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COP 25 [Día 4]: Parar la emergencia climática, ¿una cuestión de fe?

En la COP 25 también hay cruces, velos y brazaletes budistas. La comunidad religiosa también participa en las negociaciones y aseguran que quieren ser un aliado
Un grupo de congregaciones se manifiesta durante la COP 25. Foto: Eduardo Robaina Foto: churches-2

Día cuatro de la COP 25 y hay que desempolvar cierta espiritualidad para poder aguantar las largas jornadas en el IFEMA. Así que quedamos con el Consejo Mundial de Iglesias para que nos den un poco de esperanza en esto de hacer frente a la emergencia climática

Pero en vez de darnos un sermón, nos ponemos a hablar sobre la urgencia de tomar acciones y de no dejar a nadie atrás. Bueno, y de espiritualidad también. “Esto es una cuestión de fe en muchos sentidos”, asegura el reverendo metodista Chebon Kernell, quien procede además de una comunidad indígena de Estados Unidos. “La naturaleza es un regalo de Dios y no podemos darlo por sentado”. 

Su compañero, el reverendo luterano sueco Henrik Grape, coordinador del grupo sobre clima de la organización, añade que su labor es fundamental para que el mensaje llegue a la población. “La ciencia es muy importante para entender dónde estamos. Pero no da una motivación para actuar”, afirma.  

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El tamaño de su público no es baladí: un 84 por ciento de la población mundial se identifica con alguna religión; un tercio de ellos son cristianos. Y apunta a que la religión llega a lugares insospechados. Algunos inalcanzables para muchos gobiernos, medios o científicos.

El Consejo Mundial de Iglesias es una comunidad de congregaciones cristianas de todo tipo. La mayor parte de sus miembros está fuera de Europa, aunque entre ellos están también la Iglesia Española Reformada Episcopal y la Iglesia Evangélica Española. Y no son unos novatos en esto de las negociaciones climáticas; han participado en todas las COPs que se han celebrado hasta el momento. Aunque sus 14 delegados son solo una pequeña parte de los cerca de 100 representantes de diferentes creencias que hay en la COP 25. 

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Nos invitan a una reunión que tienen con otros grupos religiosos. ¿Hablarán de encíclicas, fatuas, fe y cosas así? Eso pensamos, pero no. Se pasan la hora hablando de ingeniería climática y de técnicas de eliminación de carbono. Se han traído incluso a Mark Lawrence, el director científico del Instituto para Estudios Avanzados sobre Sostenibilidad de Potsdam, para que les resuelva las dudas técnicas. “Cuando me preguntan si tengo esperanza por el futuro, ya no respondo que sí. Porque lo que necesitamos es valentía, no esperanza”, dice una de las asistentes.

“Me preguntan mucho qué tiene que ver la fe con el medio ambiente”, nos cuenta Nana Firman, la directora de participación de la comunidad musulmana de la ONG GreenFaith. “Y yo les digo que es un gigante durmiente”, dice Firman. Así, según la activista, la religión ha sido ignorada como herramienta para implicar a comunidades en la lucha contra la emergencia climática. “Tenemos que animar a la gente desde esa perspectiva”, continúa.  

Durante los últimos años, varias comunidades religiosas han mostrado públicamente su compromiso en la lucha contra el cambio climático. Así la primera encíclica del Papa Francisco versó precisamente sobre el cambio climático y la comunidad islámica también publicó una declaración llamando a todos los musulmanes a ayudar en la lucha climática. “Todas las creencias dicen que la tierra es sagrada y partimos de esa premisa”, continúa Firman.

Los budistas ya vienen con ello de serie, dice Mei-Feng Lin, de la Fundación Budista Tzu Chi. “Los budistas creemos que todo el mundo comparte una naturaleza con Buda. Y la naturaleza de Buda es cuidar no sólo de los seres humanos, sino de todos los seres”, explica. Pero para Lin la principal ventaja de las religiones es la capacidad que tienen de influir sobre el comportamiento humano. “Todas las comunidades religiosas se basan en el cambio personal. Y lo que necesitamos es cambiar para ser más sostenibles”, asegura.

Y aunque muchos los miran con desconfianza en los pasillos de IFEMA, Nana Firman asegura que ellos no cuestionan los informes del IPCC. No niega, sin embargo, que otros líderes religiosos sí que lo hacen. Pero su principal objetivo en la cumbre es humanizar el debate sobre el clima. “Esto no es solo sobre ciencia. Es sobre la humanidad, sobre nuestras familias y nuestro futuro”, asegura. 

Para el reverendo Grape, es además una cuestión de justicia: “Un 20 por ciento de la población es responsable del 70 por ciento de las emisiones, pero no son los que más lo sufren”. Y no nos recomienda refugiarnos en la Biblia, que puede ser demasiado apocalíptica: “Y la tierra será desolada a causa de sus habitantes, por el fruto de sus obras”, dice el libro de Miqueas.

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