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El trabajo del futuro: un reto climático

"La lucha política debe venir con un proyecto de futuro, y es aquí donde no caben todos los empleos, ni el modelo laboral actual basado en la explotación incesante de recursos naturales dentro de un planeta finito", reflexiona la autora.
Foto: Pixabay

Cientos de trabajadores se manifestaban hace poco en Galicia en contra de la normativa europea que prohíbe pescar a más de 400 metros de profundidad en casi 90 zonas del Atlántico. «Non somos depredadores, somos traballadores», decía Nacho Vázquez, uno de ellos. La estabilidad económica de muchas familias está en juego si finalmente entrase en vigor esta medida, pensada para proteger la biodiversidad marina en una época que ha sido calificada como Sexta Extinción. La pesca de arrastre, una práctica que consiste en desplegar enormes redes a gran profundidad, es especialmente dañina para multitud de especies, muchas de las cuales acaban muriendo en el proceso, sin convertirse en comida, mientras se generan cantidades ingentes de residuos plásticos, como analizábamos en el último programa de Climática con Carne Cruda. Sin embargo, tras su restricción se abre paso el horrible fantasma del paro, como legítimamente alertaban estos trabajadores. 

El problema no es baladí, pues refleja una de las grandes dificultades que entraña la mitigación de la crisis climática: a saber, que la actividad humana, honrada, e incluso muchas veces crucial para cubrir necesidades esenciales como la alimentación, es terriblemente destructiva para con otros animales, de los que a medio y largo plazo también depende nuestra supervivencia. A corto plazo, sin embargo, sirve para pagar el alquiler, comprar libros de texto a los niños; en definitiva, da de vivir a parte de la ciudadanía.

Qué trabajos podemos o no desempeñar en mitad de la ineludible emergencia medioambiental, cómo va a reestructurarse el mercado laboral y qué mecanismos de justicia social van a ponerse en marcha a nivel institucional para que los más vulnerables no paguen una crisis en la que acumulan más responsabilidad las clases altas son algunas de las grandes preguntas de esta década, y probablemente de este siglo.

Como con todo asunto complejo, no existen recetas milagrosas, e incluso los habituales discursos ideológicos chocan con esta situación sin precedentes. Un marxismo de manual, o hasta una aproximación ortodoxa a los derechos humanos, animaría a defender a toda costa al trabajador en sus reivindicaciones tradicionales, aunque estas se enmarquen en un paradigma disfuncional. Pero cuando no haya peces, ni aire respirable, ni árboles, esa defensa habrá supuesto poco más que un minúsculo salvavidas en el oleaje de un tsunami. Por ello, la defensa de los derechos de todos ha de hacerse desde una conciencia ecológica que, fundamentada en datos científicos, divise soluciones adaptadas a la gravedad que nos espera. En otras palabras: la lucha política debe venir con un proyecto de futuro, y es aquí donde no caben todos los empleos, ni el modelo laboral actual basado en la explotación incesante de recursos naturales dentro de un planeta finito.

Asegura un informe reciente de Ecologistas en Acción que hay sectores forzosamente obligados a decrecer, como el de la automoción, responsable de 1,8 millones de puestos de trabajo en nuestro país, y el del turismo, que emplea a 2,62 millones de personas. Estamos hablando de un altísimo porcentaje del PIB que, si desapareciese, provocaría el hundimiento inmediato de la economía española; estamos hablando, que no se nos olvide, no de cifras, sino de gente posiblemente hambrienta, desahuciada, que en otro momento contribuyó su mejor mano de obra a una tarea decente. No obstante, la carestía de los combustibles fósiles –en parte debida al peak oil o cénit del petróleo– y el compromiso perentorio de reducir emisiones de gases de efecto invernadero imponen un escenario donde el vehículo privado será pronto inconcebible, la aviación que cada año transporta a miles de turistas a nuestras costas será inviable, y hasta esas playas atestadas de bañistas podrían volatilizarse por la erosión y las subidas del nivel del mar. 

Nadie en su sano juicio querría aniquilar las formas más honradas de ganarnos las lentejas, pero si esas lentejas se cultivan en el cráter de un volcán y éste entra en erupción, lo mejor es abandonarlas. A cambio, el informe propone la creación de puestos destinados a la agroecología, la gestión forestal y de residuos, insuficientes numéricamente incluso si los trabajadores de un sector pudiesen recolocarse en otro fácilmente, lo cual es una quimera. Desde una miríada de disciplinas, los investigadores e investigadoras han estado clamando por la instauración de una economía de cuidados, como argumentaba David Graeber en Trabajos de Mierda, junto al desempeño de labores destinadas al bien común que eviten, a su vez, que nos transformemos en autómatas deprimidos y autoexplotados para el beneficio millonario de cuatro directivos. El antropólogo norteamericano proponía asimismo la implementación de una renta básica universal, una medida que la economista Ioana Marinescu ha estudiado a fondo en combinación con un impuesto al carbono. Esto permitiría disminuir las emisiones contaminantes mientras se recauda lo necesario como para tejer un colchón social que garantizase la satisfacción de las necesidades básicas, lo cual es imprescindible durante el tiempo que duren los reajustes del mercado y la formación de quienes decidan mudar de sector. 

La flexibilidad, entendida como derecho al aprendizaje a partir de unas condiciones dignas y no como despido barato, ayudaría a afrontar las fricciones que, sin duda, vendrán, conforme la emergencia climática se acentúe. Por otra parte, muchas son las voces que apuestan por la inversión en el sector público, especialmente orientada al fortalecimiento del estado del bienestar (sanidad, educación) desde que los autores de Los Límites del crecimiento (1972) esgrimiesen su importancia dentro de una economía ralentizada, si no completamente decreciente.

En última instancia, como augurara el informe de Ecologistas, sería preciso avanzar hacia la desalarización, esto es, un sistema donde vender nuestra fuerza de trabajo no fuese requisito para llevar vidas buenas caracterizadas por la abundancia de pan, redes colectivas de apoyo y solidaridad. Sólo así se podría combatir el monstruo capitalista que ha logrado equiparar la dignidad humana con el crecimiento infinito, jornadas laborales cada vez más extenuantes y destrucción planetaria cuando precisaríamos de más ocio, tiempo para actividades que no arrasen la naturaleza ni nuestra salud, mayor autonomía económica y redistribución de la riqueza.

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COMENTARIOS

  1. Si no tenemos sentido común ya la Madre naturaleza se va a encargar de que lo despertemos, no hemos sabido por las buenas, pues va a tener que ser de mala manera.
    El mundo está tomado por capos y la sociedad, al menos la de este país, nos hemos convertido en corderos dóciles. ¿Quien le pondrá el cascabel al gato?
    Con todos los gastos superfluos, luces y adornos navideños por parte de ayuntamientos que dan un pésimo ejemplo al ciudadano, partidas extras al escandaloso presupuesto de defensa “de la guerra”, los millones que regalamos anualmente a una iglesia que no representa al anarcosindicalista del pesebre, subvenciones a la tauromaquia, el arte de matar, a la caza, para proteger la ya mermada biodiversidad y podría seguir y seguir si me pongo a pensar, creo que hasta se siguen subvencionando aún algunas fundaciones franquistas. Como no va a ser así si aún siguen mandando ellos en los poderes del estado por mucho que se le llena la boca a la gente de llamar democracia a un país que aún no ha sabido hacer, ni le preocupa, la Verdad y la Justicia del pasado reciente, un país, además, de la órbita de la dictadura genocida del capital.
    Si todos los gastos superfluos y destinados para matar se emplearan en justicia social aún sobrarían millones; pero mientras la gente deleguemos nuestros deberes y derechos en los políticos de la órbita del capital no daremos abasto para los innumerables dramas y problemas que se nos vienen encima.

  2. RENOVABLES SI PERO ASI NO.
    Piden al órgano gestor de la Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda que se sume a la petición de moratoria de megaproyectos energéticos.
    El pasado 06 de julio, a través de la Campaña promovida por la Alianza Energía y Territorio (ALIENTE) se dirigió al Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD), solicitando al Comité Español del Programa Man and Biosphere (MaB) y a los representantes del mismo en cada una de las Comunidades Autónomas en cuyo territorio estén declaradas por la UNESCO Reservas de la Biosfera, una moratoria de los proyectos industriales energéticos, hasta que se realice “el estudio de viabilidad de instalaciones eólicas, fotovoltaicas y termosolares, incluida la repotenciación e infraestructuras asociadas, en territorios declarados Reserva de la Biosfera en España”.
    La respuesta del MITERD no ha satisfecho sus peticiones. En ella se menciona que la próxima reunión ordinaria del Comité MaB se realizará en el presente mes de septiembre.
    Entienden que el principal objetivo a alcanzar en una Reserva de la Biosfera es que se convierta en un instrumento “para ejemplarizar un nuevo modelo de relación del ser humano con la Naturaleza”, poniendo en valor el territorio en estrecha colaboración con las comunidades que lo habitan, valorizando los activos patrimoniales y protegiendo el medio ambiente. Así mismo, entienden que la eventual proliferación masiva de proyectos de producción de energía a gran escala pone en riesgo a varias de las Reservas de la Biosfera españolas, ya que imposibilita el cumplimiento de las funciones de las mismas.
    Aumentar un 45% el número de aerogeneradores actual.
    Aumentar en un 60 % el número de proyectos fotovoltaicos con lo que se superarían las 1200 ha ocupadas.
    Si sumamos el área de influencia de 10 km alrededor:
    Se alcanzarán los 244 aerogeneradores en toda el área estudiada.
    Se duplicarán las centrales fotovoltaicas alcanzando 1,5 GW fotovoltaicos y 3000 ha ocupadas.
    En toda la Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda y su periferia de 10 km se producirán unos 2,67 GW con los proyectos actualmente en marcha, lo que equivale a un 2,8% de las previsiones del PNIEC de producción de energía eólica, fotovoltaica y termosolar para todo el Estado español en 2030, o el 22% de toda la demanda eléctrica de Castilla-La Mancha (datos de Red Eléctrica Española de 2019) en esta pequeña zona del territorio en la que se pretende que exista un equilibrio entre las actividades humanas y la naturaleza…
    https://www.ecologistasenaccion.org/209733/piden-al-organo-gestor-de-la-reserva-de-la-biosfera-de-la-mancha-humeda-que-se-sume-a-la-peticion-de-moratoria-de-megaproyectos-energeticos/

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