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Proteger el océano para luchar contra el cambio climático

El océano es vida. Y poco a poco se la estamos quitando. En su último informe, el IPCC insiste en la necesidad de protegerlo por dos motivos: es un medio indispensable para millones de seres vivos y un aliado clave para reducir el calentamiento global.
Foto: Pexels.

El océano está ahí, delante de nosotros. Unas veces más calmado, otras veces turbulento. Pero siempre, siempre, está sufriendo nuestras consecuencias a la par que nos ayuda a luchar contra ellas. No obstante, en algunas cuestiones parece que el océano ha dicho basta. O, mejor dicho, nosotros le hemos forzado a hacerlo.

Este lunes se ha publicado un nuevo informe del IPCC. Como ya es costumbre en la feligresía del IPCC y la acción climática, estos días consumiremos muchos análisis acerca de dicho informe y sus preocupantes conclusiones. En este artículo pretendemos focalizar en un aspecto concreto del mismo: el de los océanos y su estado en relación con el cambio climático.

El océano como sumidero de calor

Mucha gente se sorprende cuando escucha por primera vez que, desde 1970, el océano ha absorbido más del 90% del calor en exceso que se acumula en la atmósfera debido a nuestra emisión de gases de efecto invernadero. Los océanos son nuestro gran sumidero de calor y esto, obviamente, tiene sus consecuencias. Entre ellas, la frecuencia de las olas de calor marinas (sí, también hay olas de calor en el mar; lo sabe bien Baleares) se ha duplicado desde 1982 y, además, están aumentando en su intensidad. Además, el océano se está acidificando y se está produciendo una pérdida de oxígeno en los primeros 1000 metros de profundidad, entre otros muchos efectos nocivos.

Podríamos hablar largo y tendido de los impactos del cambio climático sobre los océanos, o de sus víctimas, como es el caso de los arrecifes de coral (que pueden llegar a desaparecer en 2100 si el aumento de temperatura no se limita a 1,5 ºC) o los ecosistemas árticos (dependientes de una cobertura de hielo estival cada vez más menguante).

No obstante, focalizaremos en una cuestión que mucha gente desconoce: el océano es un fluido, y cuando un fluido se calienta, se expande. Esto es lo que se conoce como expansión térmica del océano y es responsable de gran parte de la subida del nivel del mar, aunque dicho proceso siempre se ilustre únicamente con imágenes de glaciares derritiéndose. Concretamente, la contribución de la expansión térmica del océano a la subida del nivel del mar es de 1,4 mm por año, mientras que la suma de las contribuciones de la capa de hielo y los glaciares es de 1,8 mm anual.

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Un mar cuyo nivel no deja de subir

El nivel medio del mar ha subido 20 centímetros entre 1901 y 2018. Sin embargo, lo verdaderamente preocupante no es solamente que suba, sino que cada vez lo hace más rápido. Así, la velocidad de aumento de la subida del nivel del mar era de 1,3 mm/año en el periodo comprendido entre 1901 y 1971, pasó a 1,9 mm/año para el período 1971 y 2006 y, actualmente (2006-2018) es de 3,7 mm/año.

La tasa de subida del nivel del mar a nivel mundial sigue aumentando (desde 1993 se ha duplicado) y lo seguirá haciendo. Los efectos de esta subida en el presente los conocemos (y los investigamos), desde destrozos materiales cada vez más severos ante eventos como tormentas hasta islas en el océano Pacífico que están en camino de ser prácticamente inhabitables.

Ahora bien, ¿qué consecuencias tendrá esto en el futuro, según las personas expertas del IPCC? Pues, entre otras cosas, que los eventos extremos relacionados con la subida del nivel del mar (por ejemplo, inundaciones) que ahora se producen una vez cada 100 años se producirán anualmente para el año 2100. Y esto sucederá en más de la mitad de las zonas donde existen mediciones con mareógrafos y en todos los escenarios.

Cambios irreversibles

La subida del nivel del mar no es un problema del futuro, sino del presente. Sin embargo, debemos destacar que no es únicamente un riesgo para los seres humanos, sino también para los ecosistemas marinos costeros. Un problema que entraña numerosos riesgos que, según este informe del IPCC, continuarán incrementándose hasta 2100 y más allá.

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Y es que algunos procesos son inevitables e irreversibles, como es el caso de la subida del nivel del mar. Este proceso seguirá produciéndose durante siglos o milenios, y esos futuros niveles del mar permanecerán así durante miles de años. Este nuevo informe indica que esta subida puede rondar de los 2 a los 6 metros en los escenarios de aumento de temperatura global a 1,5 o 2 ºC, aunque con un grado de confianza bajo, dado que es complejo precisar este aumento en intervalos temporales tan largo.

Sin embargo, aunque estos datos puedan resultar desalentadores, podemos limitar los peores efectos de la subida del nivel del mar (es decir, ‘fracasar mejor’) mediante acciones y medidas que provoquen una disminución global profunda, rápida y sostenida de nuestra emisiones de gases de efecto invernadero

Luchar contra el cambio climático

La crisis de biodiversidad y la crisis climática son inseparables. En este contexto, la naturaleza y sus formas de vida son capaces de adaptarse a los cambios que estamos produciendo en el planeta, así como ayudarnos a luchar contra ellos. Según Naciones Unidas, mejorar la gestión y la protección de estos ecosistemas podría reducir las emisiones actuales hasta en un 2%.

Sin embargo, la capacidad del océanos para luchar contra el cambio climático llega solo hasta cierto punto. Como consecuencia del desarrollo costero urbano e industrial, la contaminación y las presiones de la agricultura y la acuicultura, entre el 20% y el 50% de estos ecosistemas ya se han perdido o degradado. Actualmente, cada año se pierde el 0,13% de los manglares, entre el 1 y el 2% de las marismas y del 2 al 7% de las praderas marinas. 

Además, si no conseguimos limitar el aumento de temperatura global a 1,5 ºC, ecosistemas marinos como los arrecifes de coral de aguas cálidas, los humedales o los ecosistemas polares marinos no serán capaces de hacerlo. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el 41% de las especies marinas amenazadas son afectadas negativamente por el cambio climático.

Como conclusión, Naciones Unidas indica que todos estos problemas se deben a la escasa comprensión de nuestra influencia en el océano y su influencia en nosotros, así como de una acción política manifiestamente insuficiente. Para avanzar en la protección y la conservación de los océanos proponen: (1) mejorar la cultura oceánica de la sociedad, (2) crear una base teórica global para la planificación y gestión sostenibles de los océanos y (3) fortalecer la interfaz ciencia-política oceánica.

Si no protegemos los océanos, no podremos contar con ellos como aliados en la lucha contra el cambio climático. En esta línea, este último año se han dado pasos significativos en la protección del océano, como los compromisos adquiridos en la COP15 de Biodiversidad o el nuevo Tratado Global de los Océanos, que nos acercan a algunos objetivos propuestos hace unos años en Global Deal for Nature, como proteger el 30% del océano para 2030. Los próximos años serán clave para la protección del océano, así como para la acción climática, si es que ambas cosas pueden, llegados a este punto, desligarse.

Pablo Rodríguez Ros es doctor en Ciencias del Mar y coordinador del proyecto ’30×30 en el Mediterráneo español’ (Fundación Marilles).

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COMENTARIOS

  1. Una industria codiciosa quiere arar el fondo marino en busca de minerales.
    Y en alta mar, pocos pueden presenciar sus actividades destructivas.
    Pero sabemos cuáles son los riesgos de la minería en aguas profundas. Los ecosistemas serán destruidos y los residuos, el ruido y la contaminación lumínica destruirán la vida marina. El carbono almacenado en los sedimentos corre el riesgo de ser liberado a la atmósfera cuando se arranca el lecho marino. Esto exacerbará la crisis climática.
    La última parte inexplorada y aún en gran parte sin explotar de la naturaleza se perderá de esta manera. Este es un ejemplo sorprendente de las injusticias que enfrenta la naturaleza hoy en día.
    Los responsables de la toma de decisiones en Jamaica se están reuniendo para la primera de dos reuniones esta primavera de la organización de la ONU ISA (Autoridad Internacional de los Fondos Marinos) sobre la minería en aguas profundas.
    Los científicos advierten que la minería en aguas profundas puede causar daños irreversibles: La maquinaria pesada destruirá ecosistemas desconocidos, hogar de criaturas incomparables que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo.
    Existen imágenes filtradas de desechos de los barcos de las compañías mineras que se vierten en el mar y se han realizado estudios que han demostrado que el ruido y la contaminación lumínica son particularmente destructivos para la vida marina, especialmente para animales como ballenas y delfines.
    Las voces de los Activistas del Océano Pacífico a menudo no se escuchan en este tipo de negociaciones, a pesar de que las decisiones les afectan más y están a la vanguardia de la lucha para proteger los océanos.
    <norge@norden.greenpeace.org

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