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Australia arde: el peligro del cambio climático ya está aquí

El científico del clima Michael Mann presenció el cambio climático en acción tras visitar las Montañas Azules de Australia.
Un bombero durante los incendios de Australia en enero de 2020. Foto: DEAN LEWINS/REUTERS

Este artículo apareció originalmente en ‘The Guardian’ y es republicado aquí como parte de Covering Climate Now, una colaboración periodística global para fortalecer la cobertura de la información climática.

Tras años de estudiar el clima, mi trabajo me ha traído a Sídney para investigar, durante un periodo sabático, la relación entre el cambio climático y los eventos meteorológicos extremos. Antes de llegar a la ciudad, aproveché las fiestas para tomarme unas vacaciones y visitar Australia con mi familia. Fuimos a ver la Gran Barrera de Coral (una de las grandes maravillas de este planeta), ahora que todavía podemos. Es cuestión de décadas que desaparezca ante la doble embestida del blanqueamiento provocado por el aumento de las temperaturas y la acidificación del océano, si no hay una reducción dramática de las emisiones de gases de efecto invernadero.

También viajamos a las Montañas Azules, otra de las maravillas naturales de Australia. Estas montañas son famosas por sus bosques templados húmedos, sus majestuosos precipicios y formaciones rocosas y unas vistas panorámicas que están entre las mejores del mundo. También están amenazadas por el cambio climático. 

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Pude comprobar esa amenaza en persona. No vi grandes extensiones de bosque enmarcadas por el azul distante de las montañas. En vez de eso vi valles llenos de humo, con tan solo los fantasmas borrosos de los picos y crestas en la distancia. El icónico tono azul (que se deriva de una neblina que se forma a partir del terpeno que emiten los abundantes eucaliptos) había sido reemplazado por una niebla marrón. Ese color también ocupaba el lugar del azul del cielo.

Los lugareños, que me parecieron amables y extrovertidos, decían que no habían visto nunca nada igual. Algunos incluso mencionaron las palabras “cambio climático” sin que yo les dijera nada.

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Las canciones de Peter Garrett y Midnight Oil que escuché por primera vez hace décadas han adquirido un significado nuevo para mí. Ahora, ante lo que estamos presenciando en Australia, me parecen perturbadoramente proféticas.

Los cielos pardos que presencié esta semana en las Montañas Azules son producto del cambio climático que causamos los humanos. No es complicado. La combinación de temperaturas de récord y una sequía sin precedentes en regiones que ya son secas de por sí ha dado pie a incendios forestales como no se recordaban. Incendios como los que están engullendo las Montañas Azules y que se extienden por todo el continente.

El calentamiento de nuestro planeta (y los cambios en el clima que conlleva) se deben a los combustibles fósiles que estamos quemando: el petróleo, el gas natural y el más culpable de todos, el carbón. Eso tampoco es complicado.

Cuando excavamos para extraer carbón, como en el caso de los planes de la polémica mina de Adani (que multiplicaría por dos las emisiones australianas asociadas a ese combustible), estamos, literalmente, excavando nuestros cielos azules. La mina de carbón de Adani podría llamarse, con todo el derecho, mina del Cielo Azul.

En Australia, como cantaba Peter Garrett, las camas arden. También arden pueblos enteros y bosques irremplazables. Preciosas especies animales como el koala (posiblemente el único peluche vivo del mundo) están muriendo en masa debido a estos inauditos incendios forestales.

El continente australiano está, figuradamente (y en cierto modo, también literalmente) en llamas. Y aun así, el Primer Ministro, Scott Morrison, parece asombrosamente indiferente a la emergencia climática que sufre su país. Eligió irse de vacaciones a Hawái mientras sus compatriotas se quedan atrás para enfrentarse a un calor y unos incendios sin precedentes. Morrison ha demostrado estar en deuda con los intereses de la industria del carbón. También se cree que su gobierno ha conspirado con un pequeño grupo de estados productores de combustibles fósiles para sabotear la reciente conferencia climática de Madrid (la COP 25). Esta cumbre se veía como un último recurso para mantener el calentamiento planetario por debajo de 1,5 ºC. A partir de ese nivel muchas personas expertas consideran que el calentamiento global es “peligroso”.

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Pero en este país solo hace falta despertarse por la mañana, encender la televisión, leer el periódico o mirar por la ventana para ver lo que es cada vez más obvio para muchas personas: para Australia, el peligro del cambio climático ya está aquí. Es solo una cuestión de cuánto vamos a permitir que empeore.

Australia está viviendo una emergencia climática. Está literalmente ardiendo. Necesita líderes que reconozcan ese hecho y actuen en consecuencia. Y necesita que sus votantes hagan responsables a los políticos en las urnas.

Los australianos y las australianas deben votar en contra de los políticos de los combustibles fósiles, que han elegido ser parte del problema, y elegir a campeones del clima que estén dispuestos a solucionarlo.

Michael E Mann es profesor distinguido de ciencia atmosférica en la Universidad Estatal de Pensilvania. Su libro más reciente, escrito junto a Tom Toles, es The Madhouse Effect: How Climate Change Denial Is Threatening Our Planet, Destroying Our Politics, and Driving Us Crazy (Columbia University Press, 2016).

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COMENTARIOS

  1. ESPAÑA:
    Volvemos a denunciar la escala de otro submarino nuclear en Gibraltar. (Verdemar-E.enA.)
    Pedimos la activación del Plan de Emergencia Nuclear de la Armada (PENAR), y la activación de los GOVRA (Grupos de Vigilancia Radiológica Ambiental de la Armada).
    Creemos que los movimientos que ha habido hoy en la Bahía de Algeciras y el Mar de Alborán son sospechosos de que se esté haciendo trabajos en un submarino de propulsión nuclear de los Estados Unidos USS FLORIDA SSCN 728.
    No es la primera vez que en la base militar de Gibraltar atraquen submarinos averiados. No se puede descartar ningún episodio de contaminación radioactivo.
    Hoy por la tarde recaló el submarino nuclear USS FLORIDA SSCN 782 en la base militar de Gibraltar.
    Hay que recordar que esta «Bomba flotante» ha estado en el puerto de Gibraltar en años anteriores e incluso con problemas técnicos, concretamente en los años 2011, 2016 y 2018.
    Denunciamos que el puerto militar de Gibraltar se esté convirtiendo en un puerto «X», donde el Reino Unido lleva submarinos a reparar.
    Este tipo de trabajos en submarinos nucleares en Gibraltar están poniendo en peligro y en riesgo a la población del Campo de Gibraltar, del Estrecho.
    Pedimos de una vez por todas que Gibraltar quede libre de artefactos de propulsión nuclear y otros buques que son auténticas bombas flotantes.
    España debe dejar claro esta servidumbre en las negociaciones sobre el Brexit.

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