personas murieron el año pasado debido a su dudosa red de energía, ahora tienen bitcoiners. ¿Cuántas muertes habrá invierno?

Muchas de estas máquinas de bitcoins también se han dirigido a Irán, Moldavia y el territorio de Abjasia, en el Mar Negro, donde se ha culpado a la minería de bitcoins de las líneas eléctricas sobrecargadas y los incendios de centrales eléctricas, dejando a muchos hogares sin electricidad, en medio de un frío tremendo durante días. En el estudio hablamos del pueblo navajo. 14.000 personas en los territorios navajos no tienen electricidad, pero para traer dinero al territorio están vendiendo a los bitcoiners la energía de carbón que tienen a una décima parte del precio por el que se la venderían a otros ciudadanos. Los bitcoiners se sienten atraídos por estos lugares debido a su energía subsidiada. No obstante, estos subsidios fueron diseñados para reducir la pobreza energética, en lugar de aumentar las ganancias de los bitcoiners extranjeros.

Nuestro estudio también considera qué se puede hacer al respecto en términos de regulación. Hemos tenido soluciones de mercado voluntarias durante algún tiempo. Por ejemplo, el Crypto Climate Accord, que cuenta con el respaldo de la ONU, y el Bitcoin Mining Council, pero no son más que un dispositivo de greenwashing ecológico. La prohibición de la prueba de trabajo (PoW) en la minería podría ofrecer una solución, pero ello podría necesitar de una prohibición global coordinada para controlarla en un plazo decente. Algunos países ya están analizando esto, incluidos Suecia y Noruega en Europa. También Islandia. China, como usted señala, recientemente ilegalizó las transacciones con criptomonedas e India parece estar progresando hacia algo similar. Si la respuesta está coordinada, contemplaremos el efecto que vimos en China, donde el problema simplemente se traslada hacia países aún más pobres, con una producción de energía más sucia. Esto muestra la necesidad de una prohibición global coordinada para abordar realmente el problema. Prohibir la minería de bitcoins sería una victoria muy fácil para la acción climática. Pero no me hago ilusiones. Los gobiernos tardaron casi cien años en eliminar el plomo de la gasolina, y además ven las criptomonedas y el blockchain como «innovación». Ello encaja con su política neoliberal. Si queremos que el bitcoin desaparezca de una vez, la gente simplemente debe dejar de comprarlo y dejar de tener nada que ver con las empresas que invierten en él.

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COMENTARIOS

  1. No digo que no sea necesaria la tecnología, pero es que en pocos años hemos pasado a depender totalmente de ella y lo más negativo que veo es que nos está entreteniendo y nos está alejando de nosotros mismos, de nuestra faceta humana, de que nos ha hecho perder o vamos en camino de perdernos como conciencia consciente. Y cuando ya no estamos centrados en nosotros mismos, cuando ya hemos perdido el “norte”, el enemigo puede hacer de nosotros lo que quiera. Los amos del mundo especulan con nosotros y nosotros nos ofrecemos como conejillos de indias sin sin objeción alguna.

  2. SOLUCIONES BASADAS EN LA NATURALEZA. (SbN)
    Las SbN son una nueva forma elegante de referirse a la compensación de emisiones de carbono que pone precio a la naturaleza para que los contaminadores puedan seguir contaminando, la industria de la conservación pueda embolsarse miles de millones de euros y los especuladores consigan beneficios.
    De este modo, los grandes contaminadores argumentan que está bien seguir expulsando gases de efecto invernadero, siempre y cuando “compensen” su contaminación o destrucción plantando algunos árboles en algún lugar o “preservando” un bosque existente. Pueden hacerlo a través de los mercados de “créditos de carbono”.
    Las SbN para combatir el cambio climático del clima son un intento más de maquillar de verde la misma explotación que hemos visto siempre: arrebatar las tierras de los pueblos indígenas en beneficio de corporaciones e individuos ricos.
    “El programa REDD (…) es un gran engaño a la población del planeta. ( Ninawa, líder huni kui)
    https://www.youtube.com/watch?v=Jr3BsaZP4J4

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