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Necesitamos algo más que una asamblea ciudadana para frenar el cambio climático

"Lo que hace falta es una conversación ciudadana, amplia e inclusiva, que incorpore toda la diversidad de territorios y personas que conforman el país", reflexiona el ambientólogo.
Manifestación por el clima en Madrid. Foto: Luis Soto / SOPA Images/Sipa USA vía Reuters Connect

Parece que (¡por fin!) la Asamblea Ciudadana para el Clima arrancará en breve, tras casi dos años de promesas. Serán seis reuniones virtuales -la primera, el 20 de noviembre- en las que participarán 100 personas, además de 16 especialistas. Sin embargo, pese a la previsible implicación de las participantes, la valía de las personas implicadas en el diseño y del grupo de especialistas que acompañarán a las integrantes, este esfuerzo -el mínimo exigible, y alejado en su ambición de lo que proponían las organizaciones ecologistas- será en vano. Independientemente del carácter vinculante o no de las propuestas, que suele ser el caballo de batalla en estos casos, hay un motivo fundamental que socava la utilidad y el alcance de esta asamblea. De todas, en realidad.

Las asambleas climáticas -como otras de similar propósito- se concibieron para que la ciudadanía pudiese transmitir su sentir, sus opiniones y muy especialmente sus recomendaciones de acción a los gobiernos. Son herramientas que, a primera vista, pueden parecer inclusivas y hasta transformadoras, y es por ello que se ha venido reclamando su constitución en distintos países -también España– desde hace años. Sin embargo, el resultado suelen ser documentos que se entregan en una reunión formal y alguna jornada de cierre, pero poco más.

Las personas involucradas en el proceso no pasarán de un par de centenares, y en el mejor de los casos el gobierno incorporará ciertas medidas a su agenda -las más factibles, baratas o electoralistas-. Medidas que, por otra parte, el gobierno ya conoce de antemano. No hay absolutamente nada que le pueda decir una asamblea ciudadana al gobierno que no sepa ya. Nada. El punto clave reside en que la fuerza de una asamblea climática no radica en las personas, sino en las propuestas; de ahí lo enquistado del debate sobre si debe ser vinculante o no. Propuestas que ya se encuentran recogidas en muchos de los documentos internos o públicos del gobierno (aunque luego los olviden a propósito, entre bromas sin gracia, irrisorias partidas presupuestarias u opacos recovecos legales), y cuya repetición en boca de una asamblea no hará que mágicamente se pongan en marcha, aunque sirvan para hacerse la foto. El eje sobre el que bascula la cuestión, pues, no está en el qué, sino en el quién.

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Estamos en un momento de la emergencia climática en el que no necesitamos insistir sobre lo evidente, sino hacer posible lo necesario. No es tiempo de diagnóstico, sino de acción. Y la acción no se consigue con un documento más, que repita otra vez aquello que la mejor ciencia disponible, la que sintetizan los informes del IPCC, ha dicho mil y una veces. La acción se consigue con el poder de la gente.

Por positivo que sea (y debemos saber aprovecharlo), no nos bastan cien personas convencidas de la urgencia de actuar; necesitamos que todo un país se lo crea. Nos hace falta una conversación ciudadana, amplia e inclusiva, que incorpore toda la diversidad de territorios y personas que conforman el país. No es suficiente que una veintena de especialistas comuniquen la gravedad de la crisis climática a un centenar de personas, sino aplicar un plan de educación ambiental y divulgación científica ambicioso, de rápido despliegue y dotado con suficientes recursos.

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La mejor garantía de que un gobierno tomará decisiones valientes y acordes a la realidad no es que le llegue otro informe, por sólido que sea y lo firme lo quien lo firme, sino que deba responder ante una ciudadanía informada, culta también en lo científico y sensibilizada con la crisis ambiental. Una ciudadanía que entienda que no hay una solución única y mágica que alguien oculta bajo tres llaves, que separando el plástico no salvamos al oso polar, que comprándonos un coche híbrido no ayudamos al planeta. Una ciudadanía que piense en colectivo más allá de su parcela individual, que sea consciente de que esto va de nosotras, de nuestras calles, trabajos, recetas, deseos, paisajes, familia; no de lugares lejanos y futuros. Una ciudadanía, en definitiva, que asuma que los cambios estructurales que debemos emprender requieren no sólo de nuestro convencimiento, sino de nuestra participación activa y continua. La de todas. 

Tenemos que hablar de cambio climático, pero no sólo unas pocas personas en un corrillo virtual, aunque lo quieran llamar asamblea ciudadana. Debemos aprender a sentarnos y discutir, preguntarnos, escucharnos. Con tiempo y con respeto. En nuestros barrios, en los trabajos, en los colegios, en las plazas de los pueblos, en los bares. Y ahí, entonces sí, levantarnos esperanzadas y exigir, aportando y construyendo. Escribir nuestras demandas en las calles, con nuestra presencia, no en un folio que se pueda olvidar en un cajón. La asamblea por el clima es bienvenida. Le deseo éxito, relevancia y cobertura mediática. Más allá de todo ello, sin embargo, lo que de verdad espero es que sirva para que, cuestionándola y cuestionándonos, consiga que todas hablemos de lo importante y pasemos a la acción.

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COMENTARIOS

  1. UNAMOS TODAS LAS LUCHAS. Ecologistas en Acción de La Ribera.
    Sostenibilidad ecológica, sostenibilidad económica, sostenibilidad para todo … ¿Por qué se habla tanto de sostenibilidad? Pues por una razón muy sencilla: porque todo lo que estamos haciendo con la biosfera resulta absolutamente insostenible. Y lo que pasa con el clima puede ser el más clarificador y perentorio: los gobiernos llevan 42 años de reuniones internacionales pero no aplican las soluciones para que van directamente contra este modelo socioeconómico, por lo que el calentamiento aumenta y los fenómenos climáticos extremos provocan miles de muertos, millones de refugiados y pérdidas milmillonarias cada año, en un crescendo que puede hacerse irreversible durante esta misma década por la retroalimentación que produciéndose.
    Incluso la economía resulta insostenible porque quiere crecer continuamente y esto es imposible en el mundo real, de forma que estamos asistiendo al agotamiento o declive de muchos recursos naturales, como el petróleo (menos el petróleo barato, fácil de extraer) , con una producción que decae y se encarece. Además estamos en plena revolución tecnológica con la robotización de muchos procesos y el paro crece imparable, hasta el punto de que casi la mitad de los jóvenes no tienen trabajo y los que tienen suele ser precario y mal pagado, lo que implica que el sector que más consume apenas puede hacerlo, y la economía tiembla. El gran capital, por su parte, sigue incrementando beneficios y apoderándose de todo, con la complicidad de los gobiernos que privatizan y endeudan sus países,
    Gobiernos y grandes compañías hablan mucho de sostenibilidad y transición ecológica pero en realidad siguen haciendo lo mismo que nos ha llevado a la emergencia actual. Y el PV siguen proyectando obras faraónicas como la ampliación del puerto de Valencia (más las grandes obras que lleva implícitas), los macrodepòsitos de combustible del puerto de Alicante, las líneas de muy alta tensión de Castellón, la ampliación de la CV -60 en la Safor, el nuevo bypass de Valencia, el corredor mediterráneo con el AVE2 , las megacentral fotovoltaicas todas partes, etc.
    No sabemos si los de arriba están locos o son estúpidos, o ambas cosas, porque sólo unos estúpidos / locos pueden querer ampliar o construir más infraestructuras y fomentar el transporte motorizado en plena emergencia climática, cuando todos sabemos que este sector es el que más gases de efecto invernadero emite y que vamos a freír seleccionados pocas décadas3 . En cuanto a la energía solar, es una de las grandes soluciones (y ya resulta más barata que las sucias energías convencionales) pero a escala humana, encima de techos y terrazas donde el impacto ambiental es cero, no en medio de campos o montes arrasando -los con millones de placas hormigonadas en el suelo como quieren las grandes compañías; como de maligno es este sistema, capaz de destrozar el medio ambiente incluso con la energía solar, fuente de vida!
    Y encima quieren hacerlo con las ayudas de la UE para paliar la crisis de la pandemia, unos préstamos que acabaremos pagando de una forma u otra nosotros, el pueblo. Las grandes empresas energéticas, constructoras, automovilísticas, de aviación, etc. ya tienen las garras y los tentáculos bien abiertos para coger buena parte de esos millones. Empresas que no han tenido piedad con los trabajadores parados por las crisis sucesivas y que han ganado miles de millones durante estas crisis, ahora quieren recibir ayudas europeas para seguir haciendo más daño al medio ambiente y meternos en peligro a todos … A veces parece que se burlan de nosotros, por ejemplo cuando derrochan miles de millones en el AVE mientras dejan pudrirse las cercanías y se olvidan de la vía simple Gandia-Dénia, que conectaría los pueblos de la costa y las capitales,
    Tanta estupidez, locura y descaro ha originado una fuerte resistencia popular, organizada a partir de plataformas y coordinadoras de grupos ecologistas, vecinales y otros. Son luchas sectoriales donde se une lo mejor de cada lugar para defender la naturaleza y la salud, pero los grandes medios informativos, muy dependientes de bancos y compañías, las ignoran y hacen el vacío, por lo que tienen escasa resonancia mediática y no consiguen reunir los millones de personas que resultarán afectadas por los proyectos y que deberían movilizarse ahora para evitarlos.
    Sin embargo, las luchas son numerosas y si logramos unirlas (el enemigo es el mismo y las alternativas también) podríamos llegar a más gente, con el que tendríamos más fuerza y ​​podríamos influir mucho más en las decisiones políticas. Tal vez así pasaríamos del nivel actual de simple oposición al más elevado de aplicación de soluciones, abriendo el camino hacia una sociedad verdaderamente ecológica, solidaria, pacífica y sostenible…..
    https://www.ecologistasenaccion.org/182174/unim-totes-les-lluites/

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