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“El informe no dice que tengamos que convertirnos en veganos, sino que tenemos que repensar un poco nuestras dietas”

Entrevista con María José Sanz, directora científica del Centro de Investigación para el Cambio Climático del País Vasco y una de las científicas que ha participado en el último informe del IPCC.
María José Sanz. Foto cedida por ella. Foto: maria_jose_sanz

Este jueves, el mundo de la ciencia climática y los medios de comunicación de todo el mundo se paralizaba: el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, en sus siglas en inglés), hacía público el informe especial sobre el cambio climático y la tierra, el cual “debería estar, al menos, una semana en el candelero a ver si la gente se conciencia”.

La autora de esa última frase es María José Sanz Sánchez (Valencia, 1963), directora científica del Centro de Investigación para el Cambio Climático BC3 del País Vasco y una de las tres españolas que colaboraron en la elaboración del informe.

Esta no es la primera vez que esta doctora en Biología forma parte de este importante equipo de trabajo. Fue coautora del informe del IPCC cuando dicho grupo ganó el Premio Nobel de la Paz de 2007. Además, ha sido coordinadora del programa de reducción de las emisiones derivadas de la deforestación y degradación de los bosques (REDD+) de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

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¿Por qué es importante este informe?

Este informe es muy importante porque lo que hace es una revisión del sector en cuanto a su capacidad para mitigar y qué opciones de respuestas serían las más adecuadas, y hace hincapié en que es un sector muy vulnerable. 

Los usos de la tierra ha sido siempre un tema muy controvertido en el contexto del cambio climático, porque los ecosistemas terrestres tienen capacidad para secuestrar CO2, pero también son emisores de gases de efecto invernadero (GEI).

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Debemos tener en cuenta que tanto la adaptación como la mitigación deben ir de la mano, y este mensaje lo transmite muy claro el informe, y esto para el sector es fundamental. Sobre todo porque hay mucho optimismo de nuevo sobre la capacidad de secuestro de los ecosistemas terrestres, y que si vamos a poner bosques en todas partes… Y no nos damos cuenta de que los podemos poner, pero no está claro si va a ser exitoso o no. Tenemos que tener cuidado en cómo hacerlo para abordar problemas que ya están ahí y que son crónicos, como la desertificación o los recursos hídricos. Por eso, cualquier acción que tengamos en este sector puede tener implicaciones que podrían ser negativas en otros aspectos medioambientales contra los que también luchamos.

España, particularmente, es un país muy vulnerable al cambio climático en los ecosistemas terrestres. Los mensajes del informe a todos los españoles que quieran hacer algo en este sector les va a venir muy bien para darles un punto de referencia.

¿Cómo ha sido el proceso de elaboración del informe?

Los informes normalmente son a petición de la Convención Marco de Cambio Climático. En París, aparte de tener lugar el Acuerdo de París, se pidió al IPCC que realizara varios trabajos: el ciclo para el Sexto Informe de Evaluación y los tres informes especial, a parte de un informe metodológico.

Cuando esto ocurre, el IPCC recoge la petición, se va a su plenario y establece un proceso en el que pide a los países miembros autores, y estos nominan a científicos que creen que pueden contribuir al informe. Entonces, la Secretaría del IPCC y el Boreau hacen una revisión de los currículums y escogen a aquellos que encajan.

Estos autores tienen en torno a dos años para trabajar. Lo primero que se hace es un primer borrador, el cual se somete a evaluación por otros expertos que no han escrito y estos mandan comentarios. Los autores incorporan estos comentarios -y si no se hace, hay un proceso estricto donde se debe explicar por qué- Después, se hace un nuevo borrador que se manda a gobiernos y a más expertos. Una vez más, se incorporan los comentarios y ya se hace un borrador final. Este se vuelve a enviar a los gobiernos para que tengan la oportunidad de mandar comentarios. Tras esto, ya se tiene el borrador que se discute y se presenta públicamente en el plenario último, que es el que tenido lugar esta semana en Ginebra. Ahí los capítulos ya no se tocan, solo se discute y se aprueba, párrafo por párrafo, el sumario para políticos. 

¿Cuál ha sido su labor en todo este proceso?

Yo estaba de editora en el capítulo 1, que es el que sirve de marco para todo el informe. Nosotros, los editores, nos incorporamos cuando ya está el primer borrador, y nuestra labor consiste fundamentalmente en asegurarnos de que el informe está equilibrado y que se atiende a todos los comentarios de expertos y gobiernos. 

¿Ha habido algún escollo durante la elaboración del informe?

Lo más complicado ha sido el solape que había entre los diferentes capítulos. Al final, muchos están interrelacionados, los autores trabajan por separado, y todo tiene que cuadrar.

En la adopción, según tengo entendido, ha habido algunos debates intensos sobre el tema de los biocombustibles y sobre el tema de las dietas.

¿Ha tardado en llegar este informe, o cree que lo hace a tiempo?

Llega muy, muy a tiempo. Por dos razones. La primera, porque estos informes especiales se han hecho antes del Sexto Informe de Evaluación [se realizan cada cuatro años]. La segunda, porque en septiembre se celebrará en Nueva York la Cumbre del Clima, donde uno de los temas que se va a tratar será los bosques. Y este informe pone los puntos sobre las íes sobre el potencial que hay, por ejemplo, en determinadas opciones de respuesta relacionadas con los bosques. Hay mucho optimismo sobre el potencial para restaurarlos, aunque no es tan fácil y hay barreras. 

Menciona los bosques. La deforestación no deja de estar de actualidad, sobre todo en el Amazonas brasileño desde que está en el poder Jair Bolsonaro. 

La deforestación constituía hasta hace poco sobre el 10% de las emisiones globales. En las últimas décadas se ha hecho enormes esfuerzos, e incluso se consiguió, como en el caso de Brasil, bajar su deforestación en un 25% en una década. Evitó en torno a 3-4 billones de toneladas de CO2 entre 2005 y 2015. Luego, a causa de los cambios políticos, ves cómo todos los esfuerzos habidos se van al traste y que se hable de que actualmente se deforesta aproximadamente dos [superficies equivalentes a] Manhattan cada semana. 

La reforestación constituye un papel muy importante, pero se pensó que era muy fácil. Yo estuve trabajando cinco años en la FAO, en el programa conjunto de Naciones Unidas para reducir la deforestación. Teníamos 65 países, y trabajábamos activamente en 30. Es un tema complicado, porque es un tema de gestión territorial. En los trópicos, muchos países tienen gobernanzas muy volátiles, incluso en aquellos países que se suponían que tenían un poder más estable, como Brasil, mira lo que ha pasado ahora. Con lo cual, no es fácil. Pero sí que es muy importante que se reduzca las deforestaciones. Por muchas razones, no solo por las emisiones. Si nosotros reducimos el volumen de la Amazonías, corre peligro todo el ciclo hídrico de Latinoamérica. De hecho, la propia Brasil tiene un mix eléctrico que está dominado por la hidrología, por la presa de Yguazú. Y si tú reduces el tamaño de la Amazonías, esa producción de energía en Brasil, Argentina y Paraguay puede sufrir un colapso. 

También hay que tener en cuenta que la Amazonías es un punto de regulación del sistema climático, como lo es el bosque tropical del Congo. Entonces, si lo reduces, va a tener un impacto en las circulaciones climáticas generales.

El cambio en la dieta ha sido precisamente lo que ha copado todos los titualares de los medios.

Sí, porque es un tema fácil, importante y nuevo. Nunca se había tratado en profundidad el sistema alimentario como tal. Se había tratado la gestión del sector agrícola y el forestal, por ejemplo, pero nunca se había ido a todo el sistema alimentario. Esta es una de las novedades que aporta este informe.

El informe habla de “dieta equilibrada”, sin hacer mención, por ejemplo, a dietas vegetarianas o veganas.

El informe lo que dice es que hay múltiples opciones y que el ciudadano debe elegir cuál es su mejor opción. No obstante, una dieta equilibrada tiene una huella de carbono menor que dietas poco equilibradas y muy ricas en proteínas animales. Nuestros sistemas de salud nos están insistiendo todo el rato en que volvamos a dietas más equilibradas.

El informe no dice que tengamos que convertirnos en veganos, sino que tenemos que repensar un poco nuestras dietas, porque algunas de ellas serían mucho más beneficiosas para la salud y a la par contribuirían a luchar contra el cambio climático.

Pero sería lo ideal.

Nadie te lo impide. Si quieres llevar una dieta vegana o vegetariana, adelante. Pero tampoco puedes eliminar para algunas personas el consumo de carne. También hay formas y formas de producir la carne. Lo que se ha incrementado mucho como señal de prosperidad es el consumo de carnes rojas.

Tras la publicación de este informe, ¿qué primera medida deberían tomar los gobiernos?

Los gobiernos deberían adoptar, en función de su potenciales y vulnerabilidades, aquellas medidas que se adapten mejor. No existe una receta mágica para todo el mundo, sobre todo en este sector.

¿Qué debe hacer la industria?

En los sectores más industrializados hay medidas tecnológicas que se pueden generalizar más, pero en un sector como la agricultura, la ganadería o el forestal, depende mucho de la geografía del sitio donde se implementa.

En cuanto a la ciudadanía, ¿qué papel juega en todo esto?

Hoy en día, los precios se rebajan produciendo mucho. Ahora mismo, algunos de los alimentos que se producen, como los cereales u hortalizas, se pierden casi un 40%, según estadísticas de la FAO. Alimentos que se producen y no llegan a nutrir a nadie.

¿Esto qué quiere decir? Que hay un desperdicio muy importante en todo el sistema alimentario y en todas las etapas: en la recolección, en el almacenaje, en la distribucción… Sin contar que si comprar tomates producidos en China, su transporte tiene una enorme huella de carbono. 

Esa es la reflexión que debe hacer el ciudadano: qué está consumiendo; optimizar el consumo, consumir lo necesario y evitar en la medida de lo posible el desperdicio de alimentos. Si se hace, se genera una demanda menor, y si hay una demanda menor, el impacto es menor.

Esto parece una cosa muy exótica. La gente dice ‘qué voy hacer yo solo’, pero si todos ponen de su parte, se pueden producir cambios. Mira lo que ha ocurrido con los plásticos. Al final, no era tan difícil. Sí que se puede.

Falta más cultura climática.

Pero date cuenta que nuestra forma de comer ha sufrido cambios muy grandes en una década. Así que los cambios en los hábitos alimenticios se pueden transformar en 10 años. Y si han cambiado para mal, pueden cambiar para bien. 

¿Se puede hablar de plazo para acometer los cambios?

En general, en cambio climático, se habla de que deberías ser carbono neutrales, es decir, que las emisiones y los secuestros se compensaran, para 2050.

¿Se debe poner el foco en algunos países antes que en otros?

Las economías emergentes tienen la oportunidad de incorporar medidas ahora, antes de que sea más complicado. En los países más desarrollados muchas veces hay más sinergias. 

Muchos de los países emergentes creo que están viendo la oportunidad de negocio en estos nuevos sector que se generan en torno a las energías renovables y nuevas tecnologías. Por ejemplo, si te vas a los informes de IRENA (Agencia Internacional de las Energías Renovables), ves que la penetración de las energías renovables en los países en vías de desarrollo con economías un poco más emergentes es mayor que la de los países desarrollados. Al final sí que se puede, pero deberíamos haber empezado hace 20 años.

El informe incide en la producción intensiva.

Hace hincapié en que determinadas formas de producir los alimentos, por ejemplo con adicción excesiva de fertilizantes y demás, puede llevar tanto a efectos ambientales poco deseables como a huellas de gases de efecto invernadero mucho mayores.

El informe aboca por utilizar sistemas de producción más sostenibles, y apuesta una manera de producir menos intensiva. Pero hay que jugar con ello, porque uno no puede decir que sí, que produce menos intensivamente, porque entonces también produce menos. Entonces, deberíamos considerar también que se redujera la demanda, y con ello, el desperdicio de alimentos.

Todo este tipo de medidas van relacionadas, no se pueden separar. Muchas veces se tiende a considerar una medida de forma aislada.

¿Influye en la lucha climática y la transición ecológica estar aún sin gobierno?

Nuestro país ha hecho más en este último año en cuanto a medidas contra el cambio climático que en los últimos 10. Se ha puesto las pilas y ha hecho un plan de descarbonización del sector energético, incluso con metas más ambiciosas que las que Europa imponía. 

A ver si tenemos suerte y consiguen continuar por esa vía. No creo que no tener gobierno en tres meses tenga mucho impacto en esto, porque se trata de una carrera de fondo. 

¿Ha podido pecar el IPCC en algunos de sus informes de conservador?

Lo que pasa es que la gente se queda con los titulares del informe. Únicamente se leen el sumario. El IPCC lo que quiere es que los gobiernos respalden sus informes en su totalidad, entonces, a lo mejor los mensajes del sumario no reflejan en su totalidad algunos aspectos que dentro del documento son más potentes. Date cuenta que, cuando un gobierno respalda un informe del IPCC, pocos se comprometen a seguir los mensajes que se dan. La gente no se da cuenta de que esto tiene implicaciones políticas. El IPCC puede recomendar, pero no prescribir. No es un órgano político, es un grupo de científicos.

Yo animaría a que la gente se leyera los informes enteros. En general, son bastante profundos y valientes, y dicen cosas bastantes fuertes. 

Al final, todo esto es muy difícil. Date cuenta que estas poniendo encima de la mesa todo el conocimiento científico que hay sobre estos temas, y que algunas veces se contradicen por ser de escuelas diferentes o ser estudios parciales. Hay que hacer un esfuerzo para hacer una evaluación neutral y equilibrada. Además, es un trabajo que se hace de manera voluntaria.

Medios de comunicación, e incluso la sociedad, empieza a usar la palabra crisis climática como alternativa a cambio climático. El IPCC, en cambio, sigue usando esta última.

En la terminología, la palabra crisis climática está más relacionada con la acción. Por ello, aunque muchos de los centros de investigación de los que vienen los investigadores han declarado la emergencia o crisis climática, no es misión de los investigadores ni del informe declarar una crisis climática.  

En castellano, la palabra crisis climática me parece más adecuada que emergencia, porque invita a una acción inmediata y, como decía antes, aunque es urgente actuar, es una carrera de fondo. 

¿Qué le preocupa más de la crisis climática?

Lo que más me preocupa es que no nos lo creamos. Que pensemos que es otra vez lo mismo y que no pasa nada porque hay otros problemas más urgentes. 

De hecho, ahora hay conflictos globales y políticos bastante importantes, y la crisis climática puede exacerbar alguno de ellos. Por ejemplo, se sabe que muchas migraciones actualmente están impulsadas por cambios climáticos regionales.

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COMENTARIOS

  1. hay comer mejor producir bio , respetar las estaciones y el ciclo natural y reducir el tirar a la basura miles de toneladas de comida que podrían salvar vidas de gente que muere de hambre.
    todos somos responsables: recicla , reutiliza…no te dejes comer el coco por la obsolescencia programada, no consumas y haz truque , lo que tu no quieres a otro le hace falta. no es necesario comer carne todos los dias ni pescado tampoco varia tu dieta mediterránea y no comas lo que no es de temporada. cocina tu porque tu no echas colorantes, ni conservantes, ni m… y no pones m… en tu comida.

  2. se puede cocinar una vez por semana y congelar para no tener la impresión de trabajar todo el día, un granito de arena poco a poco hace muchos!!!

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