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«Aún queda mucho por conseguir, pero al menos el vegetarianismo ya no es un estigma»

Cuatro personas veganas y vegetarianas explican la implicación, los cambios en la percepción social y las dificultades de esta forma de consumir que prescinde de los productos de origen animal.
Frutas y verduras en un mercado de Sevilla. REUTERS/Marcelo del Pozo Foto: Frutas y verduras en un mercado de Sevilla. REUTERS/Marcelo del Pozo

A raíz de que el pasado jueves, el IPCC, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas, publicara un informe donde se recomienda replantearnos el actual modelo alimenticio para que el consumo de carne sea menor y se priorice los alimentos de origen vegetal, hablamos con cuatro personas veganas o vegetarianas sobre la percepción social, las dificultades y la implicación de esta forma de consumir y alimentarse que prescinde de la carne y el pescado en el caso del vegetarianismo y de todo producto de origen animal —incluidos los productos lácteos o la miel— en el caso del veganismo. Todas ellas explican cómo, desde acciones a priori individuales, presionan para lograr cambios sistémicos y a mayor escala que repercutan en la industria alimentaria, las empresas y las políticas ambientales. [Sobre cómo cambiar el sistema capitalista hablaremos en otro momento].


Marta Peirano, periodista y escritora

¿Desde cuándo eres vegetariana?

Soy vegetariana desde los 15 años. Durante casi una década fui vegana pero porque vivía en Berlin y allí es muy fácil prescindir de los productos de origen animal. Ahora soy vegana en casa y vegetariana fuera, como Peter Singer.

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¿Por qué decidiste serlo?

Porque nuestro apetito insaciable por la carne animal es autodestructivo. Está destruyendo el único planeta en el que podemos vivir.

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¿Qué dificultades al respecto has encontrado en este tiempo?

Aquí se castiga el vegetarianismo de manera estructural, como un sacrilegio. No solo por falta de opciones en los restaurantes, también en tu propio círculo. A menudo acabas comiendo ensalada con patatas fritas y pagando el chuletón de los demás, mientras un pesado te arruina la noche con un estúpido interrogatorio. Tengo que decir que esto solo pasa en España. Aquí es más fácil decir que te gustan las menores que preguntar si hay algo en la carta que no incluya cadáveres.

¿Consideras que últimamente ha cambiado la percepción social que se tiene sobre el veganismo y el vegetarianismo?

Fuera de España sin duda alguna. Creo que no tengo ningún amigo extranjero que siga comiendo carne. En España hemos pasado del “yo fui vegetariano y tuve que dejarlo” y “me encantaría ser vegetariano pero soy incapaz” al “cualquier día de estos dejo de comer carne porque se están cargando el planeta”. Pero comemos más carne que nunca.


Javier Bauluz, bombero militar

¿Desde cuándo eres vegano?

Desde agosto de 2017. Antes fui vegetariano, desde septiembre de 2016.

¿Por qué decidiste serlo?

Por ética, por los animales. Pudiendo no hacer daño en mi forma de alimentarme, elijo no hacerlo. Primero fui vegetariano para no hacer un cambio muy brusco al cuerpo y también por disponibilidad en ese momento.

¿Qué dificultades has encontrado en este tiempo para seguir una dieta vegana y vegetariana?

Sobre todo en lo social, cuando vas a comer con amigos siempre tienes que estar planeándolo de antemano: llevar algo de tu casa, haber comido ya algo o llevar buscado un sitio que sepas que tiene opción vegana o vegetariana. Esto en una ciudad —yo vivo en Oviedo—. En un pueblo es todavía más difícil. Durante el tiempo que he sido vegano, he tenido que volver al vegetarianismo un par de días por disponibilidad del lugar en el que estaba.

También en el trabajo, cuando hacemos guardias nos traen comida y muy rara vez hay algo vegano, con lo cual lo que hago es llevarme yo comida o cocinar algo en la cocina de allí. No se tiene en cuenta de ninguna manera que alguien siga una dieta vegana.

¿Consideras que en los últimos meses ha cambiado la percepción social que se tiene sobre el veganismo y el vegetarianismo?

Sí, un poco sí. Aunque también coincide que es cuando yo me he metido más en este mundo. Pero sí que mucha gente deja de verlo como “cuatro hippies comiendo plantas” y se dan cuenta de la implicación tanto ética como ecológica que acaba teniendo. Ahora hay mucha gente que viene y me dice que tiene más sentido una dieta sin carne ni pescado.


Eva Peces, jurista

¿Desde cuándo eres vegetariana?

Desde los 16 —ahora tengo 29—. En un primer momento fue algo progresivo: los primeros meses comía pescado una vez a la semana.

¿Por qué decidiste serlo?

Me hice vegetariana porque me interesaba la cuestión climática. En aquellos tiempos, leí un reportaje sobre algo relacionado con la deforestación de bosques de Argentina para plantar soja para alimentar a todos los animales del mundo que sobreexplotamos en fábricas y granjas para tener carne y pensé que realmente comíamos mucha carne. Yo vengo de una familia en la que siempre se ha comido de todo y hemos comido bastante verdura siempre, así que fue bastante sencillo. Además, fui a un nutricionista y a un endocrino para entender qué cosas tenía que cuidar en la alimentación, sobre vitaminas y demás.

¿Qué dificultades has encontrado en este tiempo?

Sobre todo y al principio, sociales. Cuando decías en algún sitio que eras vegetariana, parecía que estabas atacando directamente a las personas que sí comen carne. Eso me resultaba bastante asombroso: no me estás preguntando por qué he dejado de comer carne por interés sino que me estás juzgando automáticamente porque piensas que yo te estoy juzgando a ti.

Ahora yo creo que está bastante más normalizado, también en España, donde siempre ha sido muy complejo. Lo típico de salir a cenar con los amigos y que no haya nada que puedas comer excepto un sándwich vegetal que lleva atún.

Dificultades económicas ninguna. De hecho creo que es mucho más barato a nivel personal comer verduras frescas que comer cárnicos y pescados. Sí que es verdad que si te dedicas a comprar todos los sustitutivos de la carne a base de soja que venden en los supermercados, ahí sí es más caro. Pero yo no los he consumido, ya que mi principal motivación era climática, creo que esos productos tampoco ayudan a resolver el problema por el que yo decidí dejar de comer carne y pescado. 

¿Consideras, entonces, que ha habido un cambio en la percepción social sobre el vegetarianismo?

Sí. Aún queda mucho por conseguir pero ya no es un estigma. Hay más información y la gente empieza a concienciarse un poco más. Siempre queda gente que te hace las mismas preguntas sin querer entender sino realmente juzgar pero en general sí ha cambiado. También es verdad que queda mucho por hacer en relación a otros países. Yo viví dos años en Alemania y allí había un nivel de concienciación bastante importante y más respetuoso. Pero aquí ya no recibo las críticas que recibía antes sino más interés.


Dani Cabezas, periodista y músico

¿Cuándo comenzaste a ser vegetariano y, después, vegano?

Me hice vegetariano hace siete años. Dos años después di el paso al veganismo.

¿Por qué tomaste esta decisión?

Por una cuestión ética y de justicia básica: considero que los animales merecen respeto. Y ese respeto es incompatible con la explotación animal y con pagar a alguien para que los hacine y los mate tras toda una vida de sufrimiento. Ese fue el motivo fundamental. La cuestión medioambiental es secundaria, aunque evidentemente es otro punto a favor del veganismo: la huella hídrica de la carne, las emisiones, la contaminación de los acuíferos y la deforestación asociada a la ganadería son, por sí solas, realidades que deberían hacernos reflexionar sobre nuestra manera de alimentarnos. Pero conviene incidir en la idea de que el veganismo no es una dieta, una tendencia o una moda, sino una lucha política contra una forma de opresión: la que ejercemos sobre animales que sienten y sufren de manera muy similar a la nuestra, dado que nosotros también somos animales. Así pues, el veganismo rechaza el consumo de alimentos de origen animal, pero también su uso para confeccionar pieles, para utilizarlos en la experimentación o para divertirse a su costa en zoológicos, acuarios o espectáculos taurinos.

¿Qué dificultades has encontrado en este tiempo?

No he tenido especial dificultad en ningún aspecto. Ser vegano es bastante más sencillo de lo que mucha gente piensa. Se trata simplemente de cambiar el chip frente a un modelo de pensamiento carnista que se nos ha transmitido desde niños: una vez haces determinadas conexiones todo resulta sencillo y natural. A nivel económico, y al contrario de lo que mucha gente piensa, ser vegano no es más caro: las verduras, frutas y legumbres son más baratas que la carne y el pescado. A no ser que te alimentes de sucedáneos y productos precocinados (que estos sí son más caros), un vegano no gasta más dinero en alimentación que una persona que consume productos de origen animal. A nivel social sí noté que hay determinadas cosas a tener en cuenta, por ejemplo cuando sales a cenar con amigos. Pero nada a lo que uno no se acostumbre pronto. En ese sentido, las opciones veganas se han multiplicado e inevitablemente seguirán yendo a más.

¿Consideras que últimamente ha cambiado la percepción social hacia el veganismo y el vegetarianismo?

Evidentemente el veganismo crece a medida en que lo hace la información sobre cómo tratamos a los animales, las condiciones de su explotación y las consecuencias medioambientales del consumo de productos de origen animal. En lo puramente alimentario sigue existiendo cierto rechazo: al fin y al cabo, todo lo que suponga poner en entredicho determinados privilegios y abogue por renunciar a ellos genera cierta hostilidad. Alguien dijo una vez que es más fácil que la gente cambie de religión que de dieta, y no le faltaba razón. Pero creo que a medida que siga creciendo la sensibilidad y el respeto hacia los animales irá creciendo de manera exponencial el número de gente que decida dejar de ponerlos en su plato. No necesitamos participar de la explotación de los animales para comer, vestirnos o divertirnos, y la prueba somos los millones de veganos que estamos perfectamente sanos sin hacerlo. Por lo tanto, creo que seguir formando parte de algo que es a todas luces perverso como la industria de explotación animal bien merece una reflexión por parte de cualquier persona que se considere a sí misma justa y crítica con el sistema en el que vivimos.

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COMENTARIOS

  1. Por que se destruye el planeta? A caso no se han bajado los niveles de contaminación a mínimos históricos? El planeta lo destruimos nosotros solitos y las grandes ciudades son el principal responsable, no vengáis a enseñarnos a la gente del campo como tenemos que vivir, deberían ustedes replantearse su vida y la forma de consumo en general que tenéis para que halla así un menos impacto medioambiental en el mundo. Deja de cambiar de movil cada 6 meses, deja de comprar tanto a multinacionales y empieza a apoyar el pequeño comercio. El problema no está en la comida, esta en la ignorancia. Respeto a los veganos, he comido y cenado con ellos y tan tranquilo, cada uno es libre de hacer lo que quiera pero no os creáis que sois moralmente superiores a nadie.

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