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Los crímenes de la gente rica contra la naturaleza

Una investigación analiza el papel de los hábitos de consumo de los ricos en la desestabilización del clima.
El superyate Luna, propiedad del millonario ruso Farkad Akhmedov en el muelle del puerto Rashid en Dubai. REUTERS/Christopher Pike Foto: Superyacht Luna owned by Russian billionaire Farkad Akhmedov is docked at Port Rashid in Dubai

Este artículo fue publicado originalmente en Jacobin

Tesla produce un producto alimentado por una batería que se combina con paneles solares para satisfacer tus energías domésticas. Este “artículo imprescindible para cualquier hogar realmente verde” cuesta más de 5.000 dólares. La mayoría de la gente no se lo puede permitir, a pesar de que la energía solar les permitiría ahorrar dinero y ayudar al planeta a largo plazo, pero el uso del Powerwall está restringido a personas con dinero para despilfarrar.

Si tu comprensión del consumo sostenible se limitara solo a este ejemplo, te marcharías pensando que las personas ricas deben de ser un grupo mucho más ecologista que las personas pobres. Pero los árboles te impedirían ver el bosque. Si bien los ricos tienen a su alcance una gama cada vez más deslumbrante de productos de consumo ecológicos, el impacto de estos aparatos no es nada en comparación con la destrucción ecológica general provocada por los hábitos de consumo de lujo. Un nuevo artículo titulado Medición del impacto ecológico de los ricos: consumo excesivo, desorganización ecológica, crímenes verdes y justicia, publicado por los investigadores Michael J. Lynch, Michael A. Long, Paul B. Stretesky y Kimberly L. Barrett, analiza con detalle el papel de los hábitos de consumo de los ricos en la desestabilización del clima.

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Estos investigadores sostienen que cuando una persona tiene mucho más dinero del que necesita para vivir, «adquirir propiedades y consumir en exceso se convierte en señales de distinción y, para obtener esas señales, la clase ociosa debe consumir». Esto lleva a los ricos a comprar, construir y manejas bienes como superyates, supercasas, coches de lujo y aviones privados. Se necesitaría una gran cantidad de Powerwalls para compensar el daño provocado por la proliferación de estos consumibles de lujo.

Los investigadores estiman que hay alrededor de 300 superyates en funcionamiento por todo el mundo. Una persona debe tener una riqueza individual de más de 30 millones [de dólares] para poder permitirse uno de los más pequeños; el precio de los superiores ronda los mil millones. Estos barcos engullen combustible y arrojan contaminación. Haz cuentas, la flota de superyates del mundo consume más de 32 millones de galones de petróleo y produce 627 millones de libras de emisiones de dióxido de carbono al año, todo para el disfrute personal de los sumamente ricos. Los superyates del mundo consumen y contaminan más que naciones enteras.

Las supercasas, que los investigadores definen como casas de más de 2.300 metros cuadrados, son igualmente devastadoras para el medio ambiente. El promedio de metros cuadrados de estas casas supera los 3.700, y su precio medio es de poco menos de 28 millones de dólares.

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Los investigadores no han podido calcular la huella ecológica completa de dichas casas, por lo que se atascaron con los impactos del abastecimiento de madera, asumiendo que todo el stock era de madera estándar (por supuesto, muchas casas de lujo también usan materiales exóticos difíciles de obtener).

Una casa media, concluyeron, requiere la recolección de 20 árboles, mientras que una supercasa requiere 380 árboles. Un hogar promedio da como resultado 74.880 libras de pérdida por secuestro de carbono, mientras que un superhogar ocasiona una pérdida de 1.422.720 libras. La huella de carbono de las supercasas es astronómica —y todo para que los ricos puedan tener algo de espacio extra para moverse—. El hecho de que algunos de ellos ahora cuenten con Powerwalls difícilmente tranquiliza la conciencia.

Tesla no solo produce el Powerwall, sino que también, por supuesto, fabrica coches eléctricos de lujo. Pero la gente rica se ha comprado automóviles caros desde muchísimo antes del lanzamiento de Tesla y, aunque los coches eléctricos caros se están convirtiendo en una especie de símbolo de estatus en círculos selectos, hasta ahora la gran mayoría de la gente acaudalada se queda con coches de gasolina, siempre que cuesten una fortuna y la sostenibilidad importe poco.

Esos autos vienen con todo tipo de dispositivos y funcionalidades, mucho más de lo que es necesario para conducir, y suelen ser más grandes que un automóvil medio. Su tamaño y el uso frecuente de materiales poco comunes los hace mucho menos sostenibles de construir, y sus huellas de carbono también son más grandes.

Los investigadores se concentraron solo en la eficiencia de los vehículos de lujo, comparándolos con los coches populares que se venden por una fracción de su precio. Descubrieron que esta última categoría era más del 60% más eficiente en combustible que los vehículos de lujo. «En comparación con los diez vehículos más vendidos», concluyeron los investigadores, «un vehículo de lujo produce, como promedio, 373,98 libras más de emisiones de CO2 por cada 1.000 millas recorridas [cada milla son 1.609 metros]».

Los grupos con ingresos elevados también conducen el doble de millas anuales que los grupos con bajos ingresos. Los ricos, sin duda, podrían arreglárselas con un Hyundai Sonata o un Nissan Altima, pero su deseo de ser vistos conduciendo un Jaguar o un Bentley implica más contaminación para todos.

Y, finalmente, están los aviones privados. Solo unos 15.000 de ellos están registrados en los Estados Unidos. La flota entera opera un total de 17 millones de horas al año, lo que supone una quema de aproximadamente 345 galones por hora. El combustible de avión produce 21 libras de emisiones de carbono por cada galón. Eso supone que la huella de carbono de la flota de aviones privados de los EEUU es de aproximadamente 56 toneladas por año. Toda la nación de Burundi produce menos de la mitad de las emisiones de carbono que la élite de los Estados Unidos solo con sus aviones privados, por no hablar de sus autos de lujo, sus supercasas y sus superyates.

Estas personas ricas pertenecen a la clase capitalista, lo que significa que juntas son propietarias de la gran mayoría de los activos productivos del mundo. Sus hábitos de consumo de lujo constituyen solo una fracción de su contribución a la desestabilización del planeta. Poseen minas, fábricas, compañías de combustibles fósiles, bancos que invierten en prácticas extractivas dañinas y operaciones de transporte que consumen más combustible del que jamás podrían soñar como individuos. Sus hábitos de consumo son solo la punta del iceberg.

Aun así, es sorprendente que puedan salirse con la suya con todo este conspicuo consumo sin que nadie pestañee. A medida que los mares se eleven, las temperaturas se disparen y el clima se vuelva más errático y violento, esas mismas élites migrarán a lugares seguros o, si sucede lo peor, se retirarán a los búnkers del fin del mundo y se ahorrarán los peores efectos del caos que han sembrado.

Como mínimo, concluyen los investigadores, la sociedad debería desarrollar políticas para frenar el sobresaliente consumo de los ricos. Tal vez construir una casa tan grande que requiera la destrucción de un bosque pequeño deba considerarse una forma de “crimen verde”.

Al final, sin embargo, no habrá una verdadera resolución de la crisis climática sin una alteración fundamental de la economía. Mientras produzcamos con fines de lucro, y no para el bienestar público y el bien común, la tierra será una víctima de la búsqueda del dinero y los pobres sufrirán.

«Como resultado de la contradicción inherente entre el capitalismo y la naturaleza», observaron los investigadores en una publicación anterior, «el sistema capitalista debe ser visto como un crimen contra la naturaleza». Y para este crimen, la única justicia real es el socialismo.

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COMENTARIOS

  1. Los más pobres, aunque quisieran, no es mucho lo que pueden consumir.
    Son las primeras víctimas de estos ricachones. Por desecamiento de sus tierras, porque el rico acaparan lo que la Madre Naturaleza ofrece a todos sus hijos, a quienes huyen de la pobreza, los ricos les niegan la caridad de que se coman sus migajas.
    La lucha climática es lucha de clases (Vdeo)
    No es un castigo divino hijo de la casualidad y la mala suerte de los humanos. Hay responsables con nombres y apellidos, hay empresas, haya dirigentes y gobernantes detrás del desastre; hay lucha de clases.
    https://insurgente.org/la-lucha-climatica-es-lucha-de-clases-vdeo/
    ————————————

    Aragón, Catalunya y Euskal Herria se unen contra las autopistas eléctricas.
    La reciente noticia de los problemas técnicos a los que se enfrenta el proyecto de cable submarino para interconectar Gatika (Bizkaia) con Cubnezais y la Central Nuclear de Blayais (Francia) —pese a que ya se había advertido de este peligro en las numerosas alegaciones presentadas y tras haber sido subvencionado éste con la friolera de 578 millones de euros de dinero público europeo— ponen en entredicho la viabilidad de este megaproyecto, que podría acabar convirtiéndose en un nuevo Castor.

    Íntimamente ligado a este megaproyecto de interconexión se encuentra también el proyecto de Autopista Eléctrica Güeñes-Itsaso—”una nueva zanja dividiendo Bizkaia”, en palabras de Aitor Urresti—, que se encuentra ya en desarrollo y que Red Eléctrica del Estado español ha “resucitado” ahora en el marco de la planificación de la red eléctrica española para el periodo 2015-2020, que prevé la construcción de 6.188 kilómetros de nuevas líneas de muy alta tensión (MAT / 400 kV) y recrecimientos de líneas de alta tensión (LAT / 220 kV) a lo largo y ancho de la península ibérica.

    Este proyecto se relacionaría, a su vez, con el de la Autopista Eléctrica que se pretende construir entre Castejón, Muruarte e Itsaso, que llevaría energía de origen fósil (de la Central Térmica de Castejón) a Francia a través de Euskal Herria.
    El problema se reproduce también en Aragón y Catalunya (Pallars Jussà) con la “reedición” del proyecto de Autopista Eléctrica o MAT Peñalba-Arnero-Isona y los recrecimientos de LAT que lleva aparejados, con los que se pretende reforzar el futuro proyecto de interconexión eléctrica entre Francia y el Estado español a través del Val de Buixaruelo (en los límites con el Parque Nacional d’Ordesa y d’as Tres Serols y el Parc national des Pyrénées).

    La Red de Apoyo Mutuo en respuesta a los Megaproyectos Energéticos considera que esta telaraña de megalíneas eléctricas solo pretende perpetuar un modelo energético hipercentralizado y caduco cuyos impactos sociales y medioambientales afectarán gravemente a los territorios señalados, que, sin embargo, no recibirán beneficio alguno ya que este irá, únicamente, a los bolsillos de los accionistas del oligopolio energético.
    https://arainfo.org/catalunya-aragon-y-euskal-herria-se-unen-contra-las-autopistas-electricas/

  2. SACRIFICAR LA ANTARTIDA PARA SALVAR EL CAPITALISMO
    El casquete polar del hemisferio sur se está derritiendo cada vez más rápido.
    Para supuestamente salvar ciudades como New York, Shangai, Tokyo o Calcuta, un equipo de científicos del Instituto Postdam de investigación sobre el impacto climático, financiado por el gobierno alemán, propuso el 18 de julio de este año un nuevo megaproyecto de geoingeniería. Miles de cañones arrojarían desde el mar 74 billones de toneladas de nieve artificial sobre los glaciares Isla Pine y Thwaites, en la Antártida occidental, para ralentizar su derretimiento. Es un territorio no reclamado por ningún país, según el Tratado Antártico, vecino a la Antártida chilena y argentina. (https://tinyurl.com/yytsdno3)
    La nieve artificial se crearía con agua bombeada del océano, que primero habría que desalinizar y lograr que se mantuviera como nieve o hielo hasta que se integre a los glaciares. Todo el proceso demandaría cantidades ingentes de energía, parte de la cual proponen sea provista por 12 mil generadores eólicos en el mar, pero reconocen que esto es sólo para hacer la nieve artificial y lanzarla. No incluye la construcción de las instalaciones ni la demanda energética para desalinizar, lo cual es esencial, ya que si se hiciera con agua salada tendría serios efectos negativos en los flujos dinámicos de la capa de hielo, ni de otras fases relacionadas con el proceso, todo en condiciones extremadamente duras.
    La instalación de la infraestructura de energía y cañones tendría efectos devastadores en la fauna. Los científicos que hacen la propuesta admiten que conlleva enormes impactos negativos sobre el ecosistema y especies marinas. De hecho, lo refieren como sacrificar la Antártida para salvar grandes ciudades.
    Según el instituto, lo hacen porque aun si se cumplieran las metas del Acuerdo de París, de mantener el aumento promedio de la temperatura a menos 2 grados, la Antártida seguirá derritiéndose y en 200 años Nueva York, Tokyo y otras megalópolis desaparecerán. Plantean que entonces los gobiernos tienen que pensar qué sacrificar.
    Pero la pregunta crucial es por qué ante tal gravedad no hacen propuestas igualmente dramáticas para terminar con las causas y parar el cambio climático. Por ejemplo, si el 10 por ciento más rico del planeta tuviera un nivel de vida como un ciudadano europeo medio (muchísimo mayor que el promedio latinoamericano), la emisión de gases de efecto invernadero global ¡bajaría 30 por ciento! (Kevin Anderson,Tyndall Centre)
    El principal motor del cambio climático es el capitalismo industrial basado en combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) y los únicos que se benefician son una absurda minoría de países, empresas e individuos ricos. Las propuestas de geoingeniería no son para salvar ciudades, sino para salvar esos intereses. Eso es lo que hay que cambiar, no sacrificar a la Antártida o cualquier otra región.
    http://canarias-semanal.org/art/25686/sacrificar-la-antartida-para-salvar-el-capitalismo

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