De Goya a la Davis: “Nuestro objetivo no es caer bien”

Laura (32 años) y Roberto (19 años) llegaron a Málaga con cierto nerviosismo. Ambos son activistas de Futuro Vegetal e iban a interrumpir un evento internacional como la Copa David de tenis. Sabían que eso podía traer consecuencias de largo alcance. Aun así, no se arrepienten: “Lo volvería a hacer hasta que el gobierno ejecute nuestra demanda, porque de ello depende mi vida y la de mi gente cercana en las próximas décadas”, dicen. 

Pararon a comer algo antes de ir al Palacio de Deportes Martín Carpena, recinto que albergó el torneo durante la última semana. En las mochilas llevaban cadenas, sprays y pancartas, pero pudieron entrar sin problemas. “Queremos alertar que nuestro sistema agroalimentario actual es económica y ecológicamente insostenible, y que nos conduce a la desertificación, sequía y contaminación de nuestro entorno y pone en peligro nuestras vidas”. Irrumpieron en el partido España-Croacia celebrado el pasado 23 de noviembre saltando a la red y gritando sus consignas. 

“El hecho de saltar fue relativamente fácil –recuerda Laura–, pero en cuestión de segundos vinieron a por nosotras los trabajadores de seguridad que estaban vigilando a pie de pista. Solo pudimos estar allí un par de minutos”. Luego las retuvieron hasta que se aseguraron que no habría más acciones y las dejaron marchar informándoles que se les propondría para sanción. 

Repasando el evento, las activistas están satisfechas con la acción y que se siga hablando de estos temas en los medios. Las dos coinciden en que, en el momento de saltar, la primera reacción por parte del público fue filípica, pero creen que la gente está empezando a empatizar con este tipo de acciones y se dan cuenta de que si se arriesgan hasta esos extremos es porque les importa.

La organización agraria y ganadera COAG advierte en su último informe sobre el impacto del cambio climático en la agricultura y avisa que el campo español pierde cada año más de 550 millones de euros. Para eso sólo hay que mirar la producción de la pasada temporada, que ha bajado entre el 30 y 60%, y el comienzo de esta con los embalses en mínimos históricos y sin claras previsiones de mejora. El 80% del agua se dedica a los cultivos, el otro 20% es para industria y consumo humano. Y lo peor, ironiza Futuro Vegetal, es que el 60% de los cereales –el cultivo más extendido en España– se dedica a producir comida para animales. 

Una nueva oleada de acciones

Bilbo Bassaterra, de 30 años y original de Cádiz, es cofundador de Futuro Vegetal y se denomina migrante climático. “Cuando comprendí en qué situación estábamos y cuáles eran las previsiones climáticas para Andalucía me fui. Actualmente más de dos tercios de la región son zonas desérticas y las políticas no ayudan. Ahí tenemos el ejemplo de Doñana”, se queja. Actualmente reside en Francia.

Futuro Vegetal es un movimiento de desobediencia civil no violenta que lucha por alcanzar una sociedad resiliente frente a la crisis climática. Su objetivo principal es promover la seguridad y soberanía alimentaria mediante el cambio a un sistema agroalimentario. Están adscritos al movimiento Extinction Rebellion y se organizan con una estructura descentralizada con grupos de trabajo horizontal que se mueven por consensos. Su demanda principal es que se dejen de dar ayudas públicas a la ganadería, y que dediquen ese dinero a conducir una transición hacia soluciones vegetales y sostenibles. Quieren que se deje de subvencionar la ganadería y piden que se use ese dinero público para apoyar una transición justa hacia soluciones basadas en plantas y sostenibles.

“Tiene sentido que otros grupos como Just Stop Oil en Reino Unido reclamen al sector energético, porque es ahí donde ellos tienen puesto el foco. Nosotros somos una granja sin agua y para la que según las previsiones en 8 o 10 años necesitaremos más del doble”, explica Bassatrerra. El modelo actual de subvenciones empuja a un modelo industrial para maximizar recursos alejado de la ganadería extensiva. “Además, incluso si pequeños ganaderos pueden seguir adelante, cuando salen al mercado se encuentran con unos pocos grandes grupos que controlan el mercado de producción y logística e imponen los precios”.

Para apoyar sus exigencias quieren estar en los medios y que la gente hable de ellos y sus demandas. Explica que no escogieron la Copa Davis por nada en particular, sino porque es un evento de primer nivel patrocinado por grandes empresas contaminantes. “Nuestro objetivo no es caer bien, sino que los gobiernos tomen las decisiones que tienen que tomar”, recuerda el activista. Esa también fue su lógica cuando entraron en el Museo del Prado para pegarse a las Majas de Goya. Aunque tenían especial interés en la David al estar patrocinado por El Pozo, una de las empresas cárnicas más grandes de España.

La acción en Málaga fue rápida. Eso sí, Bassaterra comenta la diferencia entre la repercusión de las acciones del mes pasado y cómo se ha intentado ocultar esta acción en un evento deportivo multimillonario, y se pregunta qué peso tendrán los anunciantes y patrocinadores. 

Futuro Vegetal está ahora intentando establecer grupos locales autónomos e independientes. Aunque siguen unas líneas generales comunes, cada grupo es libre de hacer las actuaciones que quiera. Por eso, Bassaterra no tiene claro qué va a pasar en los próximos meses. “Cualquier acción puede surgir en cualquier sitio y momento”, sonríe. “Te puedo garantizar que hay mucha gente con ganas de hacer cosas. No sabemos qué puede salir, pero la gente habla y se organiza”, avisa.