El nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha prometido que su equipo de asesores liderará el país desde “la verdad y la ciencia”. Con esa declaración pretendía, evidentemente, marcar distancias con su predecesor en el cargo, Donald Trump. También lo hizo con los hechos. En el plano científico, destacaron dos órdenes ejecutivas firmadas en su primer día en la Casa Blanca: el regreso de Estados Unidos al Acuerdo Climático de París y la rectificación sobre su salida de la Organización Mundial de la Salud.
El ambicioso plan de Biden respecto al cambio climático incluye el objetivo de cero emisiones en la generación de energía eléctrica en todo el país para 2035. Su compromiso con la descarbonización dio su primer paso nada más tomar posesión del cargo: la suspensión de la construcción del oleoducto Keystone XL entre Canadá y Estados Unidos, una paralización largamente deseada por las comunidades indígenas de ambos países y que ha dejado solo al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, en su retórico afán por equilibrar economía y medioambiente.
Las grandes compañías energéticas observan de reojo las primeras órdenes de Biden, conscientes del poder que tienen sus lobbies en el Congreso, donde muchos de sus proyectos deberán ser ratificados. Allí presentará el presidente, el mes que viene, su plan de dos billones de dólares para la lucha contra el cambio climático. Su promesa incluye “construir una economía basada en la energía limpia, atacar la injusticia medioambiental y crear millones de puestos de trabajo, sindicados y bien pagados”.
Para llevar a cabo las reformas que tiene en mente, el presidente ha creado un equipo asesor especializado en la materia. Aquí tenemos algunos nombres:
- Gina McCarthy: Es el primer nombre elegido por Biden para asesorarle en cambio climático. Experta en calidad del aire, lideró la Agencia de Protección Medioambiental durante la presidencia de Obama, entre 2013 y 2017. Para acceder a aquel cargo tuvo que someterse al escrutinio de los republicanos en el Senado, donde le hicieron, literalmente, 1.000 preguntas, lo que retrasó su acceso en la agencia. Biden ha creado un nuevo puesto para ella, el de Asesora Nacional sobre el Clima. Tendrá su propio equipo, integrado en la misma Casa Blanca.
- Ali Zaidi: Nacido en Pakistán, es doctor en Derecho por la Universidad de Georgetown y fue asesor de Steven Chu, el secretario de Energía del gabinete de Obama. Además, ocupó el cargo de subsecretario de Energía y Medio Ambiente en Nueva York.
- David Hayes: Ex colaborador en los gabinetes de Clinton y Obama, donde ocupó el cargo de adjunto al secretario de Interior. En sus últimos años en la Casa Blanca se centró en la compra y protección de tierras amenazadas y en la restauración de ecosistemas por parte del gobierno federal. Desde hace años está comprometido con varias ONGs medioambientales. Será el ayudante especial de Biden en cuestiones climáticas.
- John Kerry: Un veterano de los gobiernos estadounidenses. Ex secretario de Estado con Obama y candidato demócrata a la presidencia en 2004 (perdió contra George W. Bush), fue el encargado de firmar el Acuerdo de París en 2016. Contrario en principio al uso de la energía nuclear, más tarde cambió su opinión, y pasó a considerarla una alternativa menos dañina que los combustibles fósiles.
- Jonathan Pershing: Doctor en Geología y Geofísica por la Universidad de Minnesota, trabajó como enviado especial para el Cambio Climático del Departamento de Estado y fue una figura clave en las negociaciones del Acuerdo de París.
- Sue Biniaz: Otra de las artífices del Acuerdo de París. Durante más de 25 años sirvió en el Departamento de Estado como asesora en asuntos sobre el clima. Allí dirigió también la oficina jurídica encargada de Océanos, Medioambiente, Ciencia y Asuntos Europeos. Es profesora de Derecho en la Universidad de Yale.
- Rick Duke: Fue asesor especial del presidente Obama en el diseño del plan (nacional e internacional) contra el cambio climático que luego llevarían a las negociaciones de París.
- Tarak Shah: Estuvo con Obama desde su época de senador por Illinois. Trabajó en la Casa Blanca en el Consejo de Calidad Ambiental y en los departamentos de Energía y de Defensa, siempre relacionado con temas energéticos. Ahora será el jefe de equipo del Departamento de Energía (la secretaría recaerá, según todos los pronósticos, en Jennifer Granholm). Su nombramiento es celebrado como un triunfo de la diversidad: es indio-americano y abiertamente gay.
- Sonia Aggarwal: También de raíces indias, asesorará a Biden en política climática e innovación. Cofundadora de Energy Innovation, lideró la plataforma America’s Power Plan para buscar soluciones para la descarbonización de la energía eléctrica.
- Maggie Thomas: Activista y asesora medioambiental, trabajó en la campaña de una rival de Biden en las primarias: Elizabeth Warren. Ahora será la mano derecha de McCarthy en el nuevo equipo climático.
- Jahi Wise: Será el cerebro financiero de esta anunciada transformación verde. Antes de su llegada a la Casa Blanca trabajó como director de Coalition Green Capital, una organización bancaria enfocada en acelerar la implantación de energías limpias.
- Jennifer Granholm: Ex gobernadora de Michigan, lidera todas las quinielas para convertirse en secretaria de Energía del gabinete de Biden. Los expertos han recibido su nominación con agrado. Durante su gobierno en Michigan, se relacionó estrechamente con la industria del automóvil, algo que el presidente considera fundamental para promocionar la fabricación y la venta de coches eléctricos.
Es pronto para evaluar cómo funcionará este grupo y hasta dónde llegarán las políticas verdes del presidente Biden. El nuevo inquilino de la Casa Blanca ha empezado fuerte, eso sí, y ya ha suspendido los nuevos permisos de perforación para extraer petróleo, carbón y gas. La moratoria se extenderá durante los próximos 60 días e incluye la paralización de las operaciones de compra y venta de tierras susceptibles de ser explotadas.
Las primeras señales son buenas pero varios analistas advierten de que aún no se pueden lanzar las campanas al vuelo. Tras cuatro años de quema indiscriminada de combustibles fósiles durante la presidencia de Trump, volver a la senda marcada en el Acuerdo de París podría no ser suficiente. El dióxido de carbono liberado durante este tiempo dificulta el cumplimiento de los objetivos: impedir la subida de 2ºC (1,5ºC, si es posible) en la temperatura de la Tierra. Y no se trata solo de Estados Unidos. Australia, Brasil o Arabia Saudí revisaron sus niveles de emisiones cuando Trump rompió la baraja.
Además, hay un gran componente económico en juego y Biden lo sabe. Por eso habla de “desarrollo sostenible” (un concepto bajo sospecha desde hace tiempo) e intenta encauzar en la buena dirección a los fabricantes de coches. Pero según muchos especialistas, sin decrecimiento económico no habrá un freno en el ascenso de las temperaturas. 2020 ya terminó con un aumento de 1,5ºC por encima del periodo preindustrial (1850-1900). ¿Qué hará Estados Unidos, el mayor emisor de CO2 del mundo junto a China, para atenuar la crisis climática?
John Kerry ha sido muy claro al respecto: “Para nosotros, volver al Acuerdo de París es fácil. Lo difícil es recuperar la credibilidad”.
