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Nueva Zelanda aumenta su ambición de reducción de emisiones

El país oceánico aprueba una nueva ley de cambio climático buscando la neutralidad de emisiones, aunque el metano de origen animal queda fuera de la ecuación.
El ganado es una de las principales fuentes de gases de efecto invernadero de Nueva Zelanda. Foto: Phillip Capper/Wikimedia (Lic: CC BY 2.0) Foto: Nueva Zelanda emisiones

Nueva Zelanda ha blindado por ley sus objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, que causan el cambio climático. Desde este jueves, el país oceánico cuenta con una de las leyes más ambiciosas del mundo, con el objetivo de llegar a la neutralidad de emisiones en 2050 por imperativo legal. A partir de ahora, en Nueva Zelanda, la ley obliga a tomar medidas para frenar el calentamiento en 1,5ºC, tal y como pide la ONU. 

El Partido Laborista (socialdemócrata), que ostenta el gobierno en coalición con los Verdes, ha elaborado la norma, que fue aprobada con apoyo del principal partido de la oposición, el Partido Nacional (conservador). A pesar del apoyo, la oposición ha anunciado que realizará cambios en la ley si ganan las próximas elecciones, que se celebrarán el año que viene.

Consenso político

La Primera Ministra neozelandesa, la laborista Jacinda Ardern, se mostró orgullosa de la medida. “Espero que esto signifique que las generaciones futuras vean que estuvimos en el lado correcto de la historia”, afirmó Ardern en sede parlamentaria. La primera ministra afirmó que era “un día histórico” para su país. 

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“Estamos aquí porque el mundo se está calentando. Es innegable que se está calentando. Y estoy orgullosa de que diez años después de que llegase a esta casa [el Parlamento neozelandés] ya no estemos debatiendo si eso es o no cierto”, declaró Ardern. “Tenemos que dejar de avanzar en pos de objetivos y aspiraciones. Tenemos que empezar a actuar a partir de declaraciones de esperanza y mostrar que estamos actuando”, añadió. La Primera Ministra también afirmó que el objetivo de 1,5ºC establecido en la ley no se debe solo a que es el mismo que fija la ONU, sino que con él se pretende mostrar a los pequeños estados insulares del Pacífico que su país entiende lo que significaría para ellos traspasar ese umbral. Los representantes de esos Estados afirmaron hace unos años que un calentamiento de más de 1,5ºC significaría su desaparición.

La ley ha sido recibida con optimismo por diferentes actores, que han celebrado su ambición. Sin embargo, no ha estado exenta de críticas. La principal controversia está en el objetivo de reducción de emisiones de metano de origen animal. La ley establece una distinción entre este gas, que supone el grueso de las emisiones del país, y el resto de gases de efecto invernadero.

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Así, Nueva Zelanda no aspira a la neutralidad de emisiones en lo que al metano de origen ganadero se refiere. El país buscará una reducción del 10% para 2030 y del 47% para mediados de siglo (con respecto a niveles de 2017). Mientras que los conservadores consideran esa cifra demasiado elevada, los ecologistas pedían que se incluyese la neutralidad también para el metano. Sin embargo, el consenso final ha resultado prácticamente completo: la ley se aprobó con 119 votos a favor y solo uno en contra.

¿Qué es el metano?

El metano es un gas de efecto invernadero (CH4) que tiene diversas procedencias. Una de ellas son las flatulencias de rumiantes. Esta fuente de metano supone el 34% de las emisiones totales de Nueva Zelanda.

La potencia como gas de efecto invernadero del metano es muy elevada. A pesar de que su concentración en la atmósfera es mucho menor que la del CO2, y aunque solo permanece en la misma durante unas décadas (frente al CO2, que es estable durante siglos), la comunidad científica atribuye al metano alrededor de un tercio de todo el calentamiento global. Durante las primeras dos décadas, el metano absorbe hasta 86 veces más calor que el dióxido de carbono, y a lo largo de un siglo sigue siendo entre 28 y 36 veces más potente.

Además de los procesos digestivos animales, el metano procede de muchas otras fuentes. Algunas de las más importantes son la extracción de combustibles fósiles, las fugas de gas natural (compuesto mayormente de metano) o el derretimiento del permafrost. Dada su potencia a corto plazo como gas de efecto invernadero, reducir drásticamente estas emisiones es una prioridad para ralentizar el calentamiento global y contar con más tiempo para implementar otras medidas.

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