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Fuera de estación y de control: así son los incendios que asolan California este año

Los megaincendios que arrasan California por cuarto año consecutivo están quemando las milenarias secuoyas. Esto se podría haber evitado con gestión forestal.
Bombero durante incendio en Boulder Creek, California, el 21 de agosto. REUTERS/Stephen Lam. Foto: california-incendio

Parece que se está convirtiendo en una tradición anual: los megaincendios arrasan California por cuarto año consecutivo. Puede parecer que todos los incendios son iguales, pero lo cierto es que los de este año son diferentes a los de años pasados. Este año han llegado antes de lo normal, están quemando las milenarias secuoyas, y se podría haber evitado con gestión forestal. Vayamos por partes.

Incendios fuera de estación

En California hay dos tipos de incendios. El primero son los de viento que, como su nombre indica, propagan por la acción de fuertes vientos. Esto hace que el fuego ‘salte’ y avance muy rápidamente. Este tipo de incendios es el que ha predominado en años recientes, y estaban conducidos por los vientos de Santa Ana. Son unos vientos desecantes y muy fuertes que afectan principalmente al Sur de California (la zona de Los Ángeles) y que ocurren a principios de otoño.

Este año, sin embargo, los incendios están ocurriendo en verano. Ello se debe a que se trata de otro tipo de incendios, llamados convectivos . Los incendios convectivos surgen de la conjunción de dos factores: grandes acumulaciones de combustible (es decir, bosques con muchos árboles y maleza) y una sequía intensa. Cuando mezclamos estos dos ingredientes, tenemos la receta perfecta para incendios que queman totalmente fuera de control. Se generan columnas de humo tan poderosas que se altera el patrón de vientos y ello desemboca en un comportamiento errático del incendio. Por ejemplo, en estos días hemos visto cómo los incendios han generado tormentas de fuego e incluso tornados de fuego.

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¿Se imaginan qué puede pasar si este año llegan los vientos de Santa Ana en setiembre, antes de que estos incendios convectivos lleguen a estar controlados? Puede que este año no lleguen a juntarse estos dos tipos de incendios, es pronto todavía para saberlo. Pero sí sabemos que cada vez tenemos más números para este desastre. En breve les contaré cómo revertir la situación.

Las secuoyas: víctimas del incendio

Antes de abordar la solución, conviene entender qué está quemando y cómo se ha llegado hasta aquí. Y es que uno de los ecosistemas que está ardiendo este año es el de las secuoyas: árboles milenarios que superan los 80 metros de altura y que crecen en el norte de California (la zona de San Francisco).

No se puede decir que las secuoyas no estén acostumbradas a los incendios. Aunque son primas de los cipreses, las secuoyas rebrotan tras el fuego. Si el incendio consume la copa, la secuoya rebrotará desde el tronco. Si el incendio consume el tronco, la secuoya rebrotará de raíz. Y si el incendio consume todo el árbol, la secuoya regenerará de semilla. Se trata de una especie que ha evolucionado con el fuego y que, por tanto, está adaptada a él.

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Ahora bien, estar adaptado a los incendios solo quiere decir que sobreviven bajo un régimen de incendios determinado: si éste se vuelve más o menos intenso de lo habitual, la especie puede correr peligro. En Australia, por ejemplo, éste es el caso del fresno de montaña australiano: la especie de árbol más alta del mundo y cuya supervivencia está cada vez más amenazada por los cambios recientes en el régimen de incendios australiano.

La supervivencia de la secuoya, a día de hoy, no está amenazada. Eso sí, deberemos esperar unos cuantos siglos para volver a ver esos majestuosos bosques si los incendios son de tal magnitud que los árboles se consumen y la especie tiene que regenerar de semilla.

Cómo evitar los grandes incendios convectivos

Las secuoyas evolucionaron bajo un régimen de incendios frecuentes, pero de poca intensidad. Como los incendios eran frecuentes, no se acumulaba mucho combustible. El fuego hacía de roza que eliminaba el sotobosque y, de paso, favorecía el crecimiento de las secuoyas al eliminar la competencia. Existen evidencias de que este régimen de incendios fue favorecido por la gestión que hicieron los indios americanos. Esto es, se sabe que los indios realizaban quemas prescritas de forma acorde con el régimen natural de incendios.

Todo esto cambió con la llegada de los europeos. Temerosos del fuego, hicieron que disminuyera su frecuencia, sobre todo, a lo largo del siglo XX. Esto desembocó en las grandes acumulaciones de combustible que se dan en la actualidad. Se han iniciado programas de recuperación del régimen tradicional de incendios. Sin embargo, se han visto frenados porque los turistas que pasean por esos bosques no ven con buenos ojos que mueran los árboles que conforman el sotobosque en estas recreaciones del fuego histórico.

Hay otros frenos a la aplicación de quemas prescritas a gran escala, y es que su aplicación aumenta las concentraciones de material particulado fino (PM2.5) en la atmósfera, algo altamente dañino para nuestros pulmones. Es por ello que, a día de hoy, se recomienda la gestión a través de tratamientos mecánicos (esto es, la tala selectiva de árboles a través de claras y los desbroces), junto con las quemas prescritas para evitar acumulaciones de combustible que conducen a estos grandes incendios. Tal vez parezca sorprendente pero, por lo menos a nivel científico, existe consenso sobre este tema: las claras y las quemas prescritas son necesarias para respetar la ecología de las secuoyas y, por tanto, disminuir el riesgo de grandes incendios convectivos. Una receta que, por cierto, también sirve para muchos de nuestros pinares de montaña acostumbrados a incendios de baja intensidad.

Víctor Resco de Dios es profesor en la Southwest University of Science and Technology (China) y en la Universidad de Lleida.

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COMENTARIOS

  1. Pobres árboles estadounidenses pués además de los incendios también son víctimas de la manipulación genética.
    La industria de la ingeniería genética está trabajando en los EEUU en maneras de hacer aceptable la discutida tecnología. Afirman que la intervención en el material genético de los árboles puede ser un medio para salvar especies y bosques en peligro de extinción. Este plan es deleznable y lo rechazamos.
    “Plantar castaños americanos manipulados genéticamente conlleva un riesgo incalculable. Por eso, no se deben autorizar.”
    Al principio del pasado siglo, una enfermedad provocada por hongos redujo el castaño ­americano hasta tal punto que en el oeste de los Estados Unidos y en Canadá sólo quedaron unos pocos ejemplares.
    El plan actual de la industria de ingeniería genética es como sigue:
    Investigadores han manipulado el material genético de los castaños para que la especie de árboles sea resistente a la enfermedad. Pretenden introducir lo más rápido posible en los bosques los árboles obtenidos en el laboratorio, para que se dispersen sus semillas y se propaguen las plantas.
    El plan es pues que el castaño americano reconquiste el hábitat por el que antes estaba tan extendido. Así declaran la ingeniería genética como “salvadora de los bosques”.
    Pero este plan es muy peligroso. El experimento sería irreversible, con consecuencias que nadie puede calcular. Los bosques son comunidades de vida altamente complejas. No hay estudios a largo plazo sobre cómo los árboles modificados genéticamente interactúan en ecosistemas biodiversos con insectos, aves y otros animales salvajes.
    La pretendida recuperación del castaño americano podría conducir a la desaparición de otras especies.
    Además, la autorización de árboles manipulados genéticamente podría sentar un precedente y convertirse en algo habitual. No se trata de la loable protección de una especie icónica, sino más bien de un interés comercial puro y duro de las industrias de la celulosa y el pellet. La mentira de la ingeniería genética como salvadora de los bosques puede tener éxito, aunque gran parte de la población rechaza la intervención del material genético.
    Para quienes defendemos el medio ambiente está claro: la ingeniería genética no proteje los bosques sino que los pone en peligro. Pensamos que no se debe modificar el material genético de los árboles.
    https://www.salvalaselva.org/peticion/1219/rechazamos-la-manipulacion-genetica-de-los-bosques

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