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2023 será el año más caluroso pero los gobiernos no planean dejar de quemar combustibles fósiles

Los grandes países productores preparan su harakiri climático: mientras octubre bate récord histórico de temperatura y 2023 va camino de ser el año más caluroso registrado, los países planean producir para 2030 un 110% más de combustibles fósiles de lo necesario para limitar el calentamiento global a 1,5 ºC.
Las minas de carbón en Polonia son las principales causantes de la contaminación atmosférica. Foto: Sergi Conesa.

Para 2030, los gobiernos planean producir un 110% más de combustibles fósiles de lo que deberían si se quiere limitar el calentamiento global a 1,5 °C y un 60% más en el caso de los 2 ºC. Estas proyecciones no son coherentes con las promesas consensuadas por esos mismos países en el Acuerdo de París de 2015. 

Estos datos salen del informe anual sobre la brecha de producción que elabora el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) junto a más de 80 especialistas procedentes del Instituto de Estocolmo para el Medio Ambiente (SEI), Climate Analytics, E3G y el International Institute for Sustainable Development (IISD).

Paradójicamente, este estudio ha visto la luz el mismo día en el que el Servicio de Cambio Climático de Copernicus –organismo dependiente de la Comisión Europea– publica que octubre de 2023 ha sido el octubre más caluroso jamás registrado, superando el anterior récord de 2019 en casi medio grado.

Teniendo en cuenta los meses transcurridos (de enero a octubre), 2023 encabeza la lista de años con la temperatura media mundial más alta registrada, con 1,43 °C por encima de la media preindustrial de 1850-1900, y 0,10 °C superior a la media decenal de 2016, actualmente el año natural más cálido registrado. Salvo sorpresa, Copernicus señala que este 2023 será el más caluroso registrado nunca. Los océanos viven la misma situación. La temperatura media de la superficie del mar en octubre fue de 20,79°C, la más alta registrada en ese mes concreto desde que hay registros.

Sin embargo, este historial sin precedentes parece no tener ningún efecto sobre los países. Volviendo al informe de la ONU, se estima que los planes actuales de los gobiernos conducirán a un aumento de la producción mundial de carbón hasta 2030, y de la producción mundial de petróleo y gas al menos hasta 2050. Sobre este último combustible, Ploy Achakulwisut, autora principal del informe y científica del SEI, alerta del lavado verde por parte de los países: "Constatamos que gran parte de los gobiernos promueven el gas fósil como combustible esencial de transición, pero sin planes aparentes para abandonarlo más adelante", aseguró Achakulwisut. 

El informe también señala los "riesgos e incertidumbres" que entrañan la captura y almacenamiento de carbono y la eliminación de dióxido de carbono, y pide a los países que se centren, por un lado, en eliminar casi por completo la producción y el uso de carbón de aquí a 2040, y por otro lado, a reducir al menos en un 75% la producción y el uso del gas y del petróleo para 2050 respecto a los niveles de 2020.

No obstante, no parece que eso vaya a suceder. No al menos con los planes actuales presentados por los 20 principales países productores de combustibles fósiles (Alemania, Arabia Saudí, Australia, Brasil, Canadá, China, Colombia, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, Federación Rusa, India, Indonesia, Kazajistán, Kuwait, México, Nigeria, Noruega, Qatar, Reino Unido y Sudáfrica). Según el análisis del organismo medioambiental de la ONU, ninguna nación se ha comprometido a reducir la producción de carbón, petróleo y gas en consonancia con los objetivos de limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5 °C. 

Aun así, el PNUMA no pierde la fe e insta a los gobiernos "con mayores capacidades para abandonar los combustibles fósiles" a lograr reducciones "más ambiciosas y a apoyar los procesos de transición en los países con recursos limitado".

Menos diplomático y más directo en sus reclamaciones ha sido António Guterres, secretario general de la ONU: "Los gobiernos están literalmente duplicando la producción de combustibles fósiles, lo que implica el doble de problemas para las personas y el planeta". El portugués, que no se corta a la hora de señalar a los principales culpables, tiene claro que no se puede "hacer frente a la catástrofe climática sin solucionar de raíz su principal causa: la dependencia de los combustibles fósiles".

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