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La calidad del aire, ausente en los planes climáticos de las grandes economías

Los países del G20 suspenden en sus esfuerzos por reducir la contaminación atmosférica, en contraposición a los países con menores ingresos, según un análisis de la Alianza Global para el Clima y la Salud.
La boina de contaminación es una imagen frecuente en el cielo de Madrid. Foto: Fernando Sánchez

Respiramos nuestra propia contaminación. En España, en Europa y en el mundo entero. Nadie se escapa de la pobre calidad del aire, que ya provoca siete millones de muertes prematuras al año. Pero, a pesar de eso, las mayores economías mundiales, aquellas que más contaminan, no tienen en cuenta la calidad del aire en los planes climáticos nacionales.

Así se desprende de un nuevo análisis de la Alianza Global para el Clima y la Salud, en el que se evalúa la acción (o inacción) de 169 países, además de la Unión Europea. La clasificación se basa en una “tarjeta de puntuación”, que ordena los países según la prioridad que le den a mejorar la calidad del aire de su población. Concretamente, mide la eficacia de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés) presentadas por los países a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

Australia, Brasil, la UE e India, a la cola en calidad del aire

La tarjeta establece un máximo de 15 puntos (siendo o la peor puntuación y 15 la mejor). Irónicamente, son los países de bajos y medianos ingresos los que lideran la lista, con Colombia y Mali en cabeza y con 12 puntos. Todos menos uno de los 15 países que obtuvieron al menos ocho puntos son países de bajos o medianos ingresos.

Por el contrario, la Unión Europea se encuentra entre los países con menor puntuación junto a Australia, la India, Brasil y Emiratos Árabes Unidos, anfitrión de la nueva edición de la Cumbre del Clima que se celebrará este noviembre. Indonesia y Arabia Saudita ocupan los últimos puestos, con uno y cero puntos respectivamente. Algo más arriba se encuentran Canadá y China, que lideran la integración de la calidad del aire en sus planes climáticos entre los países del G20.

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“La tarjeta de puntuación NDC del Aire Limpio confirma el costo humano que supone retrasar la inevitable eliminación progresiva de los combustibles fósiles“, sentencia Jess Beagley, líder de políticas de la Alianza Global para el Clima y la Salud. “Como grandes contaminadores mundiales, es crucial que los países del G20 consideren la calidad del aire en sus NDC, pero ningún gobierno obtiene ni siquiera media puntuación, lo que indica una falta de reconocimiento de los vínculos entre el clima y la calidad del aire, o de ambición por tomar medidas”.

De los 170 compromisos evaluados, menos de un tercio se refieren a los efectos de la contaminación atmosférica sobre la salud. “La respuesta a la tarjeta de puntuación no consiste simplemente en intentar mejorar la clasificación de un país, sino en cómo imaginamos y aprovechamos la oportunidad de conseguir un futuro en el que ya no exista el impacto de la quema de combustibles fósiles sobre la salud humana“, argumenta.

Lluvia de subvenciones a los culpables: los combustibles fósiles

Solo el 1% de toda la financiación internacional para el desarrollo (equivalente a 17.300 millones de dólares) se destinó expresamente a combatir la contaminación del aire entre 2015 y 2021, según el Informe sobre el Estado de la Financiación Mundial para la Calidad del Aire. Pero, mientras tanto, la adicción a los combustibles fósiles continúa: en 2022, los países del G20 gastaron 1,4 billones de dólares en ellos.

“En lugar de alimentar nuestra propia destrucción, debemos invertir en soluciones que protejan y promuevan la salud. Los intereses creados de las empresas de combustibles fósiles y su influencia en los procesos políticos nacionales e internacionales están costando vidas, y hay que acabar con ellos”, defiende Beagley. En esta línea, el experto también recuerda que la salud se puede proteger con tecnologías de carbono, ya que no tienen en cuenta los contaminantes tóxicos y las partículas.

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El líder de la organización señala que “en varios países con puntuaciones más altas, como Mali, Camboya, Pakistán y China, existen altos niveles de mortalidad por contaminación atmosférica. Una mayor financiación podría permitir a estos países acelerar la aplicación de las medidas que han identificado“. Pero los países del G20, que pueden proporcionar esa ayuda, no suelen reconocer esos vínculos en sus NDC.

Se acerca una oportunidad para cambiar eso. Los grupos de defensa de la calidad del aire, entre ellos la Alianza Global para el Clima y la Salud, han escrito al Sultan Ahmed Al Jaber, presidente de la COP28, ministro de Industria y Tecnología Avanzada de Emiratos Árabes Unidos y consejero delegado de la Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dhabi (ADNOC), pidiéndole que se centre en la contaminación atmosférica en la próxima Cumbre del Clima.

“Durante la COP28, los países deben garantizar que la contaminación atmosférica y los beneficios colaterales de un aire más limpio se reconozcan en la Evaluación Global, el Programa de Trabajo de Mitigación, la Decisión Final de la COP28 y el Programa de Trabajo de Transición Justa”, pide Jeni Miller, directora ejecutiva de la Alianza Global para el Clima y la Salud. De lo contrario, “el compromiso de la COP28 de ser la primera ‘COP de la salud’ resultará ser una promesa vacía“.

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