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Claves de consumo crítico para estas navidades

Con la crisis ocasionada por la COVID-19, este año es incluso más importante ser conscientes del impacto de nuestro consumo.
Iluminación navideña en Málaga. Foto: Angel de los Rios (CC BY-SA 2.0). Foto: 38979583474_ba4fea8f58_c

Éstas van a ser, sin duda, unas navidades muy especiales. Menos reuniones familiares, nada de cenas de empresas, mascarillas, y distancia social harán que nuestro consumo sea muy diferente al de años pasados. O quizás no tanto.

Vamos a gastar menos, hasta un 20%, pero la navidad seguirá siendo la época consumista por excelencia del año. Es probable, además, que se consolide una tendencia que ya venía en aumento desde hace años, pero que se intensificó con el confinamiento: el incremento de las compras online, especialmente en la plataforma Amazon.

Las razones por las que es recomendable evitar al gigante de la sonrisa amarilla y sus similares son conocidas, pero no está de más recordarlas: apenas tributan localmente, destruyen el tejido comercial de barrios y centros urbanos y han sido acusadas de prácticas laborales abusivas. Además, su posición casi monopolística les permite moldear las condiciones a su favor y jugar en contra de los pequeños que venden a través de la plataforma. Así, la Comisión Europea ha señalado a Amazon por utilizar los datos de las empresas que venden a través de ellos para promocionar sus propios productos de forma desleal. Greenpeace, además, ha acusado a Amazon por no tener un plan de descarbonización claro a pesar de ser una de las tecnológicas que más contamina.

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Con la crisis ocasionada por la COVID-19, este año es incluso más importante ser conscientes del impacto de nuestro consumo. Ya durante la desescalada publicamos, en Carro de Combate, un resumen de 8 claves para promover un cambio de paradigma que sigue estando vigente meses después: reflexionar sobre el impacto de lo que consumimos, practicar el boicot positivo a alternativas sostenibles y justas, simplificar nuestro consumo, crear comunidad o difundir las alternativas, entre otros.

Hay un punto que es fundamental: el consumo de proximidad. Tal y como contaba nuestra compañera Nazaret Castro en su libro La dictadura de los supermercados, en el comercio tradicional, de cada 100 euros, 45 se quedan en la economía local; en la distribución moderna de supermercados y grandes superficies, permanecen en la zona apenas 14 de cada 100 euros. Suele tener también una huella menor en cuanto a la logística, aunque depende de las circunstancias individuales de cada entrega. Son fórmulas que funcionan en cualquier época del año, así que no las olvidemos después de enero.

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Pero repasemos algunos de los clásicos navideños. Probablemente ya habrás escuchado decenas de veces los consejos básicos que se suelen dar en estas fechas: no comprar regalos que sabemos que no se van a utilizar, optar por obsequios sostenibles, éticos o de segunda mano, controlar las cantidades de comida para que no acabe en la basura – durante las fiestas comemos de más pero también tiramos más de lo habitual – y no volverse loco o loca con la decoración, que suele tener una huella bastante alta, entre otras cosas.

Otras pueden ser menos evidentes. Por ejemplo, el árbol de Navidad, que no es más sostenible por ser natural. Puede que incluso sea al contrario, todo depende de dónde proceda y dónde acabe. También hay que tener cuidado con el furoshiki, esa práctica japonesa de envolver regalos con pañuelos que últimamente está siendo muy difundida por redes. En general, fabricar un pañuelo tiene una huella mayor que el papel de regalo, y es muy probable que acabe en el cajón olvidado, así que úsalo sólo si ya lo tienes y crees que va a ser reutilizado. Si no, es mejor optar por papel de periódico – si tú no compras, seguro que te lo pueden dar en algún bar- o por una bolsa o una caja reutilizada. 

Entre la comida, el sospechoso habitual es el pescado y el marisco. Y es un producto con el que todavía tenemos que tener cuidado. Así, recientemente, un informe de la organización Changing Markets denunciaba la falta de sostenibilidad del pescado que consumimos en España, con un compromiso por parte de los supermercados mucho menor que en otros países europeos, incluso siendo de la misma cadena. Pero hay otros. La carne procedente de ganadería industrial también tiene un importante impacto, tanto medioambiental como en bienestar animal, como puso de manifiesto el fotoperiodista Aitor Garmendia en su reciente investigación La Factoría sobre la industria porcina.

Los típicos dulces navideños también están cada vez más fabricados con materias primas que tienen poco de local y tradicional: almendras y otros frutos secos que a menudo no son de España, el azúcar, cada vez más de caña, o el chocolate, que a menudo vienen acompañados de aceites vegetales tropicales como el de aceite de palma o el de coco. Mira bien las etiquetas porque, no olvidemos, la alimentación es uno de los sectores que más emisiones de efecto invernadero generan.

Y si no quieres que vuelva a llegar diciembre del próximo año y verte con las mismas dudas, puedes plantearte como propósito de Año Nuevo aprender más sobre consumo y sostenibilidad. Hay muchas formas de hacerlo, pero nosotras te proponemos una en colaboración con Climática: un curso sobre consumo crítico especialmente dirigido a familias en el que analizaremos los conceptos básicos sobre sostenibilidad y repasaremos en profundidad algunos de los principales productos de consumo cotidiano. Puedes conseguirlo – y por qué no, también regalarlo – a través del crowdfunding que tiene abierto Climática en Goteo.

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