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El Banco Santander y su papel en la deforestación desbocada en Brasil (I)

El porcentaje de superficie deforestada en Brasil sigue aumentando. No ofrecieron los datos reales hasta que finalizó la COP26. La entidad que preside Ana Botín dice promover la sostenibilidad de la Amazonia pero su proyecto no incluye dejar de operar con empresas implicadas en la deforestación.
Contraste entre el bosque tropical y la zona deforestada para usos agrícolas en Rio Branco, Acre (al suroeste del estado de Amazonas). Foto: CIFOR/FLICKR

En enero de 2022 se cumplirán tres años desde el ascenso al trono de la presidencia de Brasil por parte de Jair Bolsonaro. Desde entonces, los retrocesos en materia de medioambiente, derechos de los pueblos indígenas y lucha contra la deforestación no dejan dudas sobre las intenciones reales y la verdadera agenda ambiental del gobierno de Bolsonaro. 

La semana pasada, el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE) hizo públicos los datos del sistema PRODER (que hace un seguimiento de la deforestación) entre agosto de 2020 y julio de 2021. Estos datos revelan que la Amazonia brasileña perdió 13.235 kilómetros cuadrados durante este periodo, una superficie que sitúa este periodo como el peor desde 2006. El  gobierno brasileño conocía estos datos desde el mes de octubre, pero esperó a la finalización de la Cumbre del Clima de Glasgow, la COP26, para hacerlos públicos.

Esto ocurrió durante el último año en la Amazonia. Pero los datos más recientes, las alertas de deforestación medidas también por el INPE mediante el sistema DETER-B, muestran que la deforestación sigue todavía una dinámica ascendente. El pasado mes de octubre de 2021 se deforestaron 796 km² en el bioma amazónico, una superficie 4,5 veces mayor que la ciudad de Glasgow donde se ha celebrado la COP26. La cifra sitúa el pasado mes como el segundo peor octubre desde el inicio de la serie histórica en 2016. 

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En promedio, hubo un aumento del 27% en el área con alertas de deforestación para el mes en los tres años de gobierno de Bolsonaro (promedio de 729 km² en 2019, 2020 y 2021) en comparación con el promedio de los tres años anteriores (promedio de 572 km²). Las alertas de deforestación en octubre se concentraron en los estados norteños de Pará (474 km², 59,5% del total), Mato Grosso (102 km², 13% del total) y Amazonas (90 km², 11% del total).

Estas son las credenciales de la política ambiental de Bolsonaro antes de la COP26, algo que no fue impedimento para que Brasil se sumara a otros 141 países y firmara una declaración a favor de los bosques, con el fin de reafirmar sus “compromisos con el uso sostenible de la tierra y con la conservación, protección, gestión sostenible y restauración de los bosques y otros ecosistemas terrestres”.   

Bolsonaro no acudió a Glasgow en persona, pero la delegación de Brasil en la COP26 incluía al Director General de la empresa Minerva Foods y al presidente de Marfrig, dos de las mayores empresas de carne de vacuno del mundo, señaladas en numerosas ocasiones de estar detrás de los incendios en Brasil para aumentar la superficie de pasto. Precisamente, el motor del aumento de la deforestación en Brasil es el cambio de uso de la tierra para expandir la ganadería y la agricultura, algo que ocurre tanto en el bioma amazónico, como en el Cerrado y el Pantanal, otros biomas ricos en biodiversidad.

La contribución de Bolsonaro a la lucha climática en sus tres años de mandato deja un balance desolador. Las estimaciones del Observatorio del Clima indican que es precisamente esta deforestación la causa de la mayor parte de los gases de efecto invernadero emitidos por Brasil, el 46% del total. El año pasado, en plena pandemia, el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero en Brasil fue del 9,5%, mientras que en el resto del mundo hubo una reducción del 5,4%. Los datos de 2020 muestran que Brasil ha seguido aumentando sus emisiones desde 2010. El sector agropecuario fue responsable de 998 millones de toneladas de CO2 en 2020, un aumento del 24% en comparación con 2019.

La bonanza del Banco Santander en Brasil

Durante los últimos dos años, Greenpeace España ha mantenido una conversación fluida con los responsables del Banco Santander en España, intercambios donde hemos compartido información sobre los procesos de deforestación, sus actores económicos y la política de la entidad financiera para reducir su exposición a los riesgos derivados de este grave problema. Entre las iniciativas que nos han comunicado está la creación de un plan conjunto con las entidades financieras Bradesco y Itaú Unibanco para promover el desarrollo sostenible de la Amazonia, proyecto que no incluye dejar de operar con empresas implicadas en la deforestación. 

Y a la luz de los datos de deforestación del último año, queda claro que el problema está lejos de resolverse. Mientras la deforestación sigue desbocada, el Santander gana dinero en Brasil, mucho dinero. Recientemente, la entidad ha hecho públicos sus beneficios en el país sudamericano durante el tercer trimestre de 2021, con un beneficio neto recurrente de 4.340 millones de reales (769,45 millones de dólares), un 12,5% más que en 2020. 

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Una parte importante de estos beneficios descansan en la apuesta de la filial del Santander por el poderoso sector agropecuario de Brasil, un mercado goloso para las entidades financieras. Según los datos de Forest and Finance, el Banco Santander ocupa el 5º puesto en el ranking de entidades financieras expuestas al sector agropecuario de las materias primas (soja y ganado) en el periodo comprendido entre los años 2013 y 2021. El Santander ha financiado con más de 10.000 millones de dólares a compañías que producen y comercian con soja y carne, los principales causantes de la deforestación.

Los responsables del Banco Santander en España saben que tienen un problema en Brasil. Pero mientras los beneficios en el sector agropecuario engordan su cuenta de resultados, la entidad financiera solo parece estar preocupada por su reputación.

Desde el banco aseguran que su política en Brasil incluye “la revisión anual de más de 2.000 clientes corporativos en relación a sus estándares ESG, incluyendo los grandes productores y traders de soja y comercializadores de carne, poniendo un foco especial en su cadena de suministro. En los casos de traders y empresas cárnicas, esta revisión incluye un análisis de las políticas de esas empresas y de la calidad en la implementación de dichas políticas. Como parte de esta evaluación, usamos información del cliente y de otras fuentes externas. En caso de que se verifique cualquier ilegalidad, Santander Brasil tiene el poder contractual para declarar el vencimiento anticipado de la deuda y exigir su pago”.

El banco presidido por Ana Botín asegura actuar con debida diligencia ante casos de ilegalidad, pero la realidad es otra. En octubre de 2020, la filial de la entidad en Brasil y la empresa agropecuaria brasileña SLC Agrícola firmaron una operación de crédito verde, un préstamo diferenciado a las empresas que tienen un supuesto comportamiento sostenible. 

En palabras de los responsables de SLC Agrícola, el acuerdo con el Banco Santander suponía un reconocimiento a sus buenas prácticas en gestión ambiental y responsabilidad social. Pero el SLC Agrícola es, según la organización Chain Reaction Research, el mayor productor de soja de Brasil, y fue en 2020 la principal empresa deforestadora en el bioma del Cerrado. Una investigación conjunta de Unearthed, BIJ, The Guardian e ITV News publicada en noviembre de 2020 había señalado a la empresa SLC Agrícola por incendiar los bosques del Cerrado para la producción de soja.

Más recientemente, otro informe de Chain Reaction Research ha vuelto a exponer la responsabilidad de SLC Agrícola en los incendios en la Amazonia, en esta ocasión analizando imágenes de satélite de la Fazenda Perdizes (Porto dos Gaúchos, Estado de Mato Grosso). Según estas fuentes, el 24 de agosto de 2021 se detectaron incendios activos en la finca Fazenda Perdizes, propiedad de SLC Agrícola en asociación con otras empresas. 

Un análisis previo realizado a principios de la temporada de incendios de 2021 por Aidenvironment –socio de Chain Reaction Research– detectó otro foco en la propiedad de SLC Agrícola (Fazenda Palmeira). Según el estudio de las imágenes de satélite, estos incendios activos detectados el 24 de agosto se estaban produciendo dentro de un área de reserva legal, cuya deforestación era ilegal.

¿Cuál fue la respuesta del Banco Santander Brasil cuando se expuso públicamente este escándalo? Pues ni más ni menos que dar por bueno un comunicado de SLC Agrícola en el que afirman que los fuegos habían sido provocados por personas ajenas a la empresa, y que la sequedad y la falta de lluvias habían contribuido al incendio. 

El Santander en ningún caso habló de iniciar una investigación propia o pedir una valoración de una tercera parte independiente; tampoco se le ocurrió poner en cuarentena la operación de crédito, dadas las salvaguardas “verdes” que tenía dicho préstamo. En definitiva, nada que tuviera que ver con las debidas diligencias que esta entidad financiera está obligada a hacer y que, según afirman, sí están llevando a cabo de manera escrupulosa en Brasil. 

En estos casos, el banco “tiene el poder contractual para declarar el vencimiento anticipado de la deuda y exigir su pago a las empresas”, pero un simple comunicado exculpatorio sirve para aclarar la situación. La selva y otros ecosistemas arden, pero las empresas propietarias de las fazendas no son responsables

El Santander es una de las entidades financieras que sostienen a las empresas cárnicas JBS, Marfrig y Minera, con inversiones estimadas en 1.600 millones de dólares, según un informe de diciembre de 2020 de Chain Reaction Research.  Dos de estas grandes empresas, ya lo hemos comentado, acudían junto con la delegación brasileña de Glasgow a sumarse a las promesas de lucha contra la deforestación.


Miguel Ángel Soto Caba
Responsable de la Campaña de Bosques
Greenpeace España

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COMENTARIOS

  1. BANCO SANTANDER: Destrucción de la naturaleza y ganancias obscenas.
    Banco Santander obtuvo un beneficio atribuido de 5.849 millones en los nueve primeros meses de 2021. Excluido el cargo neto por valor de 530 millones de euros por costes de reestructuración realizado en el primer trimestre de 2021, el beneficio ordinario de los primeros nueve meses fue de 6.379 millones, un 87% más que en el mismo periodo del año anterior. Este es el mayor beneficio ordinario de Santander en los primeros nueve meses del año desde 2009, según ha destacado el banco.
    Y el rebaño engordando tiburones. Existen porque nosotros los alimentamos.

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