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Los países que más CO2 emiten son también los que más armas exportan y más dificultan las rutas migratorias climáticas

"La transición ecológica pasa necesariamente por procesos de desarme y desmilitarización", sostiene un informe del Centre Delàs d'Estudis per la Pau.
Foto: Helicóptero NH-90/PIXABAY

Solo las fuerzas armadas de Estados Unidos consumen más petróleo y emiten más gases de efecto invernadero que la mayoría de los países de tamaño medio. Durante el año 2017, la actividad militar de este país generó 212 millones de toneladas de dióxido de carbono, casi el doble de las emisiones totales de Bélgica.

Sobre las consecuencias que tiene el militarismo para el clima y el medio ambiente se centra el nuevo informe del Centre Delàs d’Estudis per la Pau. La relación entre la actividad militar y la degradación ecológica es, según este estudio, “inherente”. Señala también que los países del Norte Global son a la vez los que más CO2 emiten, los que más armas exportan y los que más gasto militar tienen. El impacto de su actividad, sin embargo, se sufre más en el Sur Global.

En total, los principales países exportadores de armas –que representan el 35,48% de la población–, concentran el 82% del gasto militar global y generan el 67,1% de las emisiones que causan el calentamiento global. Además, estos países concentran los centros de poder que controlan de manera efectiva más de 63.000 corporaciones transnacionales.

Tal y como explica Pere Brunet, investigador del Centre Delàs y coordinador del informe, la cantidad que se dedicó al gasto militar en solo un año –en este caso, 2018– es exactamente la misma que se estima que, repartida en 10 años, ayudaría a paliar los efecto del cambio climático en los países más vulnerables: 1,8 billones de dólares.

En España, uno de los principales exportadores de armas que terminan activando conflictos en los países más afectados por el cambio climático, el gasto militar no ha dejado de aumentar en los últimos años.

Los actuales modelos de seguridad no dan respuesta a las grandes problemáticas de nuestro siglo, como la crisis climática

El informe incide en que “la seguridad será imposible sin una justicia climática”, y considera que los actuales modelos de seguridad no dan respuesta a las amenazas reales –como una pandemia o la crisis climática–.

“Las propuestas para una transición ecológica deben incorporar necesariamente un estudio riguroso del actual gasto militar, de la producción y comercio de armas y de las prioridades para redistribuir los gastos presupuestarios de los países, con el fin de pasar de enfoques basados en el concepto de seguridad nacional militar a un enfoque basado en las necesidades y los derechos sociales de todas las personas“, detalla el informe del Centre Delàs.

En este sentido, cabe destacar que la relación entre medioambiente y militarismo impacta de forma agresiva en la vida y los derechos de las personas. Según el informe, se estima que los desplazamiento forzados por causas climáticas superarán los 200 millones de personas en 2050. Sin embargo, en las últimas décadas se ha producido un incremento notable en la construcción de muros en las fronteras que interfieren en las rutas migratorias de quienes se ven en la obligación de desplazarse por cuestiones climáticas. Así lo han hecho cuatro de los países 15 países más contaminantes del mundo: Estados Unidos, India, Arabia Saudí y Sudáfrica.

“Los daños medioambientales de la actividad militar ocurren tanto en tiempos de paz como en tiempos de guerra”, explica Chloé Meulewaeter, investigadora del Centre Delàs y coordinadora de esta publicación. Las repercusiones son múltiples: “Tanto en las emisiones de CO2 provocadas por el elevado consumo de combustibles fósiles de las armas y equipamientos militares, como en la destrucción de hábitat y ecosistemas y en la contaminación de aguas y tierras por los desechos tóxicos de las armas, del desarrollo tecnológico y de las infraestructuras militares”, añade.

“La transición ecológica pasa necesariamente por procesos de desarme y desmilitarización: reducción del gasto militar mundial, conversión de la industria armamentística en industria de energías renovables y desmantelamiento del arsenal nuclear”, concluye el informe.

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COMENTARIOS

  1. Los disturbios más violentos
    suceden a diario:
    la miseria, la explotación,
    las guerras imperialistas, la represión…
    Y los hipócritas que no condenan
    esa criminal violencia opresora
    condenan furiosos y veloces la autodefensa.
    Ahora, desde su cómoda falta de empatía,
    se escandalizan por los altercados
    tras el terrorismo de mi encarcelamiento,
    pero no lo hacen cuando nos impiden
    hasta usar la palabra
    para denunciar sus crímenes y torturas.
    Impidieron ellos la vía pacífica
    por no aplaudir cuando nos golpean.
    Odiamos sus violentas injusticias
    con las que se enriquecen,
    así que nosotros somos los verdaderos antidisturbios
    porque cuando con lucha conquistemos vidas dignas
    se acabarán sus disturbios genocidas
    y los disturbios que responden a estos.
    (Pablo Hasel – cárcel de Ponet – Lleida)

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