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Los principales países exportadores de gas dicen que son víctimas de la “cultura de la cancelación”

En un escrito dirigido a ONU Cambio Climático, quieren hacer creer que es un problema hablar de poner fin a los hidrocarburos en plena crisis climática.. El gas, que encima no dejará de crecer durante las próximas dos décadas, es uno de los combustibles fósiles que está destrozando el planeta.
El GECF en una de sus reuniones. Foto: Hamed Malekpour

La COP26 celebrada recientemente en Glasgow ya es historia. Acabó fuera de plazo con un pacto que mejora los de cumbres anteriores -no estaba el listón muy alto-, pero muy lejos de lo que se espera para afrontar la crisis climática. A pesar de que hubo algún que otro anuncio relevante, los combustibles fósiles seguirán bastantes años dominando la economía mundial y calentando el planeta. Durante la cumbre del clima su presencia fue más que notoria. Eran una más de las conversaciones, tanto por el lado empresarial como de los países. Aun así, parece que no es suficiente para esta industria, que asegura que van contra ella (razón no les falta).

Concluida la cumbre del clima, es habitual que los grupos de observadores y las nacones que estuvieron presentes envíen sus reflexiones a ONU Cambio Climático. Eso hizo esta semana el Foro de Países Exportadores de Gas (Gas Exporting Countries Forum, GECF, por sus siglas en inglés). Su secretario general, Yury P. Sentyurin, mandó una declaración envuelta en lenguaje diplomático que no es más que lavado verde (greenwashing) con el que intentan hacer creer que actúan contra el cambio climática y en el que incluyen grandes dosis de tecnoptimismo, un ejemplo perfecto de discurso retardista. Blablablá, que diría Greta Thunberg.

Pero lo relevante llega al final. En el penúltimo párrafo, el lobby de exportadores de gas -formado por 18 países que representan el 70% de todas las reservas de gas fósil, el 44% de su producción comercializada, el 52% de los gasoductos y el 51% de las exportaciones de GNL en todo el mundo, según ellos mismo dicen- lamenta la “cultura de la cancelación” a la que se enfrentan los combustibles fósiles. El párrafo es este:

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“A pesar del reduccionismo en curso y la cultura de cancelación de los hidrocarburos, el GECF aspira a presentar una hoja de ruta de transición energética equilibrada para un debate constructivo que permitirá a los responsables de la formulación de políticas instigar y, tal vez, liderar una transición energética realista”.

El mayor foro de exportadores de gas ha optado por el papel de víctima haciendo creer que es un problema hablar de poner fin a los hidrocarburos en plena crisis climática. Es real lo que han dicho, sí. El Foro de Países Exportadores de Gas quiere que la gente piense que acabar con lo que causa miles de muertes, migraciones, daños y sufrimiento es algo… ¿malo? Como si esto fuese la enésima búsqueda de casito de determinados señores en Twitter. Pero algo más serio.

Eso sí: hablar de una ‘caza de brujas’ contra los suyos no es incompatible con meter el mensaje-no-tan-subliminal de que su modelo de negocio tiene para rato: hablan de “transición energética equilibrada” es decir, que seguirán como siempre mientras hacen creer que avanzan hacia otras fuentes de energía. Sublime.

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Pero no hay de qué preocuparse. En su escrito, aseguran tener en cuenta “la creciente presión que se ejerce sobre la industria del gas para que reduzca su huella de emisiones” -son los Sherlock del clima-. Pero lo que no cuentan es que en la COP26 se impulsó una alianza de más de 100 países para reducir para 2030 un 30% las emisiones de metano, un potente gas que calienta la atmósfera. Solo 7 de los 18 países que integran el Foro de Países Exportadores de Gas firmaron este compromiso, el cual ni siquiera es vinculante.

El gas no es la solución, sino parte del problema

En su declaración remitida a la ONU, el grupo de naciones defiende que luchan contra la crisis climática, pero a su manera. Y a su manera significa con el desarrollo de tecnologías que, o bien se han mostrado ineficaces, o bien no están siquiera disponibles a gran escala. 

Ponen de ejemplo “los métodos de captura, utilización y secuestro de carbono (CCUS)”, una tecnología que implica inyectar CO2 en el suelo para extraer más combustibles fósiles. También apelan a la “producción de hidrógeno azul y amoníaco a partir del gas natural”. Acorde un estudio publicado hace unos meses, los gases de efecto invernadero del hidrógeno azul -que se obtiene a partir del gas fósil mediante la captura y el almacenamiento de carbono- son un 20% más perjudiciales que los gases emitidos durante la combustión de gas fósil (llamado comercialmente gas natural).

El foro cierra su declaración con una frase que, spoiler, es más que discutible: “Creemos sinceramente que el gas ofrece una solución completa y equilibrada que el mundo busca para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible”. 

Las palabras “gas” y “desarrollo sostenible” en una misma afirmación no casan bien. La medida más efectiva para mitigar el cambio climático es poner fin a las emisiones procedentes de los combustibles fósiles, es decir, el carbón, el petróleo… y el gas.

La demanda de este último debería reducirse un 55% entre 2020 y 2050 para lograr el invento de “cero emisiones netas”. Sin embargo, esto está lejos de pasar. Por mucho que una serie de países dedicados a hacer presión hablen de “cultura de la cancelación” la realidad es bien distinta. Según la agencia de Medio Ambiente de la ONU en un informe reciente, se espera que el gas sea el combustible que más aumente entre 2020 y 2040, conforme a los planes de los gobiernos. Para la próxima década, la producción de gas estaría un 71% por encima de lo coherente con las directrices climáticas. 

podcast la climática

Las dos próximas cumbres del clima, la COP27 y la COP28, se celebrarán en Egipto y Emiratos Árabes Unidos, respectivamente. Ambos países forman parte del Foro de Países Exportadores de Gas.

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COMENTARIOS

  1. “EL GAS ES CARO Y CONTAMINA”.
    Es el gran culpable de la subida en nuestras facturas de gas y luz. Viene de otros países, tiene una gran volatilidad de precios, produce cambio climático y dependemos de él.
    La planta regasificadora de Mugardos (A Coruña) es propiedad de Reganosa, con la participación de la Xunta de Galicia, y es uno de los puntos calientes de la llamada crisis del gas. Solo en 2021, va a ser responsable de más de 5 millones de toneladas de emisiones directas anuales de CO2. ¡Las mismas emisiones que casi 1,6 millones de coches durante un año!.
    Nos están vendiendo que el mal llamado “gas natural” es un combustible verde y de transición, pero en realidad es un destructor del clima, que además nos está llevando a padecer altas tarifas de luz y calefacción en los hogares.
    El Comité Cidadán de Emerxencia para a Ría de Ferrol, plataforma, que agrupa a numerosas entidades locales, lleva años oponiéndose a esta planta por su peligrosidad y su coste social y climático. Demandamos un plan de abandono progresivo del gas en nuestro país, con una transición justa que genere empleos verdes y alternativos para las personas afectadas.
    20 organizaciones, hemos lanzado una iniciativa europea ciudadana para prohibir la publicidad y patrocinios de los combustibles fósiles.
    Firma aquí, apóyanos.
    https://es.greenpeace.org/es/que-puedes-hacer-tu/peticiones/combustibles-fosiles/?utm_term=linktexto&utm_campaign=ECI&utm_medium=email&_hsmi=183087543&_hsenc=p2ANqtz–I5hruJh3HIVBSvZgzdStH1IBOqz2j-yTXMgc-FORahFqkdk3iR__XWopBOqXX3tPzWi8nzAgoexZsoUPusOxyxhZAFw&utm_content=AccionReganosa&utm_source=newsletter-socios

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