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Madrid, Baleares, Euskadi, Cantabria y Valencia, a la cola en renovables

Densidad de población, orografía o falta de espacio son los condicionantes objetivos que lastran el desarrollo renovable en estas comunidades. Pero, ¿hay más?
Cubierta solar recuperada por Som Energia en Madrid. Licencia CC BY-NC-SA 2.0 Foto: SOM ENERGIA COOPERATIVA

Si las comunidades autónomas españolas tuviesen que autoabastecerse únicamente con la energía eléctrica renovable producida en sus regiones, los hogares y la industria valenciana solo podrían hacerlo durante un mes y medio al año. En Cantabria, sus renovables producirían energía para abastecer el consumo eléctrico de la región durante algo más de 37 días. En Euskadi y Baleares, no tendrían electricidad ni para llegar a febrero: 26 y 20,5 días, respectivamente. Los madrileños y las madrileñas, apenas tendrían energía para pasar desde Año Nuevo hasta el día de Reyes: seis días y medio.

Los casos son hipotéticos, un ejercicio de imaginación matemático, y en ninguna de estas comunidades peligra el abastecimiento de energía eléctrica. Ni siquiera parece objetivamente posible que esas regiones vayan a ser autosuficientes en un futuro. Sin embargo, demuestran que la Comunitat Valenciana, Cantabria, Euskadi, islas Baleares y Madrid se encuentran a la cola en la instalación de tecnologías de producción energética renovable respecto a su consumo interno. Todas ellas generaron, a través de estas fuentes, menos del 15% de la electricidad que necesitaron en 2021, según los datos del último año completo proporcionados por Red Eléctrica (REE). Catalunya (15,16%) superó ese porcentaje por muy poco.

Unas cifras totalmente opuestas a las que presentan otros puntos de España, como Castilla y León, Extremadura, Aragón, Castilla-La Mancha o Galicia, las cuales ya generan a través de tecnologías renovables más del 100% de la energía que necesitan anualmente. No se puede decir, sin embargo, que sean autosuficientes solo con renovables, ya que el problema del almacenamiento es un escollo todavía no resuelto.

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Según Pedro Fresco, ex director general de Transición Ecológica de la Generalitat Valenciana, hay varios motivos que explican este enorme desfase entre unas regiones y otras. El principal, según el experto, es la densidad de población: “Las más densas tienen menos espacio en el que colocar proyectos renovables”. A ello habría que añadirle la estructura de la tierra: “En Extremadura o en las castillas predomina el latifundio, mientras que en Valencia o Catalunya lo normal es el minifundio. Para un promotor es más sencillo negociar un contrato de compraventa o alquiler con un solo propietario para montar una planta solar que hacerlo con varios”, desarrolla Fresco.

La agilidad burocrática es un factor clave para las empresas. Determinadas comunidades suelen declarar de utilidad pública los proyectos renovables, lo que acelera la burocracia y permite expropiaciones forzosas en el caso de no llegar a acuerdos con los propietarios de los terrenos. “También influye si hay o no suficientes recursos públicos para que las tramitaciones sean más rápidas, y esto tiene que ver con la financiación de las comunidades autónomas, ya que las más despobladas suelen tener un mayor porcentaje de empleo público respecto al privado. Estos condicionantes las compañías los conocen y los aprovechan”, asegura Pedro Fresco.

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A todo ello habría que sumarle la disponibilidad o no del recurso renovable que, en el caso del viento, solo se encuentra en determinadas regiones.

El “retardismo energético”

Pero, además de estos condicionantes, ¿existen otros? En noviembre, el asesor del Ministerio para la Transición Ecológica, Antxon Olabe Egaña, se refirió al “retardismo energético” de determinadas Comunidades Autónomas, entre las que destacó a Euskadi. En conversación telefónica con Climática, Olabe subraya, en primer lugar y en consonancia con lo expuesto por Pedro Fresco, las “características objetivas” de algunas regiones más pequeñas y más pobladas y con una orografía que dificulta la instalación de proyectos renovables. Sin embargo, y en el caso concreto de Euskadi, sostiene que el gobierno del PNV “no ha favorecido en la realidad, en la práctica, el impulso energético renovable”. 

El experto considera que los nacionalistas vascos no han querido enfrentarse a determinados grupos locales que se oponen a las instalaciones renovables en sus territorios. Sin embargo, asegura que esto está cambiando: “Bildu, que ha sido el inspirador de muchos de estos grupos, ha virado su posición en los últimos tiempos y, de manera pública, sus dirigentes se muestran favorables siempre que se aseguren una serie de condiciones”.

De forma reciente, un grupo de científicos, activistas e investigadores han lanzado un manifiesto “a favor del despliegue de parques fotovoltaicos y parques eólicos terrestres y marinos en Catalunya y por una aceleración colectiva de la transición energética”.

Acercar la producción al consumo

“Debería aprovecharse el cambio hacia las energías renovables para avanzar hacia un modelo de generación más distribuida y próxima a los puntos de consumo”. Esta era una de las propuestas recogidas en el Manifiesto de Ecologistas en Acción ante el proceso de transición energética e implantación de renovables, publicado en abril de 2021. En él, la organización ecologista citaba la “pérdida de energía” como uno de los problemas derivados de la instalación de proyectos renovables lejos de la localización de los hogares o la industria que iba a hacer uso de esa electricidad.

Desde Ecologistas en Acción también reconocen que la densidad poblacional y la orografía del terreno son los principales problemas que impiden que el desarrollo renovable sea similar en las diferentes comunidades autónomas. Ante ello, plantean “abordar estrategias poblacionales” que alivien la carga de determinadas comarcas y núcleos locales. Asimismo, consideran que el precio de los terrenos no debe ser un factor excluyente a la hora de poner en marcha instalaciones renovables: “La burbuja inmobiliaria ha provocado que en determinados lugares, los terrenos periurbanos sean, en muchos casos, urbanizables, y eso dificulta la ubicación de proyectos en esos lugares por su elevado precio”, explica Javier Andaluz, responsable de cambio climático de Ecologistas.

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Para Pedro Fresco, no es razonable que unas comunidades sean “generadoras” y otras “sumideros” de energía eléctrica: “Esto, a medio y largo plazo, traerá problemas a aquellas que sean dependientes. En el futuro puede suponer peor financiación autonómica o la pérdida del tejido industrial. Cuando esto esté claro, va a ser más sencillo de generar”. No obstante, Fresco señala que seguirá habiendo comunidades excedentarias mientras que otras nunca van a ser autosuficientes: “Pero no es lo mismo tener una dependencia del 10% de tu energía que del 90%, como sucede ahora en algunos casos. Hay que rebajar ese déficit”.

Para acortar esa brecha, dos son las recetas que Antxon Olabe propone. Por un lado, “ser consecuentes” a la hora de hablar de crisis climática: “No cabe ser cínicos y decir que se está muy preocupado por el cambio climático pero no querer desplegar renovables en tu territorio. Habrá que ponerlas en todos lados, siempre que sea viable”. El segundo consejo va dirigido a los promotores privados de estos proyectos: “No pueden entrar como elefantes en cacharrería. Tienen que venir en actitud dialogante, entendiendo que son proyectos intensivos que ocupan mucho territorio y que las poblaciones afectadas tienen que verse directamente beneficiadas. Las empresas tienen mucho margen de mejora para ser más dialogantes, transparentes e implicar a todos los grupos que viven en el territorio”.

Las placas solares, ¿en techo o en suelo?

“Lo primero a lo que deberían mirar estas comunidades es a sus cubiertas y sus tejados”, explica Javier Andaluz. Ante la falta de terrenos en los que instalar parques renovables, el autoconsumo se abre como una vía para la producción renovable en estas regiones. Sin embargo, Andaluz reconoce que no será suficiente para abastecer la demanda interna. Asimismo, asegura que existe un problema de orientación de las ayudas públicas: “Ahora mismo son más accesibles, principalmente, a personas con rentas medias y altas, que son quienes pueden acometer la inversión principal. Se debería poner el foco en las personas con menos recursos”.

A  finales del año pasado, Más País Verdes Equo registró en el Congreso de los Diputados una proposición de ley para modificar la Ley de Cambio Climático y Transición Energética. En ella, el grupo parlamentario liderado por Íñigo Errejón introduce un nuevo artículo en la norma para el “Aprovechamiento de los grandes aparcamientos en superficie para la producción de energía fotovoltaica”, estableciendo la obligatoriedad de “cubrir al menos el 50% de su superficie con placas de generación solar”. La formación de izquierdas considera que, del objetivo de 39 GW de fotovoltaica instalados en 2030 que establece el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, 14 GW podrían lograrse a través de autoconsumo.

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Campaña de Compromís por el autoconsumo.

En solo un año, España duplicó su potencia fotovoltaica instalada en techo. Según la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA), en 2022 se pusieron en marcha 2,4 GW, es decir, el equivalente a dos centrales nucleares. Sin embargo, la falta de datos fiables y de un registro público del autoconsumo ha llevado al Gobierno a preparar un cambio normativo para obligar a las eléctricas a proporcionar cifras exactas sobre la evolución del autoconsumo.

La disyuntiva entre techo (autoconsumo) y suelo (instalaciones fotovoltaicas de diferentes tamaños sobre el terreno) ha sido el motivo del cese de Pedro Fresco como director general de Transición Ecológica de la Generalitat Valenciana. ‘Empecemos por el techo’ es el nombre de la campaña lanzada por Compromís a finales de noviembre del pasado año. Una propuesta de transición energética que apuesta por “potenciar el autoconsumo” para así cumplir con el objetivo de 6 GW de generación fotovoltaica para 2030. Según el portavoz de la formación política valenciana, Papi Robles, de esta forma se podrían producir 14 GW aprovechando “el 40% de la superficie de los tejados y cubiertas de la Comunitat”. Todo ello, defendía, “sin necesidad de destruir el territorio”, en referencia a la instalación de parques solares en suelo.

Fresco, sin embargo, aseguró en ese momento que el autoconsumo podría alcanzar un máximo de 2 GW. Unas declaraciones que pusieron punto final a la relación entre el experto en energías renovables y la Generalitat Valenciana. En conversación con lamarea.com, Pedro Fresco defiende que “no existe un debate entre suelo y techo”: “Hay que potenciar el autoconsumo y la instalación de parques fotovoltaicos, porque si no, no vamos a cumplir con los objetivos marcados. En Valencia, por ejemplo, encajan mejor las instalaciones pequeñas y medianas, por la estructura del territorio. La crisis climática aprieta y, a menos paneles solares, más gas”, explica el especialista.

Antxon Olabe tampoco cree que exista una disyuntiva entre ambos modelos: “Hay que avanzar en las dos direcciones, porque se necesitan”. El asesor del Ministerio para la Transición Ecológica asegura que el Gobierno “ha dado un paso importante” para favorecer el autoconsumo, y que “los embudos normativos” impuestos por el anterior ejecutivo del Partido Popular han sido eliminados.

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COMENTARIOS

  1. RENOVABLES SÍ, PERO CON SENTIDO COMUN.
    No son molinos, amigo Sancho, son oligopolios
    ¿Por qué no se hizo caso a los científicos y ecologistas que avisaban de los daños producidos por los combustibles fósiles y ahora hay mucha prisa para instalar centrales renovables sin control ni lógica social alguna, arrasando zonas rurales?
    Una prueba de la preocupación social por el medioambiente es la inaudita cantidad de películas estrenadas que nos hablan de una distopía actual y no ya de ciencia ficción futurista.
    ‘Alcarrás’ (Carla Simón, 2022) nos enfrenta a la encrucijada de elegir entre agricultura y energías renovables. Una falsa dicotomía que nos exige sacrificar campos de cultivo para instalar placas solares ya que, dice la publicidad oficial (Gobierno español, autonómicos o europeo) y empresarial (oligopolio de grandes empresas energéticas), debemos acabar con los combustibles fósiles para detener la senda de calentamiento global que sufrimos, por los gases emitidos por su combustión.
    Los pueblos son el soporte vital de las ciudades. ¿Es posible seguir vaciando los pueblos para llenar las ciudades y seguir reduciendo la remuneración agroganadera familiar y garantizar la alimentación en calidad y cantidad par la población urbana?.
    ‘As Bestas’ (Rodrigo Sorogoyen, 2022) nos lleva al límite. ¿Conservamos los paisajes rurales y la calidad de vida en despoblación o aceptamos unas migajas por la instalación de aerogeneradores del oligopolio energético? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a defender los paisajes o hasta dónde preferimos unos ingresos extraordinarios por sacrificar la tierra? ¿Cuánto vale la vida?
    En vez de mejorar los sistemas locales de producción de alimentos, de transporte electrificado, de fábricas de bienes esenciales, educativos o de salud, los gobiernos están subvencionando a las grandes empresas energéticas con la escusa de inversiones en milagrosas e imposibles nuevas energías del futuro (hidrógeno, hidrogenoductos, energía nuclear de fusión, combustibles sintéticos, etc.). Ni las hay, ni las habrá, con mucha probabilidad.
    El petróleo se acaba, como predijeron los ecologistas hace décadas y la única medida que han tomado nuestros gobiernos ha sido demonizar el ecologismo, matar al mensajero. Ahora aceptan que debemos hacer una transición hacia energías renovables, como proponía el ecologismo, con 30 años de retraso, eso sí. Pero se les nubla la vista… por el dinero. Quieren seguir ganando más dinero aún y por ello están llevando los aerogeneradores y placas solares a las zonas rurales, más baratas y con menor oposición social. Y con mucha prisa y descoordinación.
    Quieren desviar la atención del verdadero problema. Si nos peleamos entre pueblos y ciudades no lo haremos entre pobres y ricos. Si aprobamos las millonarias subvenciones a los oligopolios para que nos salven del desastre que se avecina, un desastre que han traído ellas mismas, el efecto que se produce es un mayor empobrecimiento de la población. Lo que estamos viviendo ahora no se diferencia casi nada de lo que Marx hace 150 años llamó lucha de clases.
    https://arainfo.org/no-son-molinos-amigo-sancho-son-oligopolios/

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