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Por qué las empresas minusvaloran la necesidad de adaptarse a eventos climáticos extremos

Este hecho "está muy relacionado con la manera en que procesan la información relacionada con el clima en sus negocios", asegura el autor.
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Este artículo fue publicado originalmente por la Universidad de Manchester. Se republica aquí como parte de la alianza de Climática con Covering Climate Now, una colaboración global de más de 300 medios para impulsar la cobertura sobre clima.

Traducción de Laura Villadiego – Carro de Combate

Lo que el Informe Stern hizo en 2006 con respecto a la mitigación climática y la necesidad de reducir las emisiones de carbono es lo que el antiguo secretario general de la ONU Ban Ki-moon está intentando hacer ahora sobre adaptación climática: ¡mostrar los números! Esta semana, la Comisión Global sobre Adaptación que Ban Ki-moon fundó junto a Bill Gates y Kritalina Georgieva del Banco Mundial publicó su informe Hay que adaptarse ahora, en el que asegura que invertir 1,8 billones de dólares en adaptación al clima ahora nos llevará a un beneficio total de hasta 7,1 billones en beneficios netos. Este mensaje es claro, invertir en la adaptación al clima para sobrellevar mejor el clima extremo y la subida del nivel del mar tiene sentido desde el punto de visto económico. Pero entonces ¿por qué no lo estamos haciendo?

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La emergencia climática puede estar ocupando titulares, pero aún hay mucha confusión sobre términos como mitigación y adaptación y las diferencias entre ellos. La gente siempre se siente incómoda al reconocer la necesidad de adaptarse, como si esto significara que ya no estamos intentando promover la mitigación y la reducción de las emisiones de carbono. Sin embargo, aunque la política climática ha debatido desde hace tiempo la mitigación y la adaptación como respuestas necesarias ambas las dos, el mundo empresarial ha ido mucho más lento en el reconocimiento de la adaptación como una estrategia para hacer frente al cambio climático.

Adaptación es un término confuso para las empresas. A menudo, cuando los gestores hablan sobre lo que hacen para adaptarse, explican cómo están mejorando su huella de carbono. Pero eso es mitigación. Y cuando explicas lo que queremos decir con adaptación, todos los gestores te dirán que su empresa siempre se está adaptando a los cambios en el entorno, también los relacionados con el tiempo y el clima. Los fabricantes de comida, las empresas aseguradoras, todos hacen un seguimiento de los patrones del tiempo y analizan cómo cualquier cambio puede afectar a sus activos. Es parte de su estrategia habitual.

Nuestra investigación muestra que esta mentalidad de seguir haciendo lo de siempre puede ser un error. Lleva a las empresas a minusvalorar los cambios climáticos que están fuera de lo ordinario y la necesidad de cambiar de forma radical las prácticas empresariales para resistir cuando sufran eventos climáticos extremos. Al estudiar las respuestas dadas por la industria petrolera al Proyecto de Transparencia sobre Carbono (Carbon Disclosure Project) sobre adaptación climática, encontramos que las empresas petroleras tienen una tendencia a ver las señales climáticas como si no fueran algo nuevo. No ven la necesidad de cambiar sus prácticas empresariales porque se sienten preparados. Muchas señales climáticas son simplemente consideradas como parte de sus operaciones bajo condiciones extremas como las que se dan en el Ártico. Hemos encontrado dinámicas similares cuando Shell respondió abiertamente a las críticas sobre perforaciones en el Ártico vertidas en un Webchat público. Los ingenieros de Shell estaban convencidos de que ellos podían hacer frente a las condiciones extremas y de que no había riesgos añadidos. Aun así, en 2015 Shell abandonó sus planes de perforar en el Ártico, parece que por los decepcionantes hallazgos de gas y petróleo.

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¿Por qué las compañías minusvaloran la importancia de las señales climáticas y no son capaces de ver la necesidad que existe de una revisión radical de sus operaciones? Hemos encontrado que está muy relacionado con la manera en que procesan la información relacionada con el clima en sus negocios. Las personas responsables suelen sufrir de atención selectiva. Sólo prestan atención a algunas señales relacionadas con el cambio climático mientras que ignoran otras. Mucho de lo que ven como cambio climático depende de la fuente de información que consultan. Los informes del IPCC, por ejemplo, pueden sensibilizar pero les falta la especificidad que las empresas necesitan para entender cómo el clima les afecta. La atención selectiva también lleva a que se centren sólo en las actividades del día a día, descartando poner en práctica programas a largo plazo.

Lo más sorprendente, tal vez, es que las empresas con un sistema de gestión de riesgos bien desarrollado y aquellas que sufren de forma frecuente el clima extremo son las que tienen una mayor probabilidad de subestimar la necesidad de adaptarse al clima. Paradójicamente, estar preparados ahora puede llevarles a estar mal preparados a largo plazo. Sus sistemas de gestión de riesgos suelen estar basados en experiencias pasadas. Pero, al igual que con los mercados financieros, las experiencias pasadas no son una garantía de que volverá a ser igual en el futuro. Si confían demasiado en el pasado, las empresas quizá no sean capaces de ver la necesidad de medidas radicales para hacer frente a eventos inesperados. El mayor problema de la adaptación climática es que aún no sabemos qué es lo que la naturaleza nos traerá, hay mucha incertidumbre. Las empresas que parecen estar bien preparadas pueden, por tanto, también ser cogidas por sorpresa. Incluso si, en el fondo, saben que un cambio radical es necesario, actúan como si las medidas actuales fueran suficientes. Parece que un cambio de mentalidad tendría que haberse dado hace tiempo.

Comentario experto: Profesor Jonatan Pinkse, director ejecutivo del Instituto Manchester para la Investigación sobre la Innovación en la Alliance Manchester Business School de la Universidad de Manchester

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