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Javier Rico: “Al rural se le ha vendido un modelo intensivo capitalista que no le sirve de nada”

El periodista ambiental publica 'Guía de la España rural' (Geoplaneta), en la que recoge multitud de propuestas de proximidad organizadas mes a mes para disfrutar del medioambiente y del entorno rural.
Foto: Javier Rico.

En 1900, el 30% de la población española vivía en ciudades. Medio siglo más tarde, lo hacía el 50%. Hoy, el porcentaje supera el 80%. Tras un siglo de urbanización imparable, volvemos los ojos hacia esa España vaciada, hacia los pueblos que solo vuelven a llenarse durante unos pocos días en verano, hacia los campos desatendidos, y nos preguntamos cómo hemos llegado hasta aquí. La respuesta quizá la supimos, pero se nos ha olvidado.

“Los problemas de ese entorno, que prefiero llamar la España desatendida más que vaciada, son muchos”, explica Javier Rico, periodista medioambiental que acaba de publica su Guía de la España rural (Geoplaneta). “Pero, por encima, algunas de las herramientas que tenemos para mejorar su situación, como el turismo, también están cada vez más desconectadas de la realidad rural”.

Con esta guía, en la que recoge multitud de propuestas de proximidad organizadas mes a mes para disfrutar del medioambiente y del entorno rural, Rico apuesta por el viaje tranquilo y sostenible, que no solo aporta al viajero, sino que deja poso en los lugares que visita. Un viaje que nos ayude a entender cómo funciona la naturaleza y el mundo del que venimos y, quizá, darle una alternativa al rural en un futuro en el que sufrirá como pocos las consecuencias del cambio climático

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¿Qué busca con esta guía?

Acercar la realidad del mundo rural a través de los viajes. Esa desconexión que tenemos con las cosas más cercanas y más valiosas nos hace también olvidarnos del mundo rural y de todo lo que nos da. Viajamos condicionados por el tiempo, yendo a ver lo que nos han dicho que hay que ver, guiándonos por el GPS o Google Maps, comiendo en el restaurante que nos han recomendado. No nos integramos. No saboreamos las zonas que visitamos ni estamos dando ningún valor a la zona.

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Además, la guía también quiere ser una forma de reconocer el trabajo de todos los grupos de desarrollo y acción local que están haciendo tantas cosas por el territorio.

¿Por qué cree que una parte de la sociedad se ha desconectado del rural y de la naturaleza?

Desde la ciudad, hace mucho que el rural se ve como un lugar al que vamos en vacaciones o para celebrar una fiesta. Pero hace demasiado tiempo que no conectamos con el corazón del rural. Tenemos el campo como un escaparate y no nos paramos a hablar con la gente que vive en el territorio, a mostrar interés por lo que hacen. Los vemos ahí sentados a una puerta charlando al fresco y pensamos, “qué estampa tan bonita, le voy a hacer una foto”. 

Vamos al rural buscando experiencias que nos niegan las ciudades. ¿Se ha convertido el campo en algo exótico?

No es todo el mundo, pero para la mayoría el campo es un escaparate, incluso una moda. Sin embargo, el respeto por el entorno no puede ser algo pasajero. El medio rural es indispensable para todos, tanto por sus recursos naturales como por sus recursos culturales. Si lo vemos solo como algo bucólico, como un florero, seguiremos vaciándolo y desatendiéndolo.

Cuando como periodista pregunto a la gente del campo qué se puede hacer o ver por su zona, enseguida me dicen que ponga también todo lo que les han quitado. En lugar de un bus al día, tienen uno a la semana. El médico visitaba tres veces a la semana, ahora en algunos casos no hay ni médico. Si el turismo rural no se convierte en una forma de contribuir a solucionar estos desafíos, de colaborar con la economía local, con sus bares y sus tiendas, no tiene sentido. 

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Turismo rural no es alojarse en una casa rural, desconectado del resto del pueblo, mientras llevas la compra hecha del centro comercial. Tal como está planteado en la actualidad, el turismo rural no ha ayudado al rural, salvo en unos pocos casos aislados.

Javier Rico

Decía que observamos el campo desde fuera, como algo bucólico, incluso idealizándolo. ¿Olvidamos que el ser humano lleva milenios alterando el entorno?

Lo hemos transformado todo. Todo lo que vemos a nuestro alrededor tiene una intervención humana importantísima. Por eso creo que, cuando visitamos la naturaleza, debemos dejarnos guiar siempre por la gente que sabe. Como mejor vas a disfrutar del lobo en la Sierra de la Culebra, del lince en la sierra de Andújar o del oso en Somiedo es con gente de allí, que convive con la naturaleza, la respeta y la conoce.

¿Es posible mantener los medios de vida del rural que están en cierto equilibrio con la naturaleza?

Lo primero para asegurar su supervivencia es dotar al medio rural de unos servicios sociales adecuados. Cómo no va a haber despoblación si no hay colegios, ni médicos, ni transporte público. Una vez que dotemos a la España desatendida de servicios y de oportunidades, la gente empezará a verse más atraída por el rural o, al menos, dejarán de irse. Y cuanta más gente se quede y pueda hacer vida de proximidad, más sostenible será vivir allí.

La gente del rural no está pidiendo que vengan 50 familias nuevas a vivir a su pueblo, sino que, por favor, no se desatienda a las 50 que todavía viven allí.

¿A qué cree que se debe esta desatención?

Es el mercado. Si pensamos que la sanidad o la educación es un gasto y no una inversión, el médico de pueblo o el colegio rural será un gasto. Los servicios en el medio rural no podemos entenderlos como algo de lo que obtener un rendimiento monetario a largo plazo, sino como una forma de generar beneficios sociales en forma de gente que se queda en el campo para cuidarlo.

Más allá de esta falta de servicios, ¿cuáles son las otras amenazas del medio rural entendido como un entorno de cohesión entre actividades humanas y naturaleza?

Yendo en esta línea del crecimiento continuo y la lógica capitalista, quizá la otra gran amenaza sea la de las macrogranjas. Estas grandes infraestructuras crean trabajo a corto plazo, pero no refuerzan el tejido económico y social de los pueblos. A largo plazo, no contribuyen a mejorar la situación de la gente del campo; y eso sin entrar en su impacto medioambiental. 

Algo parecido sucede con las renovables. Estamos llenando el medio rural de parques eólicos y plantas fotovoltaicas sin que la gente del territorio perciba un beneficio acorde con esta ocupación tan intensiva. Les vendemos un modelo intensivo y de mercado capitalista que no les sirve de nada. Es verdad que hay movimientos alternativos, que apuestan por los usos más tradicionales del campo y proyectos socialmente sostenibles. Pero son proyectos desconocidos que se replican poco.

Esta intensificación destruye a su vez actividades que beneficiaban al medioambiente. Por ejemplo, el fin de la trashumancia o la reducción de los cultivos genera desequilibrios en los ecosistemas y es una de las causas de los incendios cada vez más intensos que sufrimos cerca de las poblaciones.

Hemos dado la espalda al monte. Antes se cuidaba, se pastoreaba, se aprovechaban sus recursos. Ahora se unifican cultivos, se estabula, se eliminan las huertas… Como resultado, por ejemplo, ha disminuido la variedad y el número de insectos y de aves, especies que son esenciales para el equilibrio de los ecosistemas, un equilibrio que nos mantiene vivos. No quiero tampoco idealizar el pasado, ya que en muchos casos los usos del campo eran de pura subsistencia. Pero es que lo hemos intensificado todo en pocos años y está más que demostrado que no es la mejor alternativa para el medioambiente ni para la sociedad.

¿De qué manera se relaciona la despoblación del campo con la crisis ambiental y climática?

El cambio climático se está provocando, sobre todo, desde las zonas urbanas. Y lo estamos provocando con la mano de obra que le hemos quitado al campo. Los pastores trashumantes o los agricultores con sus huertas estaban mucho mejor relacionados con el medioambiente. En las ciudades solo hemos sobrevivido y prosperado a través de los combustibles fósiles, con un gran consumo de recursos.

Hemos despoblado el rural y lo hemos desprovisto de servicios para desarrollar unas ciudades que alimentan el cambio climático. Y, por encima, quienes más sufren las consecuencias de este cambio son las poblaciones rurales. Por ejemplo, los ciclos de los cultivos, marcados por el calor y la lluvia, están alterándose y quienes lo sufren son quienes viven de ello. Con el rural pasa un poco como a nivel global con los países menos desarrollados o con los estados isla, que sufren las consecuencias del cambio climático más que nadie cuando apenas son responsables de haber generado el problema.

¿No estamos socavando en el fondo los cimientos de nuestra sociedad? Al fin y al cabo, todo lo que comemos viene del campo.

Hasta hace 70 años, España era un país rural. En ese tiempo, lo hemos abandonado y desatendido para acabar torpedeando su subsistencia desde las ciudades. Y, encima, sin darnos cuenta de que nos estamos tirando piedras contra nuestro propio tejado, contra la naturaleza y contra la fuente principal de nuestra alimentación.

La urbanización avanza imparable en todo el mundo, ¿qué futuro le espera al campo?

Si seguimos en esta dinámica, al campo le espera un futuro negro. La nueva PAC [las políticas agrarias de la Unión Europea], aunque se haya intentado pintar de verde y sostenible, arrastra tal déficit de atención al rural que se queda corta. Al igual que sucede con el turismo, que hablábamos antes, o nos repensamos nuestra relación con el campo o no ayudaremos a la España rural.

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COMENTARIOS

  1. Y sin trenes, les han dejado sin el tren regional o convencional, para invertir en el AVE, un tren elitista y perjudicial para el medioambiente.
    ¿Podemos consentir que las ayudas de la PAC vayan a latifundistas como los Alba y se las hayan quitado a los que tiene poca tierra precisamente por éso, por tener poca tierra?
    Yo no veo más que injusticias por todas partes, en el rural y en las ciudades y lo que me asusta es el silencio del rebaño. Cada vez menos gente se opone a las injusticias. Hay miedo. Los que se oponen están acusados falsamente de violentos, o en la cárcel o en el exilio.
    Que vamos p’atrás. Que ésto es una dictadura “democrática” y no se entera ni cristo.
    Sombríos tiempos para la minoría despierta.
    Muy real el artículo.
    Aquí (Marcha de los que no marchan). La Ronda de Boltaña
    https://www.youtube.com/watch?v=eqcx83HW4Ck

  2. Ecologistas en Acción de Extremadura apunta que deben ser más las inversiones para quienes realizan el proceso de transformación directamente, en el campo, como las pequeñas queserías, los obradores artesanales o las almazaras móviles.
    También que se debería apoyar la agricultura de secano, así como la ganadería extensiva, que son “más sostenibles y resultan más equilibradas por la relación de los animales con la naturaleza”.
    Apostamos por un buen apoyo a aquellas iniciativas que ayudan a restaurar paisajes a nivel hidrológico y forestal, o que controlan la erosión y la desertificación.
    La Administración debe priorizar a las pequeñas y medianas explotaciones frente a las grandes, pues son las que de verdad necesitan las ayudas y las que aseguran un modelo descentralizado y de reparto del trabajo en la región. En especial, las explotaciones públicas, municipales o mancomunadas, o a aquellas representadas por agrupaciones o asociaciones de productores.
    Igualmente hay que apoyar a las que han decidido fomentar la biodiversidad agrícola, ganadera, forestal y ambiental.
    https://www.ecologistasenaccion.org/185022/piden-que-se-prioricen-las-ayudas-a-los-proyectos-agrarios-pequenos-y-medianos/

  3. Tenemos que valorizar el entorno rural de un modo o de otro para que las generaciones futuras se den cuenta de lo que ya se ha desvanecido y de sus consecuencias. Un saludo

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