El futuro del proyecto petrolero de Cambo –en el Mar del Norte– se tambalea. Una de las empresas accionistas, la petrolera Shell, ha anunciado su retirada al considerar que “el argumento económico para invertir en este proyecto no es lo suficientemente sólido”. La compañía tenía una participación del 30% en este proyecto, tras el que todavía se encuentra su accionista mayoritario, Siccar Point Energy.
El campo petrolífero de Cambo está situado a unos 125 kilómetros al oeste de las Islas Shetland, en Escocia. El yacimiento fue descubierto entre 2001 y 2002, y durante estos años se han llevado a cabo estudios de todo tipo para saber si su explotación era económica y ambientalmente viable.
De la decisión final también deberá formar parte el Gobierno británico, que todavía no se ha pronunciado de manera definitiva al respecto. Se estima que el proyecto de Cambo emitiría el equivalente a 134.000 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, sin contar las emisiones que se producen en la quema del petróleo y del gas.
Este es el argumento que han repetido las asociaciones ecologistas para posicionarse en su contra. Los grupos activistas consideran incompatible el proyecto petrolífero con el mensaje científico para mitigar el cambio climático: hay que abandonar los combustibles fósiles.
Durante la COP26 celebrada en Glasgow, varios activistas llevaron la protesta contra Cambo a las salas y pasillos de la Blue Zone, donde el presidente de la cumbre, Alok Sharma, les pidió que se marcharan.
Desde Friends of the Earth Scotland celebran la decisión de Shell y esperan que el gobierno de Boris Johnson rechace oficialmente la iniciativa. “Esto marca el principio del fin de todos los nuevos proyectos de petróleo y gas”, afirma la activista de esta organización Caroline Rance, quien destaca la influencia del “poder popular”.
“Tanto el gobierno del Reino Unido como el de Escocia deben rechazar oficialmente Cambo, decir ‘no’ a cualquier desarrollo futuro de petróleo y gas en aguas del Reino Unido y continuar con la planificación de una transición justa y rápida para las personas que trabajan en esta industria“, señala Rance. Y apela a la ciencia del clima: “Esta es clara: no puede haber nuevos combustibles fósiles, y ahora Shell ha admitido que tampoco hay argumentos económicos en el nuevo petróleo y gas”.
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