Bruselas sigue posponiendo la decisión sobre si considerar ‘verdes’ el gas fósil y la nuclear

Poner (o no) a la energía nuclear y al gas fósil a la misma altura que a la energía eólica y la solar. Esto es lo que ha discutido en el último año la Comisión Europea mientras una serie de países presionan para un lado y para el otro. Se esperaba una decisión este miércoles, 22 de diciembre, pero la falta de consenso ha retrasado una vez más el anuncio, como adelantaba esta semana el Comisario de Medio Ambiente de la UE, Virginijus Sinkevicius. No se sabrá nada, al menos, hasta los últimos días del año, y hasta 2022 no entrará en vigor la propuesta final.

Lo que se debate en Bruselas es si incluir a ambas fuentes en la taxonomía que presentaron hace ya más de un año, con algunos flecos sin cerrar. Se trata de un sistema de clasificación que establece la lista de actividades económicas ambientalmente sostenibles. El objetivo es proporcionar a empresas, instituciones financieras y responsables políticos definiciones adecuadas sobre qué inversiones pueden considerarse verdes.

Antes de que la CE dé a conocer su propuesta, esta debe ser compartida con los Estados miembros, la industria y los grupos de la sociedad civil. Desde la Comisión esperan que el proceso de consulta comience antes de que termine el año, lo que se traduce en que hasta enero de 2022 no se publicará la lista definitiva.

Francia, junto a una docena de países, presiona para que la nuclear y el gas fósil sean clasificadas como energías verdes en la lista de la UE. En cambio, España, Luxemburgo, Austria, Irlanda, Dinamarca y Países Bajos están en contra. En este punto, una de las opciones que se baraja es incluir a las dos en la taxonomía, pero no con la etiqueta de verdes, sino con la de ámbar, para que tengan una consideración diferente a la solar y la eólica, por ejemplo.

Las organizaciones ecologistas y los movimientos por el clima rechazan que ambas fuentes de energía gocen de cualquier privilegio. En el caso del gas, es un combustible fósil que contribuye al calentamiento global de la atmósfera, al igual que el carbón y el petróleo. En cuanto a la nuclear, si bien no emite gases de efecto invernadero durante su funcionamiento, son muchas las críticas por el elevado coste de construcción y por los residuos radiactivos que se generan.

En una carta publicada en el medio Euractiv, Greta Thunberg y otras activistas denuncian la hipocresía climática del presidente francés, Emmanuel Macron, el nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, y de la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen: “Mientras los activistas del clima han estado luchando para garantizar que la taxonomía allane el camino para una verdadera acción climática, los ‘líderes’ han estado trabajando duro para cambiar la marca del gas fósil y la energía nuclear a ‘sostenible’, cuando no son ni sostenibles ni verdes. Esto podría convertirse en una auténtica pesadilla climática“, escriben.