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COP26: claves de una cumbre del clima que a pocos apetece

Durante dos semanas, el presente y futuro del clima y de la civilización se discuten en Glasgow. Te explicamos lo que está en juego y todo lo que debes saber para no perderte.
Protesta antes de la COP26, en Glasgow. Foto: REUTERS/Russell Cheyne

686 días después, vuelve la gran reunión por el clima. La COP26 arranca –tal vez como presagio de lo que se espera– este domingo 31 de octubre, día de Halloween. La cita se alargará, como mínimo, hasta el viernes 12 de noviembre, aunque es habitual que la clausura se demore unos días ante la falta de acuerdos entre países. 

A continuación, explicaremos algunas claves a tener en cuenta si se quiere seguir, con mayor o menor entusiasmo, la cumbre climática por excelencia.

¿Qué es la COP y por qué lleva el número 26?

Saber esto es básico para entender todo lo demás. COP no son más que las iniciales en inglés de “Conferencia de las Partes”. Y con “Partes” se hace referencia a los 197 países que forman parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, también conocidas bajo las siglas CMNUCC. Aunque un nombre mucho más sencillo y menos largo (y el que usamos en Climática) es ONU Cambio Climático.

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Otros sinónimos usados para referirse a la COP son Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, o el que es más habitual: cumbre del clima.

La primera COP tuvo lugar en Berlín en 1995. Desde entonces se ha celebrado una cada año, a excepción de 2020. La pandemia de la COVID-19 obligó a aplazar la fecha original. Y no ha sido la única vez que la cumbre ha estado cerca no celebrarse. En la última, celebrada en 2019, el anfitrión era Chile (e inicialmente Brasil, que pasó del tema por Bolsonaro), pero renunció a causa de las revueltas y la situación política que por aquel entonces atravesaba el país. Finalmente, Madrid fue el lugar escogido, aunque la nación sudamericana siguió ostentando la presidencia.

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Si quieres ponerte al día sobre lo que supuso la COP25 puedes leer la crónica que hicimos.

La que se celebrará durante las próximas dos semanas será la número 26. El país escogido para albergar y liderar la reunión es Reino Unido. El cargo de presidente lo ocupa Alok Sharma, del que ya publicamos un perfil en su momento (que te dejamos aquí). 

El punto de encuentro es Glasgow, en concreto, el Scottish Event Campus, el centro de convenciones más grande de la ciudad escocesa. Se espera que asistan en torno a 20.000 personas, y otras tantas que acudirán a las manifestaciones y protestas convocadas.

En las COP no solo se dan cita jefes de Estado, ministras y altos cargos. Ellos y ellas son los que negocian. Mientras eso sucede, la cumbre es lo más parecido a una feria de turismo, como FITUR. Muchos países tienen sus propios stands donde dan charlas y hasta ofrecen comida. Muchos organismos, como el IPCC o la OMM, aprovechan para presentar informes. También hay espacio para empresas que dañan el clima. Sí, tal cual: en la cumbre donde se discute cómo hacer frente al cambio climático están los responsables del desastre. Ya pasó en la capital española.

Importantes ausencias

No estarán en Escocia el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ni su homólogo brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro. Tampoco –aunque tal vez sus presencias no sean determinantes– la reina Isabel II ni el papa Francisco. Asimismo, es poco probable que asista Xi Jinping, el presidente de China, el país que emite más gases de efecto invernadero y que acaba de presentar un plan climático que no está a la altura de lo que se necesita.

Quien sí ha confirmado que asistirá es la activista sueca Greta Thunberg, quien ha confesado no ser muy fan de estas cumbres, de la que no espera grandes resultados.

Las COP: pocos avances y a velocidad de tortuga

Han pasado casi tres décadas desde la primera cumbre y tanto el cambio climático como el calentamiento de la atmósfera van a más. Cuando se celebró la primera COP, la concentración de CO2 en la atmósfera era de unos 360 partes por millón, ligeramente por encima de los 350 partes por millón (ppm) que marcan el límite para que el clima y la temperatura no se desestabilicen. En 2021, cuando se celebra la COP número 26, está por encima de las 413 ppm.

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Como siempre, hay muchas esperanzas en salir de una cumbre del clima con grandes anuncios, y esta no será una excepción. Lo que ocurre es que se quedan en eso, en anuncios. Se suelen repetir expresiones manidas como que el objetivo es darle un “nuevo impulso” a la acción climática o “aumentar la ambición”. Lo que acaba en el clásico “insuficiente” que acompaña a cada cumbre.

A excepción de la COP3, que dio lugar al Protocolo de Kioto, o la COP21, donde se consensuó el Acuerdo de París, el resto han consistido en dar pasos minúsculos o, directamente, en acusarse los unos a los otros de quién es más responsable del calentamiento global de la atmósfera.

¿Qué objetivos tiene la COP26?

La COP26 es una cumbre relevante (un adjetivo también muy socorrido y hasta pesado, cierto) porque es la primera con el Acuerdo de París vigente (si quieres saber más sobre este pacto, pincha aquí) tras la finalización del protocolo de Kyoto en 2020. 

Lo primordial de esta cumbre será discutir los temas que quedaron pendientes en la COP25, indispensables para poner en marcha todos los mecanismos previstos en el Acuerdo de París. Para que se entienda: sobre el papel ya está lo que se quiere hacer, y lo que falta ahora es desarrollar cómo lograrlo (tarea en la que llevan cinco cumbres, desde la de París en 2015).

La primera semana de cumbre es más una toma de contacto, con los líderes mundiales dando discursos los primeros días (Pedro Sánchez hablará el lunes; será el primer mandatario en hacerlo). La segunda semana es donde está la chicha, las negociaciones puras y duras.

Según la presidencia de la COP26, los objetivos de esta cumbre son cuatro. El primero es “asegurar” el cero neto global (también conocido como neutralidad climática o emisiones netas cero) para mediados de siglo y mantener “vivo” el límite en el ascenso de la temperatura de 1,5 ºC.

Es importante detenerse en esos dos conceptos. La neutralidad climática (muy criticada, aquí unos motivos) consiste en no emitir más gases de efecto invernadero de los que se puedan atrapar (ya sea por medios naturales, como bosques, o artificiales, cuya aplicación es aún utópica). Por tanto, no es que vaya a dejarse de emitir, sino que se buscará la forma de compensar esos gases que se expulsan. En cuanto a lo segundo, las previsiones de mantener la temperatura por debajo del grado y medio al que apela el Acuerdo de París y la comunidad científica es bastante irreal teniendo en cuenta el panorama actual. A continuación el porqué.

Con los actuales planes climáticos (las llamadas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, NDC en inglés), el planeta se dirige a un calentamiento de unos 2,7 ºC. ¿Y esto cómo es posible? Pues porque con los compromisos anunciados hasta ahora, las emisiones solo se reducirían a finales de esta década un 7,5%, muy lejos del 55% que se necesita para mantener la temperatura en 1,5 ºC y del 30% requerido para no superar los 2 ºC. En definitiva, que hace falta que de esta cumbre climática salgan compromisos más firmes e inmediatos.

Y no será porque no ha habido avisos. En agosto, el IPCC (que si no sabes lo que es aquí lo tienes explicado) proyectó cinco escenarios futuros dependiendo de las emisiones que se expulsen a la atmósfera hasta 2100. Solo en uno se conseguía dejar la temperatura global por debajo del grado y medio. Es decir: es posible mitigar el cambio climático, pero hace falta muchísimo, pero muchísimo más de lo que se hace actualmente. Se requieren cambios urgentes y sin precedentes.

Para lograr eliminar casi por completo las emisiones y limitar la temperatura al máximo, Reino Unido buscará que los países aceleren la eliminación del carbón (cuya producción no para de crecer), reducir la deforestación (la cual va en aumento), acelerar el cambio a vehículos eléctricos (que está estancado, sobre todo en España), y fomentar la inversión en energías renovables (que no se está haciendo). En fin, que hay mucho en lo que trabajar aún.

El segundo de los objetivos anunciados por Reino Unido es adaptarse para proteger comunidades y hábitats naturales. El tercero, que entronca directamente con los dos anteriores, tiene que ver con la financiación de los países en desarrollo. En concreto, se busca movilizar más dinero para lograr los 100.000 millones de dólares al año que se anunciaron en cumbres anteriores y que, por ahora, se ha incumplido. Encima, dos tercios de la financiación climática son en forma de préstamos, lo que hace aumentar el nivel de endeudamiento de los catalogados como países en desarrollo.

El cuarto y último de los propósitos de la presidencia de la COP26 es “trabajar juntos para cumplir”. Aquí incluyen finalizar el libro de reglas que hace funcionar el Acuerdo de París y “acelerar la acción para abordar la crisis climática a través de la colaboración entre gobiernos, empresas y sociedad civil”.

Artículo 6, el santo grial

Dentro del libro de reglas (rulebook en inglés, por si lo leen en algún sitio), uno de los temas que más quebraderos de cabeza trae es el famoso artículo 6, el cual se intentó concretar en 2019, en Madrid, sin éxito 

Este epígrafe del Acuerdo de París (sobre el que ya hemos escrito) define varios mecanismos para el intercambio de los llamados mercados de carbono, una herramienta por la cual los países y empresas que han excedido sus derechos de emisión (es decir, han emitido más de lo que debían) pueden comprar a terceros países derechos sobrantes, o realizar proyectos para la reducción de emisiones o para la mejora de los sumideros.

La mayor parte de los planes climáticos de los países prevén, de alguna manera, acudir a estos mercados de carbono para conseguir sus objetivos, incluido el español. Además, son muy criticados, entre otras cosas porque dan pie a la vulneración de derechos de numerosas comunidades, como las indígenas (sobre ello acabamos de publicar un artículo).

En este sentido, como recuerda Ecologistas en Acción, la parte negociadora deberá cerrar una serie de medidas que eviten, por ejemplo, las dobles contabilidades, un vacío legal por el cual tanto el país comprador (el que emite) como el vendedor (el que reduce) podrían “apuntarse el tanto” y presentar las reducciones como propias.

Apetece poco, pero es necesaria

Por muy relevante que sea, esta Cumbre del Clima apetece muy poco a la mayoría. A las empresas, porque no les interesa que se siga avanzando en poner fin a su modelo de negocio. A los Gobiernos, por lo mismo que a las compañías y, además, porque les expone por su inacción climática todos estos años. Y a una gran parte de la población porque, directamente, no termina de entender el sentido de este evento, que se celebra, además, cuando aún no hemos dejado atrás una pandemia. 

Esta COP26 se asemeja a ir al gimnasio o a hacer deporte. Es una actividad que, por lo general, no suele apetecer, pero sabemos que es necesario para nuestra salud, por lo que se hace el esfuerzo. Hay mucho en juego. No actuar nos llevaría al colapso civilizatorio.

Nos leemos en dos semanas para hacer repaso.

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