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Decálogo de buenas prácticas de turismo sostenible

"Repensar hoy los detalles genera hábitos en un momento en el que todos estamos en una especie de nuevo punto de consciencia en el camino hacia la sostenibilidad real", señala Marina Márquez, presidenta de Visión Circular.
Foto: Reuters

El deseo de un necesario descanso sin preocuparnos de nada acelera, según los datos publicados por WWF sobre “el consumo excesivo de recursos”, el descuido de los costes ambientales en beneficio del cortísimo plazo. ¿Existen alternativas para no dañar (aún más) el planeta durante nuestras vacaciones? Sí. ¿Seguiremos mirando para otro lado porque vemos imposible llegar a la meta del turismo sostenible?

Pensar en el decálogo que a continuación detallamos puede abrirnos las puertas a la sostenibilidad durante el paréntesis vacacional y, dando un paso más, también hacia la circularidad: es decir, al aprovechamiento de recursos y el no desperdicio en términos muy simples.

La fecha

La mayoría de los destinos turísticos viven tensionados en verano por la gran concentración de personas, lo que provoca, por ejemplo, la saturación del sistema de alcantarillado público, acumulación de residuos y sobrecarga los espacios públicos que impacta directamente en la experiencia vacacional y de los residentes. Si puedes elegir las fechas de tus vacaciones, valora desestacionalizarlas.

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El destino

Averiguar lugares menos masificados o alternativas al sol y playa puede descubrirte viajes alternativos y eco de inmersión, o experiencias en la naturaleza. La sierra, en verano, ofrece variadas opciones para desconectar y contemplar la naturaleza. Otra opción es planificar vacaciones cerca de casa, una buena idea para todos los que dejamos en ‘pendiente’ conocer en profundidad nuestra propia ciudad y queremos reducir nuestra huella vacacional.

La movilidad

El 40% de las emisiones de CO2 se dan en el transporte aéreo y el 32 % en los vehículos privados, según la UNWTO (Organización Mundial del Turismo) y Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Un crucero deja una huella diaria de 12.000 coches, según un estudio científico por investigadores de la Universidad de Girona (UdG), la británica Exeter y el Instituto Croata de Turismo en la revista Marine Pollution Bulletin.

Respecto a la movilidad en destino, algunos de estos suelen contar con coches eléctricos compartidos, servicios de bicicletas para recorrer la zona u opciones de paseos free tour. Y si el paseo es acuático, ya existe la alternativa de disfrutarlo en barcos solares, por ejemplo el de Hornachuelos (Córdoba). En el lago de Sanabria (Zamora) ya se puede disfrutar del primer barco ecológico eólico-solar.

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El alojamiento

Conectar con la naturaleza es cada vez más necesario para tomar consciencia de su importancia. Opciones como campings, glampings (campings de lujo), cabañas, cortijos u hoteles en medio del bosque son distintas opciones según las posibilidades. 

La restauración

Opciones de ‘kilómetro 0’, platos caseros, degustación de productos típicos, comida orgánica o de huertos propios son opciones que ofrecen una grata experiencia y menor impacto, más aún si nos informamos sobre de dónde provienen los alimentos. Además, la lucha contra el desperdicio alimentario es clave, porque revaloriza o reduce sobrantes.

Los plásticos

Poco queda ya por aclarar sobre su abundancia en nuestros mares y el poco aprovechamiento real de este material. Llevar nuestra botella y recargar es la primera medida (algunos alojamientos y restaurantes ya cuentan con esta medida como buena práctica). La segunda medida debiera ser desistir de amenities o llevar los nuestros recargados, bolsas de tela para las compras y otras costumbres que sí tenemos en nuestra ciudad pero, al poner el ‘modo vacaciones’, olvidamos y provocamos que nuestro destino se quede también con nuestro plástico.

El consumo en el alojamiento

Ya hay un hotel en París en el que puedes llegar a pagar 40% menos sumando una serie de variables: anticipar tu reserva o utilizar con responsabilidad el aire acondicionado, el agua o el servicio de limpieza. No es el único, muchos hoteleros bonifican con vales o descuentos la actitud a favor del medioambiente.

El entorno y sus componentes

Tomarnos unos minutos para ser conscientes de la huella que generamos a cada paso puede ayudarnos a comprender si es necesario llevarnos un regalo más tradicional, uno creado por la artesanía y los productores locales, un recuerdo en nuestra retina o una fotografía del atardecer. Proteger la biodiversidad está en múltiples decisiones.

La concienciación de las 5 ‘R

La iniciación o continuación de nuestras prácticas de consumo responsable tiene mucho que ver con escoger alojamientos en los que cada vez está más presente la economía circular y sus ‘cinco erres’. 

  • Recuperar o reciclar materiales (desde moquetas hasta pasarelas) es síntoma de que un alojamiento apuesta por la transformación en lugar del desperdicio.
  • Reutilizar sistemas de agua pluviales en la cisterna o urinarios secos ya son habituales en ciudades como Ámsterdam.
  • Revalorizar o donar lo no consumido, por ejemplo, durante los desayunos es una práctica que ayuda a evitar el desperdicio alimentario por parte del alojamiento. El excedente de fruta lo podemos disfrutar como mermeladas de souvenir o en barritas de frutas por obradores cercanos con impacto social; por nuestra parte, la acción interior está en rechazar el ‘comer con los ojos’ y servirse en el plato lo que realmente comeremos.
  • Reducir puede llevar al círculo perfecto: a partir de una iniciativa colaborativa en Baleares, los restos orgánicos de los nutrientes se recogen para transformarlos en abono… que utilizan los agricultores que proveen a los mismos hoteles que, gracias al primer paso, han reducido residuos. 

El ocio y la observación

Proteger la biodiversidad es el objetivo de cualquier actividad y nuestro impacto en el lugar dependerá de ello. La observación de aves y animales fascinantes como el Águila Imperial o el Lince Ibérico, rutas guiadas por espacios protegidos singulares, safaris fotográficos o senderismo en silencio son experiencias inmersivas con menor impacto en el entorno. Además, la realidad virtual permite, por ejemplo, conocer qué hay en la profundidad de los océanos sin necesidad de viajar y sumergirse.

La suma de ciudadanos cada vez más exigentes en cuanto a la sostenibilidad del sector turístico permitirá una demanda (y oferta) mayor, por lo que reduciremos esta aceleración de ‘vivir a crédito’ del planeta durante las merecidas vacaciones. Repensar hoy los detalles genera hábitos en un momento en el que todos estamos en una especie de nuevo punto de consciencia en el camino hacia la sostenibilidad real. Los atajos no suelen llevar a buen puerto. ¿Seguiremos la línea que estaba marcada o creemos realmente que el turismo sostenible es una meta alcanzable?

Marina Márquez es presidenta de Visión Circular, una asociación sin ánimo de lucro y coworking abierto y multidisciplinar, formado por agentes de transformación circular.

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