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La acción climática mundial, ¿construida sobre datos inexactos?

Una investigación de ‘The Washington Post’ revela una enorme brecha entre las emisiones que declaran los países a la ONU y sus emisiones reales. De confirmarse, este desajuste pondría en jaque todos los planes climáticos desde el Acuerdo de París y cumbres como la actual COP26.
Río Borneo, Malasia. Foto: Aditya Sutanta/ABACAPRESS.COM

Con los planes climáticos de los países que respaldan el Acuerdo de París el planeta va camino de un calentamiento de 2,7 ºC. El problema es que esta proyección –ya de por sí terrorífica– está hecha sobre unos datos que no se ajustan a la realidad, por lo que la situación puede ser mucho peor. Según revela una investigación de The Washington Post, hay importantes diferencias entre los informes de emisiones que las naciones remiten a la ONU y lo que realmente expulsan a la atmósfera, según bases de datos científicas independientes. Si el desafío ya era mayúsculo, con esta nueva revelación lo es aún más. 

De confirmarse –no ha pasado todavía ningún proceso de revisión experto, como los estudios científicos–, se constataría que el Acuerdo de París y las cumbres del clima (como la COP26 que se celebra ahora en Glasgow) se habrían construido sobre datos inexactos. Así las cosas, cabe preguntarse si tiene sentido cualquier objetivo que se alcance en la ciudad escocesa. Lo resumen perfectamente los autores del medio estadounidense: “El plan para salvar al mundo de lo peor del cambio climático se basa en datos. Pero los datos en los que se basa el mundo son inexactos”.

Eso sí: las proyecciones del IPCC no están en entredicho, pues las estimaciones que el grupo de especialistas ligado a la ONU usa para sus informes se basan en inventarios científicos y no (por suerte) en los informes de los países.

La investigación del Post revela que muchos gobiernos no declaran sus emisiones de gases de efecto invernadero en sus informes a las Naciones Unidas. Y tras analizar los informes de 196 países concluyen que existe una brecha que va desde las 8.500 millones de toneladas anuales de emisiones de gases de efecto invernadero no declaradas –en el mejor de los casos– hasta las 13.300 millones de toneladas, un 23% de lo que se emite al año. Estas emisiones ocultas suponen entre el 25-40% de lo podríamos emitir para no sobrepasar los 1,5 ºC. Además, no se tienen en cuenta más de 1.000 millones de toneladas de emisiones procedentes del transporte aéreo y marítimo internacional, de las que ningún país se responsabiliza.

Este desajuste entre lo que realmente se emite y lo que los países reportan era conocido por la comunidad científica y los especialistas. Sin embargo, estos nuevos hallazgos superan con creces lo que se pensaba. Sería el equivalente a tener otra China, y son cifras lo suficientemente grandes como para que el calentamiento del planeta sea mucho mayor de lo estimado hasta ahora. 

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Desde ONU Cambio Climático, organismo responsable de recopilar todos los informes de emisiones de los países y supervisar el Acuerdo de París explican al Washington Post que esta diferencia se debe “a la aplicación de diferentes formatos de informes y a la incoherencia en el alcance y la puntualidad de los informes”. Desde Climática nos hemos puesto en contacto con Naciones Unidas para profundizar en sus explicaciones pero aún no hemos obtenido respuesta.

Las emisiones del uso de la tierra, una de las claves

La mayor parte de la brecha de emisiones viene de los dos principales gases de efecto invernadero, el dióxido de carbono y el metano, pero también de los gases fluorados, de los cuales apenas se reportan datos. Metodología deficiente, informes incompletos, errores intencionados y dejadez están entre las principales causas que han llevado a que se haya pintado una situación climática (ya alarmante) que distaría mucho de la realidad (aún peor).

Una de las claves de esta brecha se debe a la forma en que los países contabilizan las emisiones del uso de la tierra. Este sector es capaz tanto de ayudar a mitigar el cambio climático (los bosques y otros ecosistemas absorben CO2) como de agravarlo (cuando se talan o queman bosques, emitiendo CO2). 

A la hora de contabilizar las emisiones del uso de la tierra, los países restan a lo que emiten lo que han absorbido, dando lugar a las llamadas emisiones netas, que es lo que se tiene en cuenta. Y aquí está el problema: los gobiernos se están anotando una capacidad de absorción mayor de la que realmente tienen. En este sentido, el análisis detecta una diferencia del 59%.

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Un ejemplo: en el informe remitido a la ONU, Malasia asegura que sus bosques están absorbiendo dióxido de carbono cuatro veces más rápido que los de su vecina Indonesia. Esto les ha permitido restar más de 243 millones de toneladas de CO2 de su inventario de 2016, lo que supone un recorte del 73% de las emisiones.

En cuanto a las emisiones de metano –un gas con un potencial de calentamiento muy superior al CO2–, los datos científicos independientes muestran entre 57 y 76 millones de toneladas más de lo que los informes de los países afirman. Esto equivale, según el Post, a entre 1.600 y 2.100 millones de toneladas de emisiones equivalentes de dióxido de carbono. Estas emisiones que se pierden por el camino proceden de diversas fuentes: de fugas de tuberías del sector del petróleo y el gas; de la agricultura; y de los residuos humanos.

Datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) sitúan a Rusia como el mayor emisor de metano del mundo, un hecho que no concuerda con lo que el país le dice a la ONU en sus informes. Lo mismo ocurre con Emiratos Árabes Unidos y Catar, que informan de niveles muy pequeños de emisiones de metano de petróleo y gas a pesar de tener una industria basada fundamentalmente en los combustibles fósiles.

La acción climática, basada en datos sin actualizar

Otra clave que ayuda a entender la brecha de emisiones está en el sistema de informes de la ONU. Mientras que los considerados países desarrollados tienen un conjunto de normas, los llamados países en desarrollo tienen otro, “con amplia libertad para decidir cómo, qué y cuándo informan”, explican los autores de la investigación.

“Los compromisos del Acuerdo de París, sin mediciones reales de las emisiones atmosféricas, son como si las partes se pusieran a dieta sin tener que pesarse nunca”, explica Ray Weiss, científico atmosférico del Instituto Scripps de Oceanografía en San Diego, en declaraciones al Post. Desde 2009, unos 45 países no han reportado a Naciones Unidas nuevas cifras de gases de efecto invernadero. Argelia, importante productor de petróleo y gas, no lo hace desde el año 2000.

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COMENTARIOS

  1. “Una investigación de ‘The Washington Post’ revela una enorme brecha entre las emisiones que declaran los países a la ONU y sus emisiones reales”.
    Era de esperar.
    Los amos del mundo son seres profundamente alienados y desequilibrados, no obstante, saben que tratan con pardillos que picamos en cada trampa que nos tienden.

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