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Los talibanes seducen a Occidente con sus minerales raros

El nuevo gobierno afgano agita la bandera del cambio climático para ser reconocido en el concierto internacional.
Soldados estadounidenses patrullando por la provincia de Gazni en 2012. Según el Pentágono, la zona podría albergar uno de los yacimientos de litio más grandes del mundo. Foto: THE U.S. ARMY/FLICKR

El nuevo gobierno de Afganistán quiere ser reconocido en el concierto internacional. Para ello, los talibanes han jugado la carta de los retos del futuro que el planeta, en su conjunto, debe afrontar solidariamente. Entre ellos citan de forma expresa el problema de la crisis climática. «Creemos que el mundo tiene una oportunidad única de acercamiento y de unión para abordar unos desafíos a los que no sólo nos enfrentamos nosotros sino toda la humanidad», planteaba un líder talibán en una entrevista con Newsweek. «Estos desafíos van desde la seguridad mundial hasta el cambio climático, y necesitan del esfuerzo colectivo de todos. Esas metas no se pueden conseguir si se excluye o se ignora a todo un pueblo que ha sido devastado por guerras impuestas durante los últimos 40 años», explicaba Abdul Qahar Balkhi, miembro de la comisión cultural de los talibanes.

La alusión al cambio climático no pasó desapercibida a los analistas. Lejos de ser el pedregal estéril con el que muchos identifican al país en sus descripciones, lo cierto es que Afganistán posee una enorme riqueza mineral que puede ser explotada por un planeta que debe dejar atrás los combustibles fósiles y emprender sin demora una transición a las energías verdes. En Afganistán hay negocio. El cebo exhibido por su nuevo gobierno está elegido con mucha astucia.

Un informe redactado por especialistas y geólogos del ejército estadounidense afirmaba ya en 2010 que Afganistán poseía cerca de 1 billón de dólares en riquezas minerales. Lo que allí abunda, concretamente, es hierro, cobre, oro, cobalto, litio y tierras raras, materiales todos ellos fundamentales para la fabricación de aerogeneradores, paneles fotovoltaicos, baterías y vehículos eléctricos. Como señalaba Daniel Carralero en Climática, «la pregunta que surge una y otra vez es si estos nuevos materiales no vendrán a sustituir al petróleo como elemento clave para el acceso a la energía y el dominio comercial y geopolítico». ¿Será el litio el salvocunducto de los talibanes para su entrada en los foros internacionales?

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El valor de la palabra de los talibanes

Los talibanes se hicieron rápidamente con el poder en Afganistán cuando comenzó la caótica retirada de las tropas estadounidenses, hace menos de dos semanas. Entonces prometieron una «amnistía general» para todos los funcionarios del gobierno saliente. Animaron, además, a que las mujeres se unieran al nuevo Ejecutivo. Los hechos desmintieron sus palabras pocas horas después.

Contradiciendo lo prometido, redactaron listas para llevar a cabo una purga sin concesiones en el país. Van casa por casa buscando a personas que hayan colaborado con el anterior gobierno y con su principal garante, las fuerzas armadas de Estados Unidos. Si no las encuentran arremeten contra sus familias, llegando a la tortura y al asesinato. Las imágenes de desesperación captadas en el aeropuerto de Kabul hablan a las claras del terror a las represalias de los talibanes.

Entre la población que pedía ser evacuada había también activistas en favor del clima. La propia Greta Thunberg rogó la pasada semana que no se abandonara a los jóvenes ecologistas de Fridays For Future: «Si hay alguien que pueda ayudar de alguna manera a evacuar a los activistas de Fridays For Future de Afganistán, por favor, comuníquese con urgencia».

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El tiempo de las evacuaciones ha acabado. Ya no queda ningún soldado británico en suelo afgano y los últimos estadounidenses abandonarán el país en las próximas horas. Hasta 260 militantes ecologistas esperaban abandonar Afganistán la semana pasada. Así lo aseguraba una portavoz de Fridays for Future en The Independent. ¿Y por qué están en el punto de mira de los talibanes si estos declaran, a su vez, que quieren participar en la lucha global contra el cambio climático? Pues porque, además de preocupados por el medioambiente, estos activistas también se manifiestan por la justicia social en su país.

La lucha contra el cambio climático todavía no ha sido minuciosamente desmontada (como sí ha ocurrido con otros movimientos sociales) para dividir y enfrentar a sus militantes. Por razón de sus víctimas principales sigue siendo, al menos por el momento, un movimiento feminista, antirracista y antifascista. La crisis climática afecta, en primer lugar, a los más desfavorecidos. Y Afganistán, claro está, es uno de los países más desfavorecidos del planeta. Para la ONG Germanwatch, en un informe replicado por la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), en 2019 fue el sexto país del mundo más afectado por el cambio climático.

Según un artículo de CBS News, hay una relación directa entre la crisis climática y el ascenso de los talibanes. Una severa sequía arruinó sus campos en 2018 y la catástrofe dejó miles de personas muertas y afectó a más de 13 millones de afganos. Según Cara Korte, la periodista que firma la información, los talibanes aprovecharon la coyuntura para ganarse la confianza de los agricultores afectados. El difícil acceso al agua y su efecto sobre la producción alimentaria continuará aumentando la pobreza de las áreas rurales, según varios informes de organismos internacionales.

El diagnóstico es acertado sólo en parte a tenor de lo expresado por algunos expertos: el cambio climático, dicen, no es nunca el único factor de una crisis. Por eso separar las luchas, trocearlas, dividirlas, no parece una buena estrategia para afrontar el problema. «Siempre hay una interacción con factores políticos, económicos y sociales», explicaba hace tiempo Alice Baillat, investigadora del Instituto Francés de Relaciones Internacionales y Estratégicas (Iris). «Por eso es tan importante hablar hoy del cambio climático como de un multiplicador de amenazas, para evitar así la despolitización de las crisis».

¿Están utilizando los talibanes la crisis climática como un trampantojo para ganar simpatías internacionales, afianzarse en el poder e imponer su agenda contra los Derechos Humanos?

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