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El océano presenta una «imagen inusual»: ya se caracteriza por la rápida subida del nivel del mar y un drástico deshielo

El Servicio de Vigilancia Marina Copernicus presenta el resumen para responsables políticos de su último informe anual sobre el estado de los océanos y mares regionales europeos. En él se alerta de unos cambios sin precedentes que "plantean una amplia gama de riesgos" para la biodiversidad y el bienestar humano.
Iceberg en Sjuøyane, océano Ártico. Foto: Andreas Weith / Wikicommons

A pesar de que el océano todavía sea un gran desconocido para los humanos, existen estudios y herramientas para conocer en qué estado se encuentra y cuál es su evolución en el contexto de calentamiento global actual. Una de esas evaluaciones la hace el Servicio de Vigilancia Marina Copernicus.

El organismo dependiente de la Comisión Europea publicó en septiembre la séptima edición del informe anual sobre el estado de los océanos y los mares regionales europeos, dirigido a la comunidad científica. Este jueves, presenta una adaptación del estudio para los responsables políticos y de la toma de decisiones.

La última edición de este informe ofrece “una imagen inusual en los sistemas oceánicos“. Caídas de la circulación oceánica, evoluciones inesperadas de los fenómenos de producción biológica e intensificación de las olas de calor marinas son algunas de las consecuencias observables de una mayor y menor frecuencia de las olas de calor y las olas de frío en la mayor parte del océano mundial respectivamente.

“El océano mundial se está calentando y elevando, se está volviendo más ácido y menos oxigenado, el hielo del Mar Ártico está disminuyendo y el sistema de corrientes que impulsa el clima y el tiempo en todo el mundo está cambiando”, recuerda la publicación. “Estos cambios sin precedentes en el océano plantean una amplia gama de riesgos, especialmente para la biodiversidad, el bienestar humano, las infraestructuras y las perspectivas de desarrollo sostenible”.

Entre las principales conclusiones, Copernicus destaca la drástica reducción del hielo marino de la Antártida, que alcanzó los niveles más bajos registrados en mayo y junio desde el inicio de los registros y perdió un área de 2,2 millones de kilómetros cuadrados. Esta área equivale a más de siete veces el tamaño de Polonia. En la otra punta del globo, el hielo marino del Ártico ha perdido aproximadamente unos 3,5 millones de kilómetros cuadrados desde 1979, una superficie siete veces mayor que la de España.

Por otro lado, se observa que el nivel del mar aumenta con mayor rapidez en el Mar Báltico. Asimismo, los episodios de olas de calor marinas son cada vez más frecuentes, con un aumento de un episodio cada 5 a 10 años, algo que puede alterar de forma permanente los hábitats naturales marinos y las cadenas alimentarias.

En el resumen para responsables políticos se destaca el estado de las aguas que rodean las islas Baleares. En noviembre de 2021, el archipiélago sufrió el paso de la tormenta Blas y experimentó el afloramiento más intenso de los últimos nueve años. Este fenómeno, que consiste en el desplazamiento de masas de agua desde niveles profundos hacia la superficie, provocó descensos de la temperatura superficial de hasta 6 °C durante varios días. El afloramiento costero, tal y como explica el informe, juega un papel crucial en la conexión entre las aguas mar adentro y los ecosistemas costeros y, en consecuencia, afecta a la calidad del agua, la pesca y la acuicultura.

La temperatura media de la superficie de los océanos del mundo alcanzó el nivel más alto de su historia este agosto, con 20,96 ºC, según el Servicio de Cambio Climático de Copérnico (C3S). El organismo desarrolla nuevas herramientas para estudiar a esta nueva normalidad. Para este último informe, sin ir más lejos, utilizó datos de reanálisis para investigar los niveles y variaciones del oxígeno disuelto en el Mar Mediterráneo. Este proceso puede utilizarse para vigilar los cambios en los ciclos biogeoquímicos, que son fundamentales para la vida marina.

Asimismo, el organismo ha introducido un nuevo método científico para vigilar el afloramiento costero, que incluye el uso de radares de alta frecuencia. Las ondas de radio transmitidas desde tierra se reflejan en la superficie del océano y proporcionan información sobre la dirección y velocidad de las corrientes y el afloramiento.

Este es un estudio de referencia de la Unión Europea y demuestra que existen las herramientas para estudiar los océanos y mares. Ahora, los resultados se entregan a los responsables de políticas con el objetivo de que no solo se investiguen, sino que también se protejan.

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