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Los pastores de renos y la capacidad de anticiparse al cambio climático

El pastoreo de renos en el Ártico se ve afectado por el cambio climático tanto para bien como para mal. Ante ello, el proyecto ArticXchange pretende facilitar servicios climáticos para ayudar a las comunidades locales a adaptarse a este nuevo contexto.
Renos en Laponia. Foto: Unsplash/Marcus Löfvenberg

Aunque la placa en la puerta de su despacho diga su nombre, Tanja Joona no pisa demasiado a menudo las instalaciones del Arctic Centre de la Universidad de Laponia, en Rovaniemi (Finlandia). A diario, su jornada transcurre en los territorios de la cooperativa de Palojärvi, no lejos de la ciudad y capital de la provincia más septentrional del país nórdico. Allí, la investigadora y profesora universitaria se encarga también del pastoreo de renos.

Joona es lo que llaman una practicante, una persona que ha llegado a la cría y el pastoreo de renos desde fuera. Y es que en Finlandia esta actividad está dominada por los sami, uno de los pueblos indígenas que hicieron de la domesticación de los renos su modo de vida hace más de medio milenio. Aun así, hoy es una actividad muy extendida en un país en el que un tercio de la superficie está reservada al pastoreo de estos grandes herbívoros. Entre Finlandia y su vecina Suecia, más de 15.000 personas de dedican a ello, según datos de la asociación de pastores.

En su faceta investigadora, Tanja Joona forma parte del proyecto ArticXchange, en el que la Universidad de Laponia colabora con el departamento de ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Centre (BSC). Su objetivo es producir servicios climáticos integrados con el conocimiento tradicional de los pastores que faciliten la adaptación al cambio climático y la toma de decisiones de las comunidades locales ante el nuevo contexto del Ártico.

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“El ganado, los renos, se alimenta en total libertad en verano, pero en invierno los pastores les dan comida que compran o cultivan. La actividad diaria de estos ganaderos se ve muy afectada por el cambio climático, a veces de forma positiva y otras de forma negativa”, explica Marta Terrado, científica medioambiental del BSC y líder, junto a Joona, del proyecto. “Lo que estamos intentando identificar es qué tipos de efectos se dan, de qué forma impactan en su actividad y cómo los pastores podrían integrar nuestras predicciones climáticas en su conocimiento tradicional”.

El regreso del invierno

No hay lugar en el planeta en el que se noten los efectos del cambio climático tanto como en el Ártico. La temperatura ha aumentado allí más del doble de la media global, el derretimiento del hielo y el permafrost se ha acelerado y la incidencia de los fenómenos meteorológicos extremos se ha intensificado, según el último informe del panel intergubernamental de expertos en cambio climático (IPCC). Sin embargo, lo que más preocupa de todo a los pastores de renos es el frío o, más bien, el frío a destiempo. Lo que los finlandeses conocen como takatalvi.

Cuando las tierras se deshielan y la hierba empieza a brotar bajo la nieve, da comienzo el año para los renos. Nace la siguiente generación y llega el momento de alimentarse sin pausa y coger peso de cara al invierno. Esa primavera llega, cada vez, antes, lo que a priori podría parecer una buena noticia para renos y pastores. Sin embargo, de vez en cuando, el invierno vuelve a hacer acto de presencia para recordarles a todos las latitudes en las que se encuentran.

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“A veces, en mayo o en junio, con las crías recién nacidas y los animales ya pastando en libertad en el exterior, vuelve el invierno y vuelve a nevar. Hay muchas crías que mueren o que no se desarrollan bien después”, señala Marta Terrado. “Este es uno de los tres efectos del cambio climático sobre el pastoreo de renos que hemos identificado con Tanja Joona”. Los otros dos parecen, por ahora, positivos.

Que el deshielo se adelante también permite que el ganado pueda empezar a pastar en los campos antes, por lo que la necesidad de aportarles comida se reduce y los pastores no necesitan estar tan pendientes de la alimentación del rebaño. Además, el aumento de las temperaturas también hace que el cultivo de cereales con los que alimentar al ganado en invierno se acelere. Las cosechas se recogen cada vez antes.

Integrar la ciencia en el saber tradicional

“Saber si la primavera y el verano van a ser más cálidos de lo normal o no puede ayudarles a planificarse mejor”, añade Terrado. “El objetivo es darles información climática para que ellos puedan gestionar mejor la temporada de cría de los renos. Pero, aunque la información es lo primero, el gran paso es encontrar las estrategias que les ayuden a lidiar con este nuevo contexto dentro de su modo de vida”.

El proyecto no solo busca desarrollar los servicios climáticos en sí, si no que intenta entender cuándo los necesitarían, si son verdaderamente relevantes y qué decisiones se van a tomar en consecuencia. “Ellos conocen mejor que nosotros cómo está cambiando el clima. Lo que pasa es que cada vez es más impredecible y el conocimiento tradicional no siempre es efectivo. Algunas señales en las que se basa empiezan a cambiar y las predicciones son menos fiables”, señala la investigadora.

“La comunidad científica debe trabajar para que los servicios climáticos sean bien acogidos. Hay que integrar la información en las maneras tradicionales de trabajar, porque ellos siempre van a pensar que su experiencia es mejor que algo que se les presenta desde fuera”, añade. En este sentido, uno de los enfoques del proyecto es trabajar sobre casos reales del pasado reciente. Analizan qué hubiesen predicho sus modelos en los veranos de 2018 y 2020 (los más calurosos de la historia en la región) y hasta qué punto esa información habría cambiado las decisiones que tomaron en su día los pastores.

“El proyecto está todavía en una fase temprana. Hemos definido los impactos y el caso de estudio para ver cómo el conocimiento científico puede complementar al tradicional. Ahora preparemos la documentación, organizaremos una mesa redonda con representantes de algunas cooperativas y algún representante político y veremos si les sirve nuestro trabajo”, concluye la investigadora.“Si eso saliese bien y tuviese buena acogida entre los pastores, sí podría llevarse a un terreno más operacional”.

Los cimientos de la adaptación al cambio climático

El cambio climático está presente en Laponia, en Guatemala y en España. No es algo lejano o reservado a un futuro distante. Es un conjunto de fenómenos complejos que tiene ya mucho que ver con el día a día de todos nosotros. Afecta a la productividad de los cultivos, a los movimientos de los caladeros pesqueros, a la producción de energía y la factura de la luz, a la salud… Adaptarse es ya tan prioritario como intentar frenarlo para evitar sus peores efectos en el futuro. Y aquí es donde entran en juego los servicios climáticos.

Estos son servicios basados en la información climática científica que deben ayudar a los individuos y a las organizaciones a adoptar mejores decisiones con antelación. Tal como señalan desde la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), un servicio climático exige el compromiso de producir a tiempo avisos que los usuarios sean capaces de comprender, de modo que les puedan servir de ayuda a la hora de tomar decisiones que les permitan prepararse y actuar con anticipación.

Los servicios climáticos son más que meras predicciones. Son información que está pensada para las necesidades de cada grupo de personas o actividad. Cuál va a ser la incidencia de la sequía para planificar el consumo de agua y reducir en consecuencia las plantaciones de regadío. Cuáles van a ser las temperaturas en primavera para prevenir que la cosecha se eche a perder. O cómo un cambio en las variables atmosféricas puede disparar la incidencia de ciertas enfermedades y saturar los servicios de salud.

Ya en la Tercera Conferencia Mundial sobre el Clima en 2009 se definió el Marco Mundial para los Servicios Climáticos. Desde entonces, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha trabajado para que estos servicios estén disponibles para todos y en todos los países y se tengan en cuenta en todas las políticas de planificación. Al fin y al cabo, no podemos adaptarnos a algo si no lo conocemos ni nos preparamos para ello.

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