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El cambio climático se ensaña con Sudamérica con una gran ola de calor primaveral

Paraguay, Brasil, Bolivia y Argentina han vivido temperaturas entre 1,4 y 4,3 ºC más cálidas durante agosto y septiembre, un episodio 100 veces más probable a causa del calentamiento global, según un estudio de atribución de World Weather Attribution (WWA).
Un hombre refrescándose durante una ola de calor en el Valle de Anhangabau, en el centro de Sao Paulo, Brasil 22 de septiembre 2023. Foto: REUTERS/Amanda Perobelli

El calor ha llegado mucho antes que el verano a América del Sur. Y El Niño no ha tenido toda la culpa. La influencia del cambio climático hizo que la ola de calor que sufrió recientemente Sudamérica fuera al menos 100 veces más probable, según un rápido estudio de atribución de World Weather Attribution (WWA).

“Queremos dejarlo claro: el desarrollo de El Niño habría contribuido con algo de calor, pero sin el cambio climático, un calor primaveral tan intenso habría sido extremadamente improbable“, sostiene Lincoln Muniz Alves, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil. El principal impulsor de las altas temperaturas hizo que fueran entre 1,4 y 4,3 ºC más cálidas.

El estudio analiza los diez días consecutivos más calurosos de agosto y septiembre en una región que abarca Paraguay, el centro de Brasil y las regiones de Bolivia y Argentina, donde el calor fue más extremo. Las temperaturas incluso superaron los 40 ºC, afectando a millones de personas y acabando con la vida de al menos cuatro en São Paulo, Brasil. Todos los países también han sufrido a lo largo de estos últimos meses grandes incendios forestales. Solo en Bolivia se han notificado 36.

En el clima actual, temperaturas cálidas tan inusuales como las de principios de primavera pueden esperarse aproximadamente una vez cada 30 años en la región. Y, si el calentamiento global alcanza los 2 °C, será aún más probable que se produzcan olas de calor similares, una vez cada 5 o 6 años, y con una temperatura adicional de 1 a 1,6 °C en comparación con el clima de ahora.

Sin ningún plan de acción

El estudio no puede dar ciertas cifras por hecho. Aunque sí se puede afirmar con certeza que el episodio de calor fue al menos 1,4° C más cálido debido al cambio climático, la anomalía térmica podría haber sido de hasta 4,3° C. Esta incertidumbre se debe en parte a la escasez de datos meteorológicos en Sudamérica.

Los gobiernos tienen que invertir en estaciones meteorológicas para mejorar los estudios del futuro. Tener un buen conocimiento local de los extremos cambiantes ayuda a la gente a prepararse”, defiende Sjoukje Philip, investigadora del Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos.

Por otro lado, el calor es más peligroso cuando la población no está preparada para él. “El calor mata, sobre todo en primavera, antes de que la gente se aclimate. Las temperaturas superiores a 40 °C a principios de primavera son increíblemente extremas y, aunque solo tenemos constancia de cuatro muertes relacionadas con el calor, es probable que el número real sea mucho mayor”, dice Julie Arrighi, directora del Centro del Clima de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.

Además, factores de riesgo como la alta densidad de población, la escasa cobertura vegetal y de espacios acuáticos, el alto nivel de contaminación atmosférica y las desigualdades “transforman la mortalidad y la morbilidad en las ciudades, y hacen que el calor extremo sea especialmente letal para los pobres de las zonas urbanas“, explica el estudio.

Para luchar contra el calor, existen los planes de acción, que incluyen la alerta temprana y la acción precoz, la sensibilización y el cambio de comportamiento, y los servicios públicos de apoyo, pueden ayudar a reducir la morbilidad y la mortalidad. Aun así, los autores no pudieron identificar ningún plan de acción contra el calor en la zona afectada.

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