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Los árboles de las ciudades, algo más que testigos silenciosos de la vida urbana

"En situaciones urbanas, en la que nos encontramos ya la mayor parte de la población del planeta, los árboles han sido grandes perdedores en las decisiones de planificación", señala el profesor Ángel Lora González.
Un hombre se resguarda del intenso calor, en Barcelona. Foto: Paco Freire / SOPA Images

En los albores del siglo que vivimos peligrosamente algunos cálculos preconizaban que más de 3/5 partes de la población del planeta (unos 2 500 millones de personas) vivirían en concentraciones urbanas en 2025. Estas previsiones se cumplen. Los números para 2020 procedentes del Banco Mundial son elocuentes: el 56,15 % de la población es urbana. Y la curva es creciente, salvo muy pocas excepciones, en todas las economías y en todas las zonas geográficas del mundo.

A una escala más doméstica, en España más de 30 millones de personas somos urbanas porque, según el Instituto Nacional de Estadística, vivimos en núcleos mayores de 10 000 habitantes. Un tercio de la población se concentra en cinco áreas metropolitanas.

La magnitud del fenómeno de “lo urbano” se entiende con facilidad recurriendo a un par de cifras más: en 1900 residían en las urbes alrededor de 233 millones de habitantes. Un siglo después lo hacían más de 3 000 millones, según los datos del Centre for Human Settelments de Naciones Unidas.

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Resulta evidente que somos mayoritariamente urbanitas. Pero no estamos solos. Junto a nosotros nacen y se desarrollan no sin dificultades los bosques urbanos, cuya importancia también es creciente.

Árboles dentro y fuera de las ciudades

Decía Azorín que el odio, la antipatía o el rencor hacia los árboles se configuran como una tradición castiza, neta e innegable sustentada en la incapacidad para entender la complejidad de la relación de los árboles con nuestro paisaje. Y esto resulta tanto más evidente cuanto más cerca vivimos los unos de los otros. Algo que ocurre sobre todo en las ciudades. Allí los seres humanos cohabitamos con una multitud de organismos que, en términos de biomasa, se sustentan en los individuos más grandes del reino de las plantas, los árboles.

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Buscando las fuentes de biodiversidad del planeta, algunos autores inmersos en proyectos de mucho calado estimaron hacia finales del pasado siglo que en una ciudad de tamaño medio como Córdoba, de alrededor de 300 000 habitantes, más del 90 % de la biomasa corresponde a sus árboles, mientras que los habitantes humanos representamos alrededor del 7 %.

Ocupamos con nuestras ciudades menos del 0,5 % de la Tierra emergida del planeta. Así, dejamos mucho territorio para que sea ocupado por otras especies, cultivadas y domesticadas o no, entre las que están los árboles. Pero si éstos son extremadamente importantes en el medio natural, lo son aún más en un medio claramente hostil para su supervivencia como el urbano. Allí los llevamos por su multifuncionalidad estética, urbanística, ecológica, ambiental, protectora, paisajística, social, histórica, simbólica, cultural o recreativa.

Proveedores de servicios valiosos

En años recientes es frecuente encontrar ciudades que reconocen a sus árboles más ilustres, los identificados como singulares, así llamados por diferentes motivos que los hacen únicos. Pero resulta necesario entender qué hacen por nosotros todos aquellos que de forma mayoritariamente anónima sobreviven entre nuestras calles, a veces cuidadosamente planificadas y otras veces originadas por el transcurrir del tiempo, pero siempre asociadas al carácter fuertemente gregario del ser humano.

La longevidad y la plasticidad de los árboles los convierten en fedatarios vivos de los acontecimientos naturales y no naturales a los que sobreviven. En el entramado urbano son palimpsestos cultivados (término antes aplicado a los infinitos olivos andaluces), que relatan con altísima precisión la vida de la ciudad a la par que prestan servicios que pasan desapercibidos pero que resultan trascendentes para todos nosotros.

Un árbol adulto cualquiera de hoja no acicular puede tener un volumen medio de 1 000 m³ de copa y unos 400 kg de raíces. Entre sus hojas y ramas puede filtrar unos 7 000 kg/año de partículas, puede retener en el suelo más de 60 000 l/año de agua y producir 1 000 de mantillo. Además, puede generar alrededor de 350 l/hora de O₂, constituyéndose en valiosísimos puntos para repostar los aproximadamente 8 000 l de este gas vital que a modo de combustible necesitamos diariamente cada ser humano. Y, finalmente, puede secuestrar hasta 150 kg/año de CO₂ para contribuir decididamente en la mitigación del cambio climático.

La gestión de los bosques urbanos

En situaciones urbanas, en la que nos encontramos ya la mayor parte de la población del planeta, los árboles han sido grandes perdedores en las decisiones de planificación. En demasiadas ocasiones los han tenido en cuenta tan solo como un elemento más que, por motivos del guión urbanístico, puede ser eliminado sin más para, en el mejor de los casos, ser sustituido por otro u otros ejemplares que nos ofrezcan un mejor “servicio” en los espacios que colonizamos.

En este tipo de sistemas urbanos, de complejidad sin parangón entre todos los sistemas del planeta, las interacciones son muy desequilibradas. Una sola especie, la humana, determina estrictamente los parámetros generales del sistema desplazando cualquier elemento que perturbe estos parámetros. Se produce así un marcado y generalizado descenso de especies vegetales y animales. Estas acaban ocupando una posición residual de difícil subsistencia y, como consecuencia directa, dejan de prestar servicios ecosistémicos de todo tipo.

Ante esta perspectiva, la importancia de los bosques urbanos crece, se reconoce y deriva en herramientas y estrategias de gestión que permiten dimensionar con relativa facilidad y bastante precisión los objetivos de ocupación del territorio por parte del bosque urbano.

Así se ha acometido en trabajos dedicados a la vertebración de la infraestructura verde de gestión pública, como el titulado Estimación de la cobertura arbórea como base para la gestión del bosque urbano de la ciudad de Córdoba. Usando las nuevas y asequibles herramientas disponibles y otras convencionales como la teledetección, este trabajo ha permitido conocer para esta ciudad la cobertura arbórea, de algo menos del 10 % de media para todo el casco urbano, aunque con oscilaciones entre distritos entre el 4 % en los más desarbolados y el 19 % en los más favorecidos.

El trabajo también ha estimado la distribución geográfica de sus más de 85 000 árboles. Ambas medidas permiten fijar las posibilidades de crecimiento equilibrado de la arquitectura arbórea y proponer para ésta un horizonte de cobertura en consonancia con el de otras ciudades de condiciones climáticas comparables que quieren situar sus cifras entre el 25 % y el 40 % en los próximos 5 a 15 años.

Ángel Lora González, Profesor Titular del Departamento de Ingeniería Forestal, Universidad de Córdoba
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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COMENTARIOS

  1. LOS ARBOLES, GENOCIDIO CONTRA LAS MAS BENEFICIOSAS CRIATURAS DE LA CREACION.
    PULMONES DE LA TIERRA, MEDICOS NATURISTAS DEPURADORES DE ENERGIAS INSANAS.
    Hay una mentira sobre el clima que muy poca gente conoce: millones de árboles se queman cada año para producir una mal llamada «energía verde». Quienes nos representan en las instituciones europeas están debatiendo si esta terrible política debe seguir adelante.
    Estamos perdiendo zonas forestales a una velocidad alarmante, y estos planes podrían llevar a la destrucción de muchas más. Según varias voces autorizadas del ámbito científico, la quema de árboles aceleraría el cambio climático de forma drástica.
    Hemos luchado para evitar el uso del carbón. Sin embargo, la industria no se rinde y sigue contaminando nuestro planeta para mantener su negocio a flote y ganar más dinero convirtiendo sus antiguas centrales eléctricas de carbón en instalaciones donde quemar árboles para producir energía (biomasa).
    En Alemania, Dinamarca, España, Finlandia, Italia y Países Bajos ya se han puesto en marcha varios planes para reemplazar el carbón con este medio de producción energética tan peligroso.
    La comunidad científica ha sido muy clara. Cuando talamos árboles y los convertimos en contenedores repletos de gránulos de madera para quemar, aceleramos la crisis climática, contaminamos el aire que respiramos y destruimos el hogar de miles de animales.
    Para los políticos y funcionarios en la UE, este es solo uno de los cientos de temas que tienen que tratar, y la industria ya se está encargando de usar su influencia para que aprueben esta práctica.
    ¡Escribe un correo electrónico para salvar los bosques!

  2. La política dogmática del Gobierno Regional de Madriz que antepone los negocios de sus afines frente a la conservación del medio ambiente.
    La mayoría de representantes de la administración en el Consejo de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid impone un informe favorable a la Ley Ómnibus, a pesar de suponer una clara regresión ambiental.
    El Consejo de Medio Ambiente informó favorablemente a las modificaciones del Título III del anteproyecto de Ley, con tan solo el voto en contra de los representantes de los colectivos ecologistas así como de las organizaciones sindicales CC OO y UGT. Salvo la abstención del representante del Seprona de la Guardia Civil, el resto de vocales se posicionaron a favor de las modificaciones de las leyes ambientales incluidas en la Ley Ómnibus. No es de sorprender el sentido de este voto cuando las dos terceras partes de sus vocales son cargos de las Administraciones regionales y locales.
    Un aspecto polémico del orden del día de la reunión ha sido que no se incluyeran a debate las reformas a las leyes urbanísticas y de ordenación del territorio con contenido ambiental (Título II del anteproyecto). Como se ha señalado, la negativa de la consejera de Medio Ambiente, Pilar Martín, a que estos temas sean tratados “es una situación irregular que impide el ejercicio del normal funcionamiento del Consejo”. Entre otras cuestiones no se han tratado reformas que permiten usos, construcciones, actividades y macrocomplejos en suelos protegidos.
    Los representantes ecologistas han señalado que las reformas de la Ley Ómnibus supondrán una regresión ambiental con respecto a los textos normativos actuales y una afección negativa a la conservación de los espacios naturales así como de la fauna, la flora, los bosques y el paisaje madrileño. ha señalado también en la reunión que “las leyes ambientales se hacen para propiciar la conservación de los valores naturales, no para facilitar negocios de sectores minoritarios de la ciudadanía madrileña”. Se ha interpelado a la Consejera Pilar Martín para que explique de forma concreta por qué la Ley Ómnibus supone un impulso para la defensa y una mejora del medio ambiente y a qué sectores reales de la población madrileña va a favorecer, sin que esta haya contestado.
    https://www.ecologistasenaccion.org/187385/imponen-un-informe-favorable-a-la-ley-omnibus-en-el-consejo-de-medio-ambiente/

  3. Somos urbanitas porque la revolución industrial se montó, supongo que por las infraestructuras, en las ciudades. El campo, salvo para los terratenientes, constituía un trabajo de esclavos, más incluso que de esclavos, y mal pagadas las cosechas cuando las había, vamos que lo único que te garantizaba era la comida, pero que siempre se andaba entrampado económicamente. Así la gente huyó a la industria, se despobló el medio rural y se masificaron las ciudades.
    En muchas ciudades los árboles urbanitas han sido los grandes perdedores, mucha gente no conoce todos los beneficios que aporta un árbol.
    Conozco más de un caso de gente que ha exigido a su ayuntamiento que los tale porque cayó una rama y podía haberles matado y el ayuntamiento se cura en salud. Y claro, como el pobre árbol no se puede defender, ni huir, muchas veces descargamos en los más débiles e indefensos nuestras crispaciones y frustraciones. Duro, pero así es.
    También conozco ciudades que saben respetar y valorar a los árboles. Tienen hermosos parques con enormes, variados y sanos árboles.
    La climatología acompaña pero también la empatía del ser humano.

  4. EL AIRE DE LAS CIUDADES.
    En las ciudades europeas, el apetito por las zonas de bajas emisiones (LEZ) está creciendo. El objetivo de la humilde LEZ es simple: regular el acceso de los vehículos más contaminantes en partes clave de una ciudad y permitir que las personas usen formas más saludables y respetuosas con el clima para ir de A a B, como caminar o andar en bicicleta. subirse al transporte público o utilizar un vehículo eléctrico compartido.
    La gran expansión de la zona de bajas emisiones que se puso en marcha en Londres , y la nueva evidencia de su impacto positivo que llega desde Bruselas , nos ha demostrado cómo estas políticas están brindando enormes beneficios a nuestra salud.
    Las LEZ han mejorado la vida de los londinenses y bruselenses…
    https://cleancitiescampaign.org/2021/11/23/4-lez-benefits/?send_key=MjMzMC00MjQxNDMyNzYtMjE2ODQtMjQ3OTAtMTE4MjgyODMt&contact_key=276b7560-9367-45dd-bb95-844eaa88ed7b&utm_source=datacrush
    Animan a la gente a salir de los coches contaminantes…
    mejoran la calidad del aire en nuestras ciudades
    Ayudan a combatir la crisis climática …
    …y la contaminación acústica también

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