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Merkel entona el ‘mea culpa’ climático

La canciller alemana, que no se presentará a la reelección en los comicios de septiembre, confesó que podría haber hecho más para cumplir con el Acuerdo de París.
Angela Merkel, en una imagen de archivo. Foto: MARC DOSSMAN / UNIÓN EUROPEA

Una semana después de las inundaciones que devastaron varias regiones del oeste de Alemania, Angela Merkel confesó públicamente que su país no había “hecho lo suficiente” para alinearse con los objetivos del Acuerdo de París. La canciller alemana, siguiendo su costumbre de dar una gran rueda de prensa cada verano, compareció ante los medios antes de dejar su cargo. La histórica dirigente de la CDU no se presentará a la reelección en los comicios que se celebrarán el próximo 26 de septiembre.

En estas conferencias estivales, que realiza sin excepción desde 2006, Merkel ha dejado algunas frases para la historia. Una de ellas la pronunció en 2015, en plena crisis de los refugiados, posicionándose a favor de darles asilo: “¡Podemos hacerlo!”. Esta vez no hubo nada tan categórico. El tema climático estaba (trágicamente) sobre la mesa desde hacía una semana y Merkel, de retirada, aceptó que podría haber hecho más al respecto, pero destacó que tampoco se había quedado de brazos cruzados.

En su alocución señaló que su país había reducido sus emisiones de carbono un 20% entre 1990 y 2010, y otro 20% más en la siguiente década. También destacó su inversión en energías renovables, pero al final reconoció lo inevitable: podría haber hecho más. Aunque tampoco quiso cargar ella sola con la culpa: “Esto no es verdad sólo en el caso de Alemania sino también para muchos otros países del mundo”. Aunque no todos los países lideran, como lo hace Alemania, una economía tan poderosa como la de la Unión Europea.

Esta preocupación, en cualquier caso, no llega hasta el punto de rechazar el gas ruso. De hecho, Alemania consiguió que Estados Unidos aprobara un segundo gasoducto en aguas del mar Báltico, el Nord Stream 2. Así duplicará la cantidad de gas disponible y logra sortear los problemas que podrían surgir por otras rutas, como la polaca o la ucraniana. Una cosa es el discurso (llamado a frenar la utilización de combustibles fósiles) y otra la realidad.

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“Estoy equipada con el suficiente sentido científico como para entender que las circunstancias objetivas exigen un ritmo diferente al actual”, dijo la canciller refiriéndose directamente al calentamiento global. Y a nadie se le escapa que esas circunstancias objetivas, por las que, insistió, “hay que acelerar las acciones” para frenar el cambio climático, llegaron en forma de riada mortífera hace exactamente ocho días.

Merkel y la campaña en mitad de la catástrofe

Cuando se produjo la catástrofe, la canciller regresó urgentemente de su viaje oficial a Estados Unidos para visitar in situ los municipios dañados. Una vez allí, sus declaraciones fueron enormemente expresivas: “Es una situación surrealista y fantasmagórica. Casi diría que la lengua alemana tiene dificultades para encontrar las palabras precisas con las que describir esta devastación”.

Su gesto fue similar al del socialdemócrata Gerhard Schröder tras las inundaciones de 2002. Su rapidez a la hora de calzarse las botas de agua y desplazarse al epicentro del desastre fue, a la postre, fundamental para remontar en las encuestas y acabar ganando (por la mínima) las elecciones legislativas cinco semanas después.

La estrategia, convertida ya en clásico, se ha repetido hasta la saciedad en las regiones más afectadas por las inundaciones, Renania del Norte-Westfalia y Renania-Palatinado. No quedó ni un político sin su correspondiente foto en mitad de los escombros y rodeado de bomberos. “Es la hora de los socorristas, no de los políticos”, dijo entonces el dirigente de Los Verdes Robert Habeck. Nadie le hizo caso, por supuesto.

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El partido ecologista lideraba las encuestas hace apenas dos meses, pero la CDU, demostrando una vez más su fortaleza, remontó en unos sondeos que hoy le auguran el 29% de los votos. Los Verdes serían la segunda fuerza más votada, con el 19% de las papeletas. Pero está por ver si la catástrofe de las inundaciones confirma o altera estos números. Los democristianos recuperaron la senda del éxito tras poner fin al largo culebrón de la sucesión de Merkel. La designación de Armin Laschet, a la sazón jefe de gobierno de la arrasada región de Renania del Norte-Westfalia, fue bien recibida al principio. Pero su estrella podría decaer tras unas incómodas imágenes captadas en el escenario de la tragedia.

En ellas se le podía ver riendo a carcajadas, en segundo plano, mientras el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, hablaba ante los medios del duelo al que se enfrentaba el país y enviaba su apoyo a los que habían “perdido a amigos y familiares” en la inundación. Consciente de su metedura de pata, Laschet pidió perdón por aquella risa “inapropiada”.

La candidata verde, Annalena Baerbock, estaba contra las cuerdas hace apenas una semana, pero la torpeza de sus rivales podría darle una segunda oportunidad y cambiar el panorama político alemán. Y, por extensión, el europeo.

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