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Xavier Aldekoa: «En Congo hay una pugna por el cobalto y China está tomando la delantera»

El reportero publica ‘Quijote en el Congo’, un viaje a través del río africano para conocer a sus habitantes y admirar su apabullante belleza.
Xavier Aldekoa publica su cuarto libro, 'Quijote en el Congo' Foto: Japhet Lokombi

A Xavier Aldekoa (Barcelona, 1981) de pequeño le leían libros de aventuras. De mayor no se ha cansado de recorrer caminos enfangados y comprobar que vivir, a veces, es apretar los dientes. Siempre ha soñado con recorrer los tres grandes ríos africanos: el Nilo, el Congo y el Níger. Tras dos décadas de trabajo como reportero a sus espaldas y botas, ha conseguido dos de tres. Decidió navegar el río Congo desde su nacimiento hasta el mar, 4.700 kilómetros, para contar las historias de los pueblos que habitan sus orillas en Quijote en el Congo (Península).

Leerle permite adentrarse en la belleza de ese océano inabarcable y diverso que es África. Y darse de bruces con la injusticia: en República Democrática del Congo, el país con las mayores reservas de oro azul, de cobalto, 80 millones de personas viven con menos 1,9 dólares diarios. Sus recursos naturales son explotados por el Norte Global con la complicidad de su Gobierno.

El mismo día que su cuarto libro llegaba a las librerías, a Xavier Aldekoa le concedían el Premio Ortega y Gasset a la mejor cobertura multimedia por la serie Río Congo. Un viaje desde las fuentes a la desembocadura por el gran río de África, publicada en La Vanguardia. Atiende esta entrevista en la redacción del diario en Barcelona. 

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Afirma en este libro que el Congo es un paraíso para la ambición sin escrúpulos. Diamantes, algodón, madera, oro, cobre, coltán, cobalto… ¿Qué recursos se está explotando más en la actualidad?

Esa es su perdición. Tiene una riqueza tan descomunal que podríamos centrarnos en el coltán, en el cobre… Pero seguramente el que está por venir y ya ha empezado es el cobalto, muy necesario para las baterías de los coches eléctricos. Yo creo que ahí hay una pugna importante y China está tomando la delantera. Y también están la madera y el agua, son riquezas por las que habrá una disputa. 

¿Por qué tienen los congoleños tanta aversión hacia los chinos? 

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En la zona de Katanga, donde empieza el río, y donde están todas las multinacionales, ves que hay una cierta diversidad porque hay chinos, canadienses, estadounidenses, franceses… Pero a medida que me adentraba en el río, en la zona que no está tan habitada, sobre todo había chinos. Los chinos están entrando en toda África de manera importante, y sí que veo mucha gente que habla mal de ellos porque hay un mal trato.

«Hay más de 40.000 niños trabajando en minas»

Explica que no solo hay minería en las zonas rebeldes, sino también en la parte controlada por el Gobierno. ¿El ejército cuida de que las multinacionales operen sin interrupciones?

Sí. Te das cuenta que el sistema de rapiña que hay en el Congo tiene diversas caras. Hay una parte más artesanal o caótica en el este. Pero Katanga es el ejemplo más claro de un sistema que trabaja para el beneficio de unos pocos. Un sistema grandioso en el que hay compañías de todo el mundo, pero donde quien controla las cosas es el ejército, el Gobierno. Es curiosa la atención mucho mayor a la zona artesanal cuando a nivel económico es mucho más importante Katanga, de ahí sale la riqueza del Congo.

Congo es rico en minerales clave para la transición energética. ¿La extracción de estos materiales ayuda a mejorar las condiciones de vida de la población en el Congo? 

Todo lo contrario. Lo vemos en el caso del cobalto. El coche eléctrico se ve como una posible solución, no digo que no lo sea, pero tiene una contrapartida. Más o menos el 48% de las reservas de cobalto están en el Congo y las condiciones en las que trabaja mucha gente allí son terroríficas. Hay más de 40.000 niños trabajando en minas. Lo hemos visto otras veces. Cuando se legisló para que el coltán fuese un mineral que saliese de ‘minas verdes’, en las que no trabajaban niños soldado ni ocupadas por grupos rebeldes. Yo viajé allí y vi que aquello era una farsa. Por un lado están los buenos objetivos, pero normalmente en estos sitios esto se traduce en más sufrimiento. 

«Podrían aprovechar el agua para producir electricidad para todo el continente»

Explica que Congo alberga más de la mitad de las reservas africanas de agua dulce, pero solo un tercio de la población tiene acceso al agua potable.

Sí, es otro sinsentido. Congo es extremadamente rico, se nos escapa de la imaginación lo rico que es en minerales y también en agua. Tiene una artería de agua como es el Congo y ni siquiera la utiliza como autopista porque no tiene una flota de barcos que se pueda llamar como tal. No hay controles o aduanas efectivas. Podrían aprovechar el agua para producir electricidad para todo el continente. Esa una riqueza desaprovechada por ahora.

Entre 1500 y 1850, cuatro millones de habitantes de la zona congoleña fueron enviados hacia el Nuevo Mundo. ¿Es la esclavitud una cicatriz que todavía no se ha sanado?

A mí esto me sorprendió. Tenía la esclavitud como algo evidentemente muy trágico, pero muy clavado en la historia… Y cuando caminaba por las calles de Kasongo me encontré que la gente lo percibe como una herida abierta. Cuando paseaba por los antiguos mercados de venta de esclavos me encontraba con una cierta rabia hacia los que lo hicieron, pero también hacia el olvido del Gobierno, ese intento por tapar algo incómodo.

También sospecho que es un olvido que aquí interesa bastante. En Catalunya hay varias familias que se enriquecieron con el mercado de esclavos hacia América. En el Paseo de Gracia [de Barcelona] hay edificios construidos con el dinero que venía de la venta de esclavos. Estamos hablando de anteayer. Pero son familias poderosas a las que no les interesa que todas esas cosas se sepan.

¿Opina que se sigue la misma lógica colonialista ahora con los recursos naturales?

Sí, pero estamos hablando de matices. Lo que pasó en la época de Leopoldo II [rey de Bélgica hasta 1909] y antes era terrible y peor. Lo que ocurre ahora no es tan bestia, pero si sigue habiendo el sufrimiento de mucha gente para ese enriquecimiento de este lado. Tendríamos que poner remedio.

NO USAR MÁS Xavier Aldekoa mina Congo
Vista de una mina de coltán en la región de Walikale. Foto: Xavier Aldekoa

En sus anteriores libros y en su proyecto Indestructibles, ha abogado por huir de los estereotipos y no ver a la población africana solo como víctima. Pero, ¿la falta de educación lastra muchas vidas en Congo?

Sin educación es muy difícil avanzar. Si no tienes educación es muy difícil ser consciente de tus derechos y defenderlos. Todas las revoluciones en la historia han surgido desde una clase que ya estaba más acomodada, que tenía más educación, y ha sido como el liderazgo de todos los demás. Eso en algunas partes de Congo donde todavía es muy complicado.

En este libro me obsesionaba no dejarme embaucar por la belleza, pero tampoco solo por esa visión de sufrimiento y de pobreza. Por eso he querido hablar con historiadores, filósofos, artistas… Y que se viera que a lo largo del Congo también hay eso. Por desgracia sabía que niños soldados y tipos que intentan sobrevivir como pueden me los encontraría, de alguna manera he intentado compensar y que se vea otro Congo que también existe y que hay que ir a buscarlo más.

México ha nacionalizado el litio hace unos días. ¿Por qué no se limita la explotación de los bienes naturales en países como Congo?

A lo largo de la historia reciente, a quien ha intentado cambiar las cosas le ha salido bastante mal. Cuando Sankara dice en Burkina Faso que los minerales tienen que ser para el pueblo, lo acaban asesinando. En Congo, Patrice Lumumba lo primero que hace es decir que las riquezas deben ser para los congoleses y lo fusilan en unos meses. A quien intenta cambiar ese equilibrio lo sacan del medio.

Ahora, con la aparición de China o Rusia en lugares que eran muy importantes para Francia, empieza a haber algún cambio. Pero, de momento, aún no se ha dado y creo que es peligroso. Como Francia ha explotado mucho, parece que los que vienen ahora es para ayudar. Yo tengo la sensación que a lo que vienen es a explotar más.

La geopolítica está cambiando en muchas zonas de África, que ahora miran hacía Rusia, ¿no es así?

Tenemos varios ejemplos, como República Centroafricana, una parte de Libia es prorrusa, Malí… Lo que hace Rusia es apoyar a un hombre fuerte y eso le sirve para entrar en el país, después enciende un engranaje de desinformación antifrancófono. Y ahora está yendo hacia Burkina Faso. Se aprovecha de todos los países que son inestables. Los mercenarios de Wagner están haciendo tropelías en esos países y lo que les interesa son las riquezas minerales. Es un problema al que habría que prestarle más atención. Níger, por ejemplo, tiene unas reservas de uranio muy grandes, empieza a estar rodeada por países prorrusos y eso es riesgo.

¿Cree que en los próximos años habrá un número exponencial de refugiados climáticos africanos?

Seguro. El continente que menos CO2 emite va a ser el más afectado. El mundo está cambiando, y quien está en una situación crítica, sin red, es quien lo sufre. Donde más lo he visto claramente ha sido en el desierto blanco de Sudán. O en el desierto de Mauritania, donde ves nómadas que tienen que abandonar su forma de vida porque los pozos se están secando. Y ya no hay marcha atrás. El cambio climático afecta mucho a poblaciones africanas.

El 25 de febrero hay elecciones en Nigeria, en diciembre las habrá en la República Democrática del Congo. ¿Está la adaptación al cambio climático en el debate político?

No, normalmente no. Es un debate en el que a los políticos no creo que les interese demasiado entrar porque no pueden hacer demasiado. No es algo que los líderes africanos puedan cambiar. 

«Ya no violan los rebeldes o los soldados, ahora quien viola es el vecino»

En este ensayo también muestra la gran labor del doctor Denis Mukwege, premio Nobel de la Paz, que opera gratuitamente a víctimas de violaciones. ¿Sigue siendo tan brutal la violencia hacía las mujeres en Congo?

Ha habido por lo menos dos fases. Una en la que las violaciones eran producto del caos y de la guerra. Y en la que se utilizaba el cuerpo de la mujer como cuerpo de batalla, que es lo que denuncia Denis Mukwege. Ahora, hay otra fase en la que la violación es producto de una impunidad brutal. Ya no violan los rebeldes o los soldados, ahora quien viola es el vecino. Pasa sobre todo en el este del Congo. Esa perversión social que nace del uso de la mujer como campo de batalla ha derivado en una cosa incluso más perversa, que el violador está en cualquier rincón agazapado.

Relata momentos muy complicados en su viaje. ¿En algún momento pensó que no volvería a casa?

En algún momento pensé que no lo conseguiría. No sé si tanto que no volvía, pero esa posibilidad estaba encima de la mesa y de una manera muy consciente. Júlia [la madre de sus hijas] antes de salir me dice que puede pasar. Es, probablemente, el viaje más complicado que he hecho y en el que más me he vaciado, sin duda. Había muchos momentos en los que decía que no podía avanzar más. Me ha costado dos meses y medio hacerlo, pero llevo 40 años soñando con él. Me decía: «No abandones porque es lo que siempre has querido hacer». Incluso hubo dificultades antes de empezar, económicas, de permisos…

No abandonar y hacer las cosas como quieres te genera una satisfacción muy bonita. Podría haber cogido una lancha rápida y hacer el Congo entero rápido. Pero yo quería viajar de esta manera, sabía que significaba menos comodidades, más riesgos, pero a la vez creo que es una manera bastante más auténtica de vivirlo y más cercana a cómo viven los congoleses. Es eso lo que quería contar. No es un viaje que yo haya emprendido por la aventura, sino porque quería contar sus vidas. Este viaje me ha vaciado a nivel mental, pero el libro es el libro que quería hacer.

Ya ha dedicado un libro al Nilo y otro al Congo… ¿Recorrerá el Níger?

Me habría gustado y esa era mi idea inicial, pero tengo la sensación que no es posible. Desde Malí hacía arriba es muy peligroso, hay muchos secuestros. Es un río que atraviesa muchas zonas controladas por yihadistas y sería un suicidio.

Haré otra cosa, a lo mejor atravesar desiertos. Siempre me ha llamado mucho la atención toda esa red de bibliotecas que hay en el desierto, esas rutas caravaneras que se utilizan desde hace tantos siglos. Los ríos son imanes de civilización, son vías de comunicación. Y los desiertos, que parecen todo lo contrario, también podrían serlo.

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COMENTARIOS

  1. El crecimiento económico hace inviable la Transición Energética por insuficiencia de recursos minerales.
    Ecologistas en Acción realiza un informe sobre el requerimiento de minerales para el despliegue de las energías renovables necesario para completar en 2050 la transición energética.
    El estudio refleja la necesidad de un decrecimiento económico y un avance significativo en reciclaje de metales para que los recursos minerales no limiten el despliegue de las renovables.
    El informe señala que, con un escenario de crecimiento verde, se dispararía extraordinariamente la demanda para suministrar minerales con los que construir nuevas infraestructuras de captación de energías renovables y almacenamiento eléctrico. Ello arroja dudas sobre la viabilidad a la transición a las energías renovables tal y como se plantea actualmente desde las instituciones nacionales e internacionales principales.
    El escenario de decrecimiento simulado en este informe, además de producir muchas menos emisiones de gases de efecto invernadero, representa una opción mucho menos intensiva en materiales, pero que todavía requeriría de una importante actividad minera para cubrir las necesidades de materiales que aún no están dentro de la economía, o que también tienen otros usos. En particular, no se evitaría la superación de las reservas estimadas actualmente para algunos materiales importantes como el cobalto, cobre, níquel o plata, y para varios recursos como indio, molibdeno, níquel, selenio y telurio.
    Los resultados presentados en este trabajo tienen dos lecturas principales: por un lado, la transición a las energías renovables incrementará la presión para la extracción de recursos mineros, con todos los graves problemas que el extractivismo acarrea en las poblaciones locales. Una extracción que cada vez genera más residuos tóxicos ante la baja concentración en la que se encuentran en el subsuelo los minerales explotados. De hecho, la minería, en Europa, es ya uno de los sectores industriales que más residuos genera.
    https://www.ecologistasenaccion.org/284386/el-crecimiento-economico-hace-inviable-la-transicion-energetica-por-insuficiencia-de-recursos-minerales/

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