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Los actuales planes climáticos solo reducirían un 7,5% las emisiones previstas para 2030

Para no sobrepasar los 1,5 ºC de calentamiento haría falta una reducción del 55% de las emisiones durante esta década, señala el nuevo informe sobre la brecha de emisiones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Un niño durante la celebración de la COP 21 en Roma, en noviembre de 2015. Foto: ALESSANDRO BIANCHI/REUTERS

El planeta va de cabeza y sin frenos hacia los 2,7 ºC de calentamiento. Con los planes climáticos (las llamadas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, NDC) propuestos hasta ahora por los países firmantes del Acuerdo de París, las emisiones solo se reducirían a finales de esta década un 7,5%, muy lejos del 55% que se necesita para mantener la temperatura en 1,5 ºC y del 30% requerido para no superar los 2 ºC. Esta es la principal conclusión que se puede extraer del nuevo informe Brecha de Emisiones que elabora anualmente el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Ante este panorama desolador, el informe, que ya va por su duodécima edición, pide a las naciones –que históricamente no han cumplido con lo prometido– que se centren en alcanzar cero emisiones netas para mediados de siglo. Y, aun así, aunque todos los países hagan caso y logren llegar a 2050 consiguiendo la llamada neutralidad climática, no sería suficiente: solo serviría para reducir la temperatura 0,5 ºC, con lo que el aumento previsto de la temperatura mundial sería de 2,2 ºC. Para la ONU, las promesas de reducción a cero siguen siendo “vagas, incompletas en muchos casos e incoherentes con la mayoría de las NDC de 2030”.

Un total de 49 países, además de la UE, se han comprometido a alcanzar un objetivo de cero emisiones netas para 2050. Esto abarca más de la mitad de las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero, más de la mitad del PIB y un tercio de la población mundial. Hay once objetivos consagrados por ley, que cubren el 12% de las emisiones mundiales, apunta el informe.

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Ocho años para lograrlo

“El cambio climático ya no es un problema del futuro. Es un problema de ahora”, sostiene Inger Andersen. La directora ejecutiva del PNUMA establece una cuenta atrás: “Para tener una oportunidad de limitar el calentamiento global en 1,5 ºC, tenemos ocho años para reducir casi a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero: ocho años para elaborar los planes, poner en marcha las políticas, aplicarlas y, en última instancia, realizar las reducciones. El reloj avanza con fuerza”.

En concreto, para tener alguna posibilidad de limitar el calentamiento global en 1,5 ºC, el mundo tiene ocho años para reducir las emisiones anuales en 28 gigatoneladas adicionales de CO2 equivalente (GtCO2e), además de lo prometido en las NDC actualizadas y otros compromisos para 2030. Este es un objetivo que, siendo realistas en cuanto a las actuales políticas, se antoja complicado. Se espera que solo las emisiones de dióxido de carbono alcancen las 33 gigatoneladas en 2021. Si se suma el resto de gases de efecto invernadero, las emisiones anuales se acercan a las 60 GtCO2e.

En cambio, para lograr el objetivo de los 2 °C, el reto es algo menor y tal vez más plausible dada la situación actual: se requiere de un descenso de las emisiones anuales de 13 GtCO2e durante esta década.

A 30 de septiembre, el informe del PNUMA recoge que un total de 120 países, que representan algo más de la mitad de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, habían comunicado sus NDC nuevas o actualizadas. Además, tres miembros del G20 han anunciado otras nuevas promesas de mitigación para 2030, según el PNUMA.

El metano es clave para reducir la brecha de emisiones

Actualmente, la brecha de emisiones para que el planeta no supere el grado y medio es de un 47,5% –se necesitan reducciones del 55% y vamos camino de solo un 7,5%–. Un paso importante para acortarla –y, a su vez, mitigar el calentamiento a corto plazo– es reducir las emisiones de metano de los sectores de los combustibles fósiles, los residuos y la agricultura.

Las emisiones de metano son el segundo factor que más contribuye al calentamiento global, como evidenció este lunes el último Boletín de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Este gas subió en 2020 hasta las 1.889 partes por mil millones (ppb), lo que supone un 161,63% más respecto a la época preindustrial (1750).

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Si bien no siempre se ha tratado con la suficiente importancia que merece, el metano tiene un potencial de calentamiento global más de 80 veces superior al del dióxido de carbono en un horizonte de 20 años. Además, su vida en la atmósfera es más corta que la del dióxido de carbono –solo doce años, frente a los cientos de años del CO2–, por lo que las reducciones del metano limitarán el aumento de la temperatura más rápidamente que las del dióxido de carbono.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente considera que las medidas técnicas disponibles, “de bajo o nulo coste”, podrían reducir por sí solas las emisiones antropogénicas de metano en aproximadamente un 20% al año. Y sería de al menos un 45% con la aplicación de todas las medidas, junto con medidas estructurales y de comportamiento más amplias.

Asimismo, señalan también el papel clave de los mercados de carbono. Estos tienen el potencial de reducir los costes y, por tanto, de fomentar compromisos de reducción más ambiciosos, aunque con matices: “Solo si las normas están claramente definidas, se diseñan para garantizar que las transacciones reflejen las reducciones reales de las emisiones y se apoyan en acuerdos para seguir los progresos y proporcionar transparencia”. Con los ingresos obtenidos a través de estos mercados, la ONU ve oportuno financiar soluciones de mitigación y adaptación a nivel nacional y en los países vulnerables.

La recuperación poscovid, la gran oportunidad perdida

La pandemia de COVID-19 provocó un descenso de las emisiones mundiales de CO2 del 5,4% en 2020. Sin embargo, fue un espejismo, pues se espera que en 2021 las emisiones vuelvan a aumentar hasta un nivel solo ligeramente inferior al récord de 2019.

El análisis del organismo de Medio Ambiente de Naciones Unidas concluye que en la mayoría de los países se ha desaprovechado la oportunidad que suponía emplear las ayudas por COVID-19 para estimular la economía y, al mismo tiempo, respaldar la acción climática. Y, para muestra, un dato: solo el 20% de las inversiones totales en recuperación hasta mayo de 2021 servirán para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. De este gasto, casi el 90% corresponde a seis miembros del G20 y a un invitado permanente.

Este informe llega a menos de una semana de la cumbre del clima (COP 26) de Glasgow y viene a complementar al de la brecha de producción, publicado la semana pasada. Según este estudio, los gobiernos todavía planean producir en 2030 una cantidad de combustibles fósiles más de dos veces superior –un 110%– de lo que sería coherente con el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 ºC. Tampoco cumplirían con el objetivo de no sobrepasar los 2 ºC, ya que la producción prevista estaría un 45% por encima de lo deseable.

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COMENTARIOS

  1. Los bancos europeos siguen invirtiendo miles de millones de euros en proyectos destructivos de combustibles fósiles, financiando compañías como Total, Shell y BP que están destruyendo nuestro planeta y destruyendo vidas. Estos bancos hacen sus negocios sucios en la sombra y hay que desenmascararlos.
    Desde 2016, los grandes bancos han invertido 3.800 millones en combustibles fósiles en todo el mundo. En Francia, BNP Paribas, Société Générale, Crédit Agricole, Caisse des dépôts y Black Rock han invertido más de 25.000 millones de euros en el negocio sucio de Total.
    Mientras tanto, en Alemania están pidiendo al Deutsche Bank que deje de financiar la industria de los combustibles fósiles y los proyectos fósiles destructivos en todo el mundo, desde Rheinland en Alemania hasta Vaca Muerta en Argentina.
    Los bancos centrales no son mejores: en Londres personas de todo el mundo están celebrando un memorial de justicia climática en el Banco de Inglaterra en solidaridad con las comunidades que se ven afectadas por el apoyo imprudente del banco a las industrias altamente contaminantes.
    Todos ellos están echando leña al fuego mientras el mundo arde. Todos ellos nos están poniendo a nosotros, a nuestras comunidades y a nuestro planeta en peligro.
    Los criminales climáticos no podrían desarrollar nuevos proyectos fósiles destructivos si no fuera por los miles de millones que les llegan del sector financiero.
    Debemos detener el flujo de dinero a las compañías de petróleo, carbón y gas.
    #EndFossilFinance
    Actuemos para poner fin a las finanzas fósiles
    https://350.org/fossil-finance-day-of-action/?akid=173283.3178809.New6_f&rd=1&t=8

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