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Máximo histórico de ayudas al consumo de combustibles fósiles tras la invasión rusa de Ucrania

Los subsidios a los combustibles fósiles sumaron un 1 billón de dólares a nivel mundial en 2022. La Agencia Internacional de Energía señala que necesitan cambios estructurales para reducir la demanda energética.
Vapor y humo saliendo de una estación de energía de carbón en Gelsenkirchen, Alemania. Foto: Héctor Luyo / Flickr

Los subsidios al consumo de combustibles fósiles en todo el mundo se dispararon en 2022, superando el billón de dólares por primera vez y doblando la cifra cifra del año pasado. Así lo recoge un informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), que señala cómo se «elevaron los precios del combustible muy por encima de lo que realmente pagaban muchos consumidores» a raíz de la crisis energética por la guerra en Ucrania.

Administraciones de todas las latitudes aprobaron ayudas extraordinarias al consumo de energía para la ciudadanía y empresas. Países europeos proporcionaron un volumen sin precedentes de subsidios para el uso de energías no renovables a pesar de sus compromisos en materia climática. En España, el Gobierno mitigó el impacto del incremento del precio de los carburantes con una bonificación de 20 céntimos por litro en la gasolina y diésel. Reino Unido redujo drásticamente su impuesto sobre la gasolina. Alemania limitó los precios del gas y la electricidad y nacionalizó la energética Uniper.

Las estimaciones de la IEA apuntan que los subsidios al petróleo aumentaron alrededor de un 85%, mientras que los destinados al consumo de gas natural y electricidad (producida con energías no renovables) se duplicaron con creces. El World Energy Outlook indica que los altos precios de los combustibles fósiles fueron la principal razón principal de la subida mundial en los precios de la electricidad.

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Los subsidios a combustibles fósiles retrasan la transición energética

La IEA destaca que estos desembolsos contrastan con el Pacto Climático de Glasgow de la COP26. En él, se instó a los países a «eliminar gradualmente […] los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles, al tiempo que brindan apoyo específico a los más pobres y vulnerables». El informe muestra que muchas de las medidas gubernamentales «no estaban bien dirigidas y, si bien pueden haber protegido parcialmente a los clientes de los costos vertiginosos, mantuvieron artificialmente la competitividad de los combustibles fósiles frente a las alternativas de bajas emisiones». Es decir, las ayudas contribuyeron a la subida de precios de la energía.

Las ayudas a los combustibles fósiles también han disminuido «el incentivo para que los consumidores ahorren o cambien a fuentes de energía alternativas y más limpias, lo que retrasó la resolución duradera de la crisis». Y han «agotado fondos públicos que podrían haberse gastado en otras áreas, incluso en transiciones de energía limpia», explican Toru Muta y Musa Erdogan, autores del informe.

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Beneficios récords de las energéticas

En los últimos días, compañías energéticas como Repsol –líder estatal en emisiones de CO2Naturgy o Iberdrola, que basan su modelo de negocio en los combustibles fósiles, han presentado beneficios históricos. Los subsidios mencionados han favorecido estas cuentas de resultados.

Los autores del estudio de la IEA sostienen que, si bien los altos precios de los combustibles afectan en mayor medida a las personas más vulnerables, los subsidios rara vez están bien dirigidos y, como resultado, tienden a beneficiar a los más ricos. «La focalización efectiva para proteger a los grupos vulnerables requiere inversiones en una mejor recopilación de datos y en el establecimiento de mecanismos efectivos».

En definitiva, señalan que se necesitan políticas bien diseñadas y enfocadas a que los hogares y las industrias puedan adoptar energías más limpias y reducir así las emisiones de CO2. Los consumidores con un menor poder adquisitivo necesitan apoyo para asumir los costes iniciales de adoptar energías renovables.

En este sentido, es hora de pensar en el largo plazo y adoptar políticas comprometidas con el clima. «Es mucho mejor para los gobiernos invertir tiempo y dinero en cambios estructurales que reduzcan la demanda de combustibles fósiles, en lugar de destinarlos a ayudas de emergencia cuando los precios de los combustibles suben», concluyen.

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