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Hermine, un adelanto del futuro climático de Canarias

El archipiélago canario ha constatado en las últimas décadas un aumento de fenómenos extremos de origen tropical. La reciente tormenta tropical Hermine es el último aviso. La crisis climática amenaza con convertirlos en una nueva normalidad.
Hermine (que aún no aparece en la imagen) ha sido la primera tropical desde que existen registros en hacer una trayectoria hacia el norte dirección Canarias. Foto: NOOA.

Más de 800 vuelos cancelados, decenas de carreteras cerradas por desprendimientos, clases suspendidas, barrios incomunicados y miles de familias sin suministro eléctrico y abastecimiento. Este ha sido el balance negativo que ha dejado en Canarias el ciclón tropical Hermine, un evento extremo más en unas islas que se adentran en un futuro climático incierto y hasta ahora desconocido.

El archipiélago, ubicado junto al continente africano, experimenta poco a poco lo que se conoce como la tropicalización de su clima. Hermine ha sido el último aviso. Lo explica Abel López, doctor en Geografía e investigador de la Cátedra de Reducción de Riesgos de la Universidad de La Laguna, en Tenerife: “Esto significa que nos estamos pareciendo cada vez más a los climas que se dan en torno al ecuador”. En el caso de las islas, precisa, “esto aún es sutil, pero sí es cierto que empezamos a constatar cómo están apareciendo ciertos rasgos en nuestro clima que son típicos de latitudes inferiores a la nuestra”. 

Esto se observa, por ejemplo, con el hecho de que Canarias tiene cada vez noches más tropicales (las que superan los 20ºC), o que la precipitación, “meramente invernal, está desplazándose hacia otras estaciones”. “Incluso algunas estaciones canarias presentan tendencias significativas de aumento de precipitación en los meses estivales”, cuenta el experto. También se está constatando, explica, un aumento en la torrencialidad de la precipitación, “lo que da lugar a que llueva más en menos tiempo, algo que también es típico del mundo ecuatorial”. 

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Desprendimiento de rocas en Gran Canaria como consecuencia de Hermine. Borja Suárez/Reuters.

Hermine, el adelanto de lo que está por llegar

Un ciclón tropical puede manifestarse como depresión tropical, tormenta tropical o huracán, dependiendo de su fuerza y características. Durante la semana pasada, una onda tropical surgida entre la costa africana y Cabo Verde puso rumbo hacia el norte (Canarias) y no hacia el oeste (dirección Atlántico tropical), como es habitual. Finalmente, se acabó conformando un ciclón tropical, primero como depresión, luego como tormenta (nombrada como Hermine) y, a medida que se acercaba a las islas, otra vez como depresión tropical. “Había perdido sus características tropicales a medida que se acercaba al norte porque las condiciones ambientales no eran favorables para su sustentación”, afirma David Suárez, delegado territorial de AEMET en Canarias. 

Precisamente, lo que cuenta Suárez es la clave para entender el devenir de la región. Nunca antes se había acercado tanto un evento de estas características tan al sureste del archipiélago, pero podría haber sido mucho peor. Esta vez acabó afectando de manera indirecta un ciclón postropical, pero en un futuro, en cualquier momento, las islas podrían sufrir de manera directa un ciclón tropical. No es alarmismo, se trata de conocer una realidad plausible para saber cómo actuar.

Profundiza en esta idea Juan Jesús González Alemán, también meteorólogo de la AEMET: “El ciclón tropical no llegó en tan buenas condiciones a Canarias porque empezó a ser afectado por unos vientos muy intensos en la alta atmósfera que provocan cizalladura: el viento cada vez se va haciendo más intenso con la altura, y eso a las tormentas tropicales no les viene bien”.

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En este sentido, González Alemán apunta a que, dentro de los modelos físico-probabilísticos que usan, estaba la posibilidad de que el ciclón llegase en buenas condiciones. Esta vez no fue así, pero avisa: “El hecho de que no haya llegado no cambia la situación. No quiere decir que no haya posibilidades nunca de que venga algo así”. En esta ocasión, Canarias contaba con un escudo fruto de las condiciones atmosféricas y oceánicas propias de la región, pero la crisis climática puede estar debilitándolo.

El papel del calentamiento global

No existe ni un solo rincón del planeta que viva ajeno a los efectos del cambio climático. Tampoco Canarias: “El calentamiento global es una realidad en las islas, los cambios en temperaturas son notorios y, en algunos sectores como la alta montaña, preocupantes”, asegura Abel López. 

Subida del nivel del mar, sequía, olas de calor y altas temperaturas, calima, incendios… La lista de eventos extremos que golpean a Canarias es larga. Y cada vez ocurren más a menudo y de forma más violenta a causa del calentamiento del planeta. En muchos de los casos mencionados, existe sobrada literatura científica que corrobora la conexión entre cambio climático y episodios extremos. En el caso de los ciclones tropicales, la evidencia es más limitada debido a la complejidad de estudiar determinados huracanes o tormentas. 

“En lo que se refiere al impacto de los fenómenos extremos es cierto que debemos ser más cautos porque es difícil establecer tendencias y correlación de hechos con eventos puntuales”, detalla Abel López, que puntualiza: “Lo que si bien es cierto es que lo que estamos viendo en estos últimos años es una viva imagen del que será el futuro climático de las islas”.

Actualmente, la comunidad científica, de acuerdo a lo que se sabe actualmente, no espera más ciclones tropicales en general, pero sí predice ciclones más intensos y rápidos como consecuencia del cambio climático. Y un añadido importante: también se espera que haya ciclones tropicales en lugares donde nunca había ocurrido antes. En Canarias, los ciclones se han acercado cada vez más a las aguas del archipiélago en las dos últimas décadas. Según un trabajo de fin de grado reciente dirigido por David Suárez, desde 1970 hasta 2005 solo ha habido un caso de ciclón tropical (llamado Iván) que afectó a Canarias, mientras que desde 2005 hasta ahora, contando Hermine, ha habido ocho ejemplos.

Para Juan Jesús González Alemán, quien ha dedicado su carrera a estudiar los ciclones tropicales y el cambio climático, Hermine estaría “en el grupo de sospechosos”. “Es una buena sospecha plantear que haya relación con el cambio climático, pero hace falta investigarlo”, señala. Al igual que sucede con la temperatura del aire, el océano también se está recalentando, una situación que sirve de combustible para los eventos tropicales.

Evolución de Hermine 2022 en una imagen del Centro Nacional de Huracanes. Si se compara con la imagen de portada, se puede comprobar que es la primero en más de 2.200 tormentas tropicales registradas en realizar dicha trayectoria.

La importancia de la adaptación… y la divulgación

Hermine es ya historia de las islas. Según el máximo responsable de la AEMET en Canarias, David Suárez, “es un hito histórico” debido a que es la primera vez que un ciclón se forma tan cerca y viene directamente a la región. “Normalmente nos llegaban ciclones provenientes del Caribe con su ciclo de vida al final”, como fue el caso de Delta, una tormenta postropical ocurrida en 2005 y que dejó importantes daños. Acorde al registro de huracanes de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, que tiene datos desde 1851, Hermine es la primera tormenta tropical de un total de 2.264 formadas en el Atlántico Norte que realiza una trayectoria como la que hizo.

Aunque aún se están procesando muchos datos que ha dejado Hermine, ya se pueden sacar algunas conclusiones que demuestran la excepcionalidad de lo ocurrido. Todo apunta a que será el septiembre más lluvioso desde que hay registros, y la mayoría de estaciones han batido récords históricos, con más de 300 litros por metro cuadrado en algunas islas.

Ante la innegable realidad climática, “la adaptación es el principal reto de las islas”, afirma Abel López. “En esto debemos ser ambiciosos porque la adaptación es sinónimo de prevención”, añade el investigador. En este sentido, apela a la reducción del riesgo de desastres, “es decir, el conjunto de acciones a desarrollar antes, durante y después de un evento extraordinario pueda afectarnos”. Y nombra algunos ejemplos, como es seguir mejorando nuestros sistemas de alerta temprana,  empezar a vincular la ordenación del territorio a esta nueva variabilidad climática, o mejorar las infraestructuras urbanas para hacer frente a inundaciones y aumento del nivel del mar.

Asimismo, Abel López menciona un último elemento clave en la adaptación ante eventos extremos: la educación. “Es básica la formación e información. Solo así se puede generar conciencia social sobre esta problemática”. Una idea sobre la que también insiste Juan Jesús González Alemán. Mientras que el meteorólogo valora positivamente cómo gestionaron los avisos las administraciones públicas y los servicios de emergencia, lamenta que desde el punto de vista de la población aún queda por mejorar. “Es necesario que haya un poco más de divulgación y pedagogía sobre lo que significa probabilidades de ocurrir, escenarios posibles, riesgo, etc.”, pide el experto. Y recuerda que “todavía se da la percepción de que la meteorología consiste en decirte lo que va a ocurrir, y no. La función que tiene la meteorología es decir los posibles escenarios que pueden ocurrir y acotar esos escenarios para darte la mejor información a ese respecto”, zanja.

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